Davis, LeBron y la 'llave Kuzma': la nueva dinastía de los Lakers
Las mejores noticias posibles han llegado a L.A. con los nuevos acuerdos de los dos grandes líderes para seguir en los Lakers. Incluso así, el camino para una tercera estrella es posible.
Los Lakers son una balsa de aceite. Cuesta creerlo, pero solo ha pasado una temporada desde la histriónica salida de Magic Johnson de los despachos, desde sus puñaladas con Rob Pelinka y desde que corría por las redes que nadie en la NBA quería hacer negocios con este último, por su condición de exagente y las cuentas pendientes que cargaba por ello; y que en las oficinas de los Lakers ni siquiera sabían interpretar el salary cap. LeBron James estaba perdiendo la paciencia después de un frustrante primer año en L.A. (lesión de ingle incluida), Anthony Davis iba a acabar en los Celtics y Luke Walton terminaba una nefasta etapa como entrenador y dejaba vacante un puesto que rechazaron Tyronn Lue y Monty Williams. Mientras, los Clippers se hacían con Kawhi Leonard (que jugó con los Lakers como un gato con un ovillo de lana) y Paul George. Y recibían la bendición como principal aspirante al anillo, en posición para un cambio de ciclo histórico en el baloncesto de Los Ángeles.
La temporada 2019-20, la de la pandemia y la burbuja, pasó. Los Clippers fracasaron, despidieron a Doc Rivers y viven rodeados por las filtraciones sobre las prebendas y el favoritismo que recibieron George y sobre todo Kawhi, asunto que derivó en previsible calamidad para la química de grupo. El segundo (George ha ampliado su contrato) puede ser agente libre, si así lo desea, en julio de 2021. Con nuevo entrenador y nuevo enfoque, los Clippers están en un punto equidistante entre ser otra vez uno de los grandes aspirantes al título o implosionar definitivamente. No es, desde luego, la posición en la que esperaban estar ahora si se les hubiera preguntado hace un año. Los Lakers sí están donde querían… y donde muchos no les habrían colocado si se les hubiera preguntado hace un año y medio. Campeones de la NBA, felices, estables y con Rob Pelinka convertido en uno de los ejecutivos más aplaudidos de la Liga. Cosas.
El mercado (traspasos, agencia libre) de los Lakers recibió una sonada aprobación general. Lejos de dormirse en los laureles, se posicionaron de la mejor manera posible para tratar de repetir título. Mantuvieron a Kentavious Caldwell-Pope y Markieff Morris y cambiaron a Dwight Howard, Danny Green, JaVale McGee y Rajon Rondo (Avery Bradley no estuvo en la burbuja) por Marc Gasol, Wesley Matthews y Dennis Schröder. Y sumaron a Montrezl Harrell, el Mejor Sexto Hombre de la pasada temporada… con los Clippers. “Era nuestro vecino, solo nos asomamos desde nuestra puerta y le preguntamos si le gustaba lo que nos traíamos entre manos por allí”, explicó LeBron.
El verdadero gran éxito, a priori, de la postemporada, ha llegado sin embargo cuando ya han abierto los training camps: LeBron James, que podía haber sido agente libre en 2021, se ha comprometido para dos temporadas más por 85 millones de dólares extra. Renunció a la player option para la 2021-22 y podrá salir al mercado, ahora, en 2023. El paso solidifica el proyecto del campeón con la legitimidad que aporta uno de los grandes de la historia, que ya firmó en su día por cuatro temporadas en una muestra obvia de confianza en los Lakers. En Cleveland se especializó en contratos cortos con los que mantenía el control de facto de la franquicia, con el fantasma de la agencia libre siempre agitado, y exprimía los márgenes del salary cap para maximizar sus ganancias.
En los Lakers se ha asentado, ha vuelto a ser campeón y ha encontrado el feliz desempeño en la vida californiana, que tantas estrellas ha llevado a L.A. También, es obvio, LeBron se ha garantizado un gran contrato para los próximos años por si acaso llega un declive que hasta ahora apenas se ha adivinado. Pero a finales de mes cumplirá 36 años. Así que también ha elegido esta vez ir sobre seguro en lo financiero. Y los Lakers, tan contentos. LeBron sigue siendo el mejor jugador del mundo, es el MVP de las últimas Finales y esta ampliación tiene poco que ver con la de Kobe Bryant, también con 35 años y en 2013: dos temporadas, 48,5 millones. Kobe, que llevaba 17 años de púrpura y oro, recibió ese premio después de una fractura en el tendón de Aquiles. No era probable que volviera a ser el monstruo que había sido, pero la franquicia recompensó así su compromiso y su historia: su leyenda. Con LeBron es justo al revés: en algún momento dejará de ser el monstruo que lleva siendo 17 temporadas… pero no parece que ese momento vaya a llegar en el corto plazo.
Justo después del acuerdo con LeBron, llegó el nuevo contrato de Anthony Davis: cinco años, 190 millones de dólares para un jugador en plenitud (27 años) que jugó una fantástica primera temporada en los Lakers y rindió a un nivel histórico en los playoffs. Su continuidad se daba por segura pero que haya evitado el martirio de los contratos cortos y haya firmado ya a largo plazo, sin salida al mercado como mínimo hasta 2024, es otro triunfo masivo de los Lakers, que se quitan de líos para el terremoto de 2021, cuando muchas estrellas estarán en el mercado. Davis es feliz, es campeón y tienen un futuro a largo plazo asegurado en L.A., el escenario ideal para los Lakers cuando apostaron muy fuerte (Brandon Ingram, Lonzo Ball, Jason Hart y tres primeras rondas, básicamente) por el ala-pivot. Ahora, una temporada, un anillo, y un contrato de cinco años después, nadie negará que los Lakers dieron en la diana con una operación arriesgada: Davis llegaba, en fin, con solo una temporada de contrato. ¿Y si no iban bien las cosas con LeBron? ¿Y si chocaba con el recién llegado e inicialmente cuestionado Frank Vogel?
La tercera estrella sigue siendo una opción
Los Lakers tienen su guion de las próximas temporadas escrito: LeBron, Davis, buenos escuderos y la bonanza de una franquicia histórica que vuelve a ser un destino premium para cualquier jugador. Durante los años anteriores a LeBron (seis seguidos sin playoffs, incluido el primero con él) hasta esa posición dominante en la jerarquía de la Liga (como franquicia y como mercado) pareció estar en cuestión.
Los Lakers ni siquiera han comprometido de forma dramática ni más allá de lo que esperaban (y deseaban, esto es clave) sus cuentas económicas. Si han perdido flexibilidad para hacerse directamente con otra estrella, ha sido porque están en una situación envidiable con dos de las más grandes de la Liga, LeBron y Davis. En todo caso, ambos iban a tener contratos máximos y a llevarse un bocado de unos 75 millones anuales. De cara a ese verano loco de 2021, tendrán unos 97 millones invertidos en ellos, Marc Gasol y Caldwell-Pope. Siguen pagando la baja prorrateada de Luol Deng (5 millones al año) y se enfrentarán a diversas decisiones importantes: Dennis Schröder será agente libre (han dado una primera ronda junto a Danny Green por él) y Harrell tendrá una player option de 9,7 millones. También volverán al mercado Matthews y Morris y lo visitará Alex Caruso, un jugador que se ha convertido en esencial. Y pende, como gran asunto por resolver en la planificación, el futuro de Kyle Kuzma, que puede firmar ahora una extensión o ser agente libre restringido en verano, como el prometedor rookie Talen Horton.Tucker.
Kuzma (todavía 25 años) ha sido un sí pero no para los Lakers. Primero fue una gran aparición, un anotador brillante desde el puesto 27 del draft. Un hallazgo. En las dos siguientes temporadas, no ha encontrado estabilidad como tirador ni funcionalidad como anotador más allá de rachas. No ha sido desde luego una tercera estrella al lado de LeBron y Davis… pero aportó en la rotación del campeón con una notable mejora en aspectos los que estaba muy verde como rookie: más lectura de juego y sobre todo más defensa, aspecto en el que la pasada temporada mejoró dramáticamente. Kuzma vive con un contrato rookie que por un lado es excelente para los Lakers pero, por otro, le quita valor como pieza de traspaso. Con 3,5 millones para la próxima temporada, apenas serviría para rellenar el espacio que requeriría una teórica tercera estrella (o un jugador importante). Y si pide unos 20 millones por temporada, parece desde luego una cantidad muy alta para su veradero nivel (salvo que se crea en un despegue todavía por llegar) y para lo que pueden pagar los angelinos… salvo que tengan otros planes de futuro.
Porque, con dos estrellas a precio de estrellas en nómina, la vía más clara si los Lakers quisieran sumar una tercera sería el sign and trade, una fórmula que en los últimos años ha tomado un papel mucho más importante en las gestiones del mercado NBA: firmar a jugadores para traspasarlos inmediatamente a un equipo con el que ya se ha pactado. Generalmente, el que pierde a un jugador importante recibe algo a cambio y no se queda con las manos vacías. Y el receptor genera así el espacio salarial que no tendría para operar directamente en la agencia libre. Si Kuzma amplía su contrato por una cantidad mucho más alta, podría acabar siendo una pieza más valiosa para una operación de futuro, aunque suene a paradoja. Con los contratos de Caldwell-Pope, Marc Gasol y otros que pudieran firmar antes o de cara a esa hipotética operación, los Lakers podrían abrir vías para hacerse con una tercera estrella si surgiera la oportunidad. Mientras, tienen una fórmula, con dos jugadores históricos bien rodeados y muy bien entrenados, que por ahora ya ha valido un anillo. Y atada para los próximos años. Con aroma a dinastía. Así que sí, a las puertas de la temporada 2020-21, todo va de maravilla en los Lakers.