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Cuando no te frena ni una lesión: actuaciones legendarias a lo Doncic en los playoffs

Desde el mítico partido de la gripe de Jordan al séptimo de Willis Reed en las Finales del 70 o el último cuarto cojo de Kareem ante los Sixers en el 80.

La actuación de Luka Doncic ante los Clippers tuvo muchas connotaciones por las que se la puede considerar como histórica. Quizá lo más importante sea tener en cuenta el contexto en el que se produjo. Él medio cojo jugando más minutos que nunca en su carrera, sin Porzingis a su lado, ante uno de los favoritos al anillo y con la amenaza de ponerse 3-1 abajo en la serie, lo que en la inmesa mayoría de ocasiones supone una eliminación de facto. De todos esos inconvenientes el de la lesión del tobillo izquierdo es el que hace recordar otros partidos que ya forman parte de la leyenda de la NBA. Encuentros en los que sus protagonistas se jugaron el tipo en los playoffs saliendo a cancha lejos del 100%, cuando no directamente lesionados, y en los que fueron determinantes en el resultado final. Este es un reciopilatorio de algunos de ellos:

Willis Reed enciende el Madison por sorpresa

El pívot y capitán de los Knicks se había lesionado en el quinto partido de las Finales ante los Lakers y no pudo jugar el sexto, cuando los angelinos empataron la serie a 3 con una actuación monstruosa de Wilt Chamberlain campando a sus anchas (45 puntos y 27 rebotes). EL séptimo se jugaba en el Madison Square Garden y durante el calentamiento previo al partido Willis Reed se quedó en el vestuario. Todo apuntaba a que no sería de la partido, pero entonces, cuando los jugadores salieron por el túnel Reed estaba entre ellos. La reacción del público fue explosiva. Una ola de optimismo y energía recorrió las gradas y se metió en los jugadores de los Knicks, que iban a ganar el anillo por 113-99. El pívot sólo anotaría dos canastas, las dos primeras del partido, pero su sola presencia cambió la atmósfera del encuentro y fue decisiva en el resultado final.

Kareem imparable con el tobillo como una pelota

Que Kareem Abdul-Jabar es uno de los mejores jugadores de la historia los sabe cualquiera. Ese lugar de honor lo iba a lograr gracias a actuaciones tan memorables como la del quinto partido de las Finales de 1980 ante los Sixers. Acabó en 40+15+4 después de reventarse el tobillo tras un mal apoyo ya entrado el tercer cuarto y con 65-65 en el marcador. En el vestuario, los médicos de los Lakers solo le dieron dos opciones, irse al hospital en ese momento o después de ver el final desde la banda. Kareem preguntó si podía estropearse más el pie y le contestaron que estaba tan mal que, con una buena venda, no podría ir a mucho peor. Así que decidió volver, bloquear el dolor ("hipnotizarse a sí mismo", contaron los testigos), poner en pie a un Forum que rugió cuando le vio asomar y aportar 14 puntos y 6 rebotes en ese decisivo último cuarto. Sin saltar, sobre un solo pie y con el 2+1 definitivo con el marcador igualado (103-103) a 33 segundos del final. Un dios del baloncesto.

La serie de los dedos dislocados de Bernard King

En la primera ronda de los playoffs de 1984 los Knicks se veían las caras con los Pistons. Bernard King, un anotador como ha habido pocos en la historia, iba a jugar esa serie con dos dedos dislocados. Los de Nueva York iban a ganarla 3-2 y King se ganaría un puesto en la historia de los playoffs gracias a una actuación sobrehumana, promediando 40 puntos por partod con un 60% de acierto en el tiro. Una leyenda del ataque en su mejor versión... salvo por un par de dedos. Aunque a él eso le dio exactamente igual.

El día que Isiah Thomas se convirtió en una leyenda

Aunque Isiah Thomas ya era una estrella de la NBA cuando los Pistons llegaron a las Finales de 1988, fue el sexto partido de aquella serie el que le hizo convertirse en una leyenda. Después de meter 14 puntos seguidos en el tercer cuarto iba a lesionarse el tobillo al pisar encima del pie de un compañero después de un salto. Se marchó al banquillo, volvió 35 segundos después e iba a acabar el cuarto con 25 tantos (récord de más puntos en un cuarto en las Finales) y un 11/13 en tiros.

El partido de la gripe de Michael Jordan

Uno de los encuentros de los que más se ha hablado nunca. Michael Jordan saltó a la cancha en Salt Lake City, en el quinto encuentro de las Finales con gripe, después de no haber dormido nada la noche anterior. Deshidratado y sin fuerzas, Jordan iba a firmar una actuación para el recuerdo: 38 puntos, 7 rebotes, 5 asistencias, 3 robos, 1 tapón y el triple decisivo a falta de menos de un minuto.

Paul Pierce y la maniobra de la rodilla

En 2008 se volvía a repetir muchos años después el gran clásico de la NBA: una final entre los Lakers y los Celtics. Los segundos iban a poner la primera piedra de lo que se convertiría en el último anillo de la franquicia en un primer partido recordado por la lesión de rodilla de Paul Pierce. Una lesión que todavía hoy hay quien sostiene que nunca sucedió y que fue una estrategia del jugador para caldear el ambiente, imitando precisamente lo ocurrido con Willis Reed en Nueva York y también ante los Lakers 38 años antes. EL caso es que después de avandonar la pista iba a regresar minutos después con un público enfervorizado y lo primero que iba a hacer fue meter dos triples consecutivos. El alero acabó el encuentro con 22 puntos y aquella maniobra, real o ficticia, sería el primer clavo en el ataud de los Lakers.

Steve Nash mareando a los Spurs con un solo ojo

EN las semifinales de 2010 los Suns tenían la eliminatoria encarrilada ante los Spurs. Mandaban por 3-0 y no todos los días le metes un 4-0 a un equipo así. Los Suns lo iban a hacer, pero lo más impresionante fue que lo lograron con su jugador estrella disputando los últimos 12 minutos con un solo ojo. Como suena. Steve Nash recibió un codazo en el tercer cuarto que le obligó a marcharse al vestuario. Cuando volvió a la pista tenía el ojo tan hinchado que no veía prácticamente nada. Pero eso no le impidió meter 10 puntos, dar 5 asistencias y bailar a la defensa de los Spurs con todo un serial de acciones técnicas y pases sin mirar. Una actuación inolvidable.

La redención de Chris Paul a la pata coja

Chris Paul es uno de los mejores bases de la historia. Sin embargo, su escaso éxito en playoffs le ha hecho perder méritos para muchos aficionados. Pero él también tuvo su momento estelar en las eliminatorias. En concreto en las de 2015, cuando en el séptimo partido de primera ronda iba a meter la canasta que clasififcaba a los Clippers para las semifinales. Lo hizo en una acción heróica, ya que tenía una lesión en la parte posterior del muslo que le hizo jugar cojeando durante los últimos minutos. Aún así consiguió sacar un lanzamiento a falta de un segundo para el final, prácticamente a la pata coja y ante la defensa de Tim Duncan.

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