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PLAYOFFS NBA | ROCKETS 100 - 110 LAKERS (1-3)

Caruso también juega

Los Lakers dominaron de forma magistral hasta los últimos tres minutos, cuando casi se dejan remontar. Caruso resolvió con un triple clave. Houston, contra las cuerdas.

 LeBron James saluda a Alex Caruso durante el transcurso del cuarto partido de las semifinales de la Conferencia Oeste de los playoffs de la NBA 2020 entre Houston Rockets y Los Angeles Lakers
LeBron James saluda a Alex Caruso durante el transcurso del cuarto partido de las semifinales de la Conferencia Oeste de los playoffs de la NBA 2020 entre Houston Rockets y Los Angeles LakersMichael ReavesAFP

Que nadie se confunda: los Lakers han hecho un partidazo. Han dominado todas las facetas del juego, han explotado los puntos débiles del rival y han demostrado que tienen una versión que puede ganar el anillo. No sabemos si lo acabarán consiguiendo, pero el camino es el que han recorrido durante tres cuartos y nueve minutos, sin prisa pero sin pausa, aumentando ventajas, controlando bien los tiempos y tomando las decisiones correctas en los momentos adecuados. Todos han aportado en el equipo angelino, en el que han anotado la totalidad de los jugadores que han disputado algún minuto (nueve), con seis por encima de la decena y un Anthony Davis imperial en los dos lados de la pista (29+12+5, con 2 tapones) y siendo el MVP de un partido que los Lakers se han complicado al final. Quizá por la apatía mostrada por su rival durante todo el choque o por un exceso de confianza que puede penalizarte mucho en playoffs. De una forma u otra, todo se ha resuelto con un triple de un héroe llamado Caruso y un robo del mismo sobre Eric Gordon. El base se ha coronado con 16 puntos (y un trabajo defensivo formidable) y ha tenido que acudir al rescate de unos Lakers que, repetimos, han desarrollado al máximo su potencial hasta los últimos tres minutos.

Los Lakers salieron confiados y seguros, con un cambio en la alineación de un Vogel que está demostrando ir mucho más allá de aquel entrenador que tenía problemas con los emparejamientos en su etapa en Indiana. El técnico ya vio por donde iban los tiros en el primer partido y sacó a Howard de la rotación, minimizando al máximo los minutos de un McGee al que ha relegado al banquillo en el día de hoy (0 minutos) en favor de un Markieff Morris que ya se mostró increíblemente activo en el primer periodo del segundo cuarto y plantea menos problemas a la hora de cruzarse con Tucker o Covington, sobre todo a la hora de defender en el triple. También da más movilidad en ataque y genera más espacios, liberando la zona para que la ocupen Davis y LeBron de manera indistinta. El segundo periodo fue la explosión laker, con la invitación sorpresa de un rookie, Horton-Tucker, que significó el enésimo movimiento de banquillo de un Vogel impoluto en el día de hoy; en siete minutos, el novato de 19 años hizo 5 puntos, 2 rebotes y 2 robos con un +9 con él en pista, y los Lakers se fueron al descanso con un favorable 41-57, dejando a los Rockets con un ataque irreconocible, solo 3 de 13 en triples y con muy detrás en el rebote, casi la mitad que sus rivales (27-14).

El tercer periodo fue la confirmación del dominio (29-29), aunque ya sin ser apabullante. Los Lakers se dedicaron a controlar y lo hicieron dejando pasar el tiempo pero sin dejar de atacar, algo que mantuvieron en los últimos 12 minutos de choque. LeBron agrandó la brecha (16+15+9 al final) y Rondo hizo su tercer partido consecutivo magistral desde el banquillo. De hecho, quizá sea la primera vez que hace tres seguidos así desde que llegó a los Lakers... pero claro, no había disputado los playoffs hasta ahora: 11+10+8 para el base, que añadió 2 robos y fue la calma en el nerviosismo que se apoderó de los Lakers en los últimos minutos, cuando sus ventajas habían superado la veintena y el encuentro parecía abocado a un final con poco brillo y mucha inercia. Le dieron algo de emoción los Rockets, que se acercaron a cinco (100-105) con algo menos de dos minutos y a base de tirar una cantidad ingente de tiros libres, hasta 39 (por 16 de los Lakers). La representación de esa manera de anotar fue, cómo no, de un Harden que se fue a 21 puntos, 16 desde la línea. De hecho, anotó los mismos tiros de campo (2) que Horton-Tucker, solo que disputó 39 minutos por apenas siete del rookie. No tuvo su día La Barba y los texanos tuvieron en Westbrook a su mejor hombre, algo que nunca es bueno del todo: 25 puntos para el único jugador que rompe el extremista esquema de Houston, intentando la friolera de 8 triples (anotó 3), una cifra demasiado alta para él. De hecho, solo ha lanzado más de 7 en dos partidos esta temporada... ambos en esta serie.

El final ya se sabe cómo fue: con 5 arriba, LeBron agotó la posesión y habilitó en la esquina a un Caruso que sentenció sin dudar. Y por si quedaban dudas, robó el balón a Eric Gordon (19 puntos) en la siguiente jugada. Todo antes de que Rondo, en transición, golpeara el balón contra el tablero para que LeBron machacara viniendo desde destrás y certificara así la conclusión de un partido del que se quedó a una asistencia del triple-doble, que habría conseguido si Rondo (que se quedó a 2) hubiera anotado la bandeja (había recibido el pase de James) en lugar de habilitar a su compañero. Curiosidades al margen, los Rockets están ahora al borde del abismo y con unas sensaciones que están a años luz de un resultado que puede resultar engañoso pero que representa lo mismo que cualquier otro en el que los Lakers hubieran sumado más puntos de su rival. Al fin y al cabo, la diferencia es irrisoria cuando lo que cuenta es que los angelinos dominan 3-1, un resultado que solo ha sido remontado 12 veces en la historia; y que lo hacen con una actuación magistral, una de las mejores que han tenido desde que todo se reanudó en la burbuja. Una con un pequeño despiste que mejor que sirva de aviso ahora que contra los Clippers (todo apunta a que serán ellos) y que se gestionó de aquella manera pero acabó con final feliz y dejó a Vogel suspirando y a la plantilla frotándose las manos mientas sus rivales se mostraban demasiado exhaustos incluso para incidir en unas protestas que están siendo una tónica general en la burbuja. O quizá siempre lo han sido, pero ahora se escuchan más. Por eso de la ausencia de público y tal.

Poco más que añadir. Los puristas se frotan las manos ante el equipo angelino, que dobló en puntos en la zona a su rival y les dejó sin anotar de segundas oportunidades o de contraataque hasta el último periodo, doblando en rebotes (52 a 26) a ese ultra small ball que es tan revolucionario como disfuncional a estas alturas, un poco como el estilo del equipo que lo ha llevado a cabo y que siempre ha tropezado en playoffs, contra los Warriors o contra sí mismos. Los Lakers, a una victoria de sus primeras finales del Oeste desde 2010. Y ya sabemos cómo acabó aquello. Los Rockets, que perdieron anotando cinco triples y 15 tiros libres más que sus rivales (algo que nunca antes había pasado en playoffs), a una derrota que certificará, como franquicia, que llevan un cuarto de siglo sin llegar a las Finales; y como proyecto... en fin, eso ya lo veremos. Pero todo parece indicar que en esos 27 triples fallados de forma consecutiva se escapó la oportunidad del proyecto Harden, uno que se encuentra en las últimas y casi sin posibilidad de buscar una última (otra vez) oportunidad. Houston se hunde ante la luz de Los Angeles y la eliminatoria, como la de los Clippers, pende de un hilo. El sábado podría ser la sentencia y podría confirmarse la serie soñada (Lakers-Clippers). De momento, los angelinos deberán seguir tirando de defensa y talento para resolver la serie. Y de LeBron, Davis, Rondo... y Caruso, claro. Que se nos había olvidado. Caruso también juega.