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Pippen y Curry: dos 'contratos basura' que forjaron dinastías

Ambos jugadores, en sus respectivas etapas, perdonaron mucho dinero para poder ganar. Pippen sería el 278º jugador que más cobraría en la NBA actual.

Pippen y Curry: contratos basura que forjaron dinastían

El mundo al revés. Eso pensaríamos de aquel en el que Scottie Pippen fuera el 278º jugador que más cobra de la NBA con un sueldo de tan solo 2,7 millones de dólares, muy parecido al de, por ejemplo, Álex Caruso. Sería su posición si adaptamos el salario que percibió en la 1997-98, esa tan presente estos días gracias a o por culpa de ese documental llamado The Last Dance, a la competición actual. Hoy, el segundo más pagado es Chris Paul, que cobrará, sin contar la rebaja por coronavirus, 38 millones de dólares. Es más de lo que se llevaron entre Pat Ewing y Horace Grant de manera combinada en la en 1998 (20 millones del primero y 14 del segundo), y prácticamente lo mismo si fusionamos el salario del propio Grant, con el de Shaquille O'Neal (tercero mejor pagado con 12,8 millones) y David Robinson (cuarto, con 12).

Es una evidencia que la NBA actual no es la de hace ya algo más de veinte años. Entre medias, se han vivido dos lockouts, hemos entrado de lleno en la era de los jugadores empoderados, solapada por la de un nuevo estilo de juego con el triple como bandera. Se han firmado nuevos contratos televisivos y los jugadores se llevan más dinero que nunca. Precisamente en la 1997-98, fue cuando los Wolves le firmaron a Kevin Garnett un contrato de 6 años y 126 millones de dólares que tuvo como consecuencia el primer parón de la historia, auspiciado por la discusión entre la patronal y el sindicato de jugadores, con éstos queriendo aumentar su poder adquisitivo en contra de unos propietarios que siempre se llevaban la mejor parte del pastel. En la 2011-12, el problema fue parecido, con los los propietarios exigiendo reducir la renta de los jugadores del 57% que percibían con el convenio de 2005 a un 47%. Los propietarios querían que se aumentara el impuesto de lujo para impedir que se superase el límite salarial y así forzar la competitividad, pero la clase media de la Liga argumentó que esto afectaba a sus ingresos y no a los de las estrellas, que seguirían (y siguen) percibiendo lo mismo.

La huelga de jugadores se inició en 1 de julio (no hubo traspasos ni movimientos durante el verano) y duró hasta el 26 de noviembre, cuando ambas partes acordaron que la renta estuviera entre un 49 y un 51,5%, por debajo del 53% que deseaban los baloncestistas. Las estrellas de nuevo salieron beneficiadas, pero todo tuvo un nuevo capítulo con los ya mencionados contratos televisivos firmados en 2016 y que permitieron, entre otras cosas, que profesionales como Pau Gasol pudieran acorda con los Spurs un contrato por dos temporadas a razón de 30 millones de dólares con 36 años.

Pippen y Curry: dos casos distintos, y a la vez parecidos

A inicios de la década de los 90 todavía no se había vivido el bum contractual que sí tuvo lugar a finales. Una buena parta de los ingresos era para los propietarios, y lo generado por los jugadore no se traducía en los montones de dinero que tuvo lugar después. Por poner un ejemplo, Magic Johnson apenas cobraba 2,5 millones de dólares en la 1991-92, la última de su carrera (con un breve regreso cuatro años después). Larry Bird, también en su año de retirada, era el que más cobraba de la Liga, con algo más de 7 millones. Y nadie pasó de los 10 hasta la 94-95, cuando el propio Johnson cobró, sin jugar, 14 millones de unos Lakers que le cuidaron muy bien y le siguieron pagando tras su marcha forzada, por culpa de un positivo por VIH que dio la vuelta al mundo.

Antes, en 1991, Scottie Pippen firmaba un contrato de 8 años por 18 millones de dólares, que sería el sueldo máximo anual de la 1995-96 (Pat Ewing, de los Knicks). Por aquel entonces, nadia sabía del desarrollo que iban a tener las ganancias, y el alero, que ya iba camino de convertirse en uno de los mejores jugadores de la competición, prefirió la seguridad de un contrato a largo plazo que lucrarse solo un poco más (el techo no era muy alto) y estar expuesto a poder quedarse sin equipo antes de lo previsto por culpa de una lesión que nunca sabes si va a llegar. En la 91-92, cuando se hizo efectivo el contrato, Pippen era el 16º mejor pagado de la NBA. Y el año siguiente el octavo; luego, fue relegado a posiciones cada vez más lejanas de los primeros puestos a pesar de mantenerse siempre, y solo con ligeras variaciones, con el mismo sueldo:

  • Temporada 1991-92: 2.77 millones, 16º mejor pagado
  • Temporada 1992-93: 3.42 millones, 8º mejor pagado
  • Temporada 1993-94: 3.07 millones, 24º mejor pagado
  • Temporada 1994-95: 2.22 millones, 91º jugador mejor pagado
  • Temporada 1995-96: 2.92 millones, 74º jugador mejor pagado
  • Temporada 1996-97: 2.25 millones, 128º jugador mejor pagado
  • Temporada 1997-98: 2.77 millones, 122º jugador mejor pagado

Durante ese periodo de tiempo, Pippen fue elegido tres veces en el Mejor Quinteto de la NBA, dos en el segundo, otros dos en el tercero, disputó el All Star en seis ocasiones (con un MVP, en 1994), fue líder en robos (1995) y no se bajó del Mejor Quinteto Defensivo. Y todo ello, con un salario correspondiente a un hombre del banquillo profundo, esos que están entre la NBA y la G-League sin pena ni gloria y que apenas cuenta para los entrenadores. Y ganando seis anillos de la NBA, una barbaridad mientras veía como la cotización de la franquicia se mantenía al alza gracias a la figura de Jordan (y la suya propia). Algo de lo que no podía aprovecharse al estar bajo el contrato que había firmado en 1991.

Si bien Pippen no volvió a conseguir el anillo, sí tuvo contratos más lucrativos en el resto de su carrera: se embolsó 11 millones en su único año en los Rockets, y 14, 13, 18 y 19 en los cuatro años vividos en los Blazers. Incluso en su retorno a los Bulls, en una especia de reconciliación con una franquicia que ya no contaba con Jerry Krause y con la que apenas disputó 23 partidos (6 de titular y 18 minutos de juego), se embolsó más dinero que en cualquiera de los 11 años anteriores que había pasado en la franquicia. Casi 5 millones en la 2003-04, la última de su carrera (6 puntos por noche y un 38% en ritos) y otros 5,4 al año siguiente, en el que siguió cobrando de la franquicia en la que había conquistado muchos anillos y muy poco dinero.

El caso de Pippen siempre fue recordado como el de alguien que es capaz de sacrificar dinero para poder ganar. Dicho relato alimentó también el oficial, ese del que más uso se hacía, que le señalaba como el infatigable escudero de Jordan. Phil Jackson, su entrenador en los seis anillos que conquistaron en los 90 y otro hombre que se llevaba mucho más dinero que él (y que nadie en su gremio si dejamos al margen al Pat Riley de los Knicks) siempe dijo que "Scottie Pippen era la persona que había ayudado a Michael Jordan a convertirse en Michael Jordan". No sabíamos sí se refería a esto, pero el mismo año que el alero cobró 2,7 millones en la 97-98, Jordan se llevaba 33 y era el mejor pagado de la NBA. Entre ellos había 120 jugadores, que tenían un sueldo comprendido entre ambos.

Draymond Green, que recientemente señaló a Durant con un mal disimilado rencor, puso en la misma entrevista a Stephen Curry como mismo ejemplo. El base aterrizó en la NBA en 2009, pero firmó, en un hotel de Phoenix, una extensión en la noche de Halloween de 2012 a razón de cuatro años y 44 millones de dólares. A muchos les pareció infame que ese contrato, que se haría efectivo tras la finalización de sus honorarios como rookie (en la 2013-14) le reportara a Curry 9,8, 10,6, 11,3 y 12,1 millones de dólares en los siguientes cuatro años, siendo en el seguno y tercero de ellos MVP de la temporada, y campeón y finalista respectivamente. En el primero de esos cursos, el base era e 62º jugador mejor pagado de la competición por detrás de... Thiago Splitter, el 61º y Gerald Wallace, el 60º y que promedió 5 puntos por partido por los 24, con 8,5 asistencias del playmaker, que también superaba a Splitter (8,2) en cualquier apartado estadístico. Curry se mantuvo entre el puesto 60 y el 70 en los tres primeros años y en el 82 en el cuarto y acabó percibiendo los 44 millones correspondientes:

  • Temporada 2013-14: 9,8 millones, 62º jugador mejor pagado
  • Temporada 2014-15: 10,6 millones, 60º jugador mejor pagado
  • Temporada 2015-16: 11,3 millones, 65º jugador mejor pagado
  • Temporada 2016-17: 12,1 millones, 82º jugador mejor pagado

Tal y como le pasó a Pippen, Curry ganó multitud de reconocimientos esos años, además de dos anillos de campeón. Y si el alero fue el segundo de a bordo de la franquicia que consiguió, en la 1995-96, el mejor récord de la historia (72-10) cobrando 2,92 millones, el base fue la cara de la dinastía warrior y logró el MVP en la 2015-16, la del 73-9. Otro ejemplo que, hecho por el motivo que fuera, permitió firmar a, por ejemplo. Andre Iguodala, que precisamente en esa última temporada cobró 11,7 millones, ocupando un puesto inmediatamente por encima del de Curry en la clasificación de mejor pagados. Y también a Kevin Durant, que se ha embolsado 26, 25 y 30 millones, teniendo Bob Myers que hacer malabares para evitar el impuesto de lujo cuando Curry pidió su ampliación. En ese momento, y teniendo en cuenta que Klay Thompson y Draymond Green también estaban en Golden State, no era el momento de regatear con un jugador al que ya no le valían las medias tintas. Su nuevo contrato estuvo lejos de la abnegación del primero, algo para lo que tenía todo el derecho, y se ha llevado 34 y 37 millones en las dos últimas campañas, con 40 en la actual, donde ha disputado cinco partidos y ha sido el jugador mejor pagado de la NBA por delante de Chris Paul, 38.

El negocio definitivo

La NBA siempre ha sido un negocio, pero antes lo era para la empresa en sí, para la industria y sí, también para los jugadores, pero en menor medida que ahora, cuando están más empoderados que nunca, manejan franquicias a su antojo y se mueven por el dinero aparentemente más que antes (con excepciones, como en todo) y con gente como Chris Paul poniendo su contrato por delante de un hipotético anillo que podría conseguir si renunciara a parte de los 38 millones que tiene pendientes o a los 41 y 44 que va a recibir las dos próximas campañas. El baloncesto ha cambiado, pero las personalidades también, y si bien es cierto que el dinero real que cobraba Pippen por aquel entonces no estaba sometido a la inflación ni se adapta al valor real de la sociedad actual (lo mismo pasa con el de Curry pero viceversa), pero si hacemos la cuentas, vemos que aún ajustándolo está por debajo del de dinero que percibió el jugador de los Warriors. Los 18 millones repartidos en los 90, sometidos a la inflación, equivalen a 31 millones en 2014. Una cifra menos a los 44 millones de Curry.

También hay otra cosa a tener en cuenta. Pippen creció en una zona rural de Arkansas y en sus cuatro primeras temporadas no pasó de 765.000 dólares para un total de 2,78 millones. El alero buscaba una situación financiera estable que le permitiera mantener a su familia y lo consiguió, aunque se quejó públicamente de sus honorarios en la 1997-98. Curry no estaba en la misma sitacuón que su homólogo en esta historia, y no solo se llevó más dinero en sus cuatro primeras campañas (12 millones), sino que su padre, Dell Curry, también había jugado en la NBA... y se llevó casi 20 millones en contratos. Procedía, por tanto, de una familia acomodada, por lo que la decisión no es comparable. Lo que no quita que fuera complicada y que buscara una seguridad añadida por una lesión de tobillo que podía convertirse en crónica. Los Warriors le dijeron que si se mantenía sano le ofrecerían el máximo a final de año, pero que en octubre, la propuesta era de 44 millones. Los máximos no son los mismos que ahora y Cury, que finalmente estuvo bien ,del tobillo, se podría haber ido a los 61 millones. Los 17 que perdonó fueron para buscar una seguridad añadida ante la incógnita de no poder estar del todo sano en la conclusión del curso.

Ambos contratos tienen un componente en común, que permitieron la llegada de otros jugadores. Pippen era, en la 1997-98, el sexto jugador que más cobraba de los Bulls (¡¡!!), tras Michael Jordan, Dennis Rodman, Toni Kukoc, Ron Harper y Luc Longley. Si se hubiera ido a un sueldo similar al de Jordan, es muy posible que Harper, Kukoc o Rodman, claves en el segundo three peat, no pudieran haber llegado. Los consabidos beneficios de las renuncias de Curry mantuvieron en la franquicia a Klay y Draymond y trajeron a Durant. Y nunca se quejó, ni en público ni en pivado. Esto sentó un precedente respecto a la abnegación, pero en este caso también sale perdiendo Pippen: Curry empezó su contrato con 25 años, y salía de él con 29 años, cuando podría firmar el máximo, algo que ha hecho. Pippen, lo inició con 26 y salió con 33. Desde luego, no es lo mismo firmar a alguien en plena bajada y con problemas de espaldas, como era el caso del alero, o a una estrella que se va a encontrar en el mejor momento de su carrera y en plena y efervescente madurez. Está claro, por lo tanto, que ambos perdonaron dinero... aunque los motivos fueran distintos.

El dinero siempre ha sido importante y el aumento de los contratos televisivos, los convenios colectivos que le daban más poder a los jugadores y el crecimiento de la NBA como industria, aperturismo incluido, provocan un contexto que provoca que los jugadores (no todos, insisto) se muevan más por lo que ganan que por ganar, algo que seguro que habrían hecho hace 30 años de haber podido. Pero eso, nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos, es que Pippen se retiró con unas ganancias de 109,9 millones de dólares; y que Curry, cuando acabe su actual contrato con 34 años y pueda firmar otro (¿máximo?), estará en 257 solo en ganancias profesionales. Desde luego, las cosas han cambiado. Si es o no un problema estructural, del contexto en el que se mueve la Liga o de la actitud de los jugadores, que ponen por delante el dinero a los títulos, es algo que se escapa del control de estas líneas. Las conclusiones, son para el que las lea.