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NBA | ANÁLISIS

¿A qué juegan los Rockets?

Los texanos traspasaron a Paul en verano y a Capela hace unas horas, renunciando a dos de los mejores complementos que ha tenido Harden. ¿Tienen sentido estos movimientos?

James Harden, durante un partido de la NBA con los Houston Rockets
MATTHEW STOCKMANAFP

Los Rockets siguen moviéndose en aguas pantanosas y en movimientos no del todo explicables que, unidos al juego practicado en los últimos meses, dejan el proyecto que en 2012 iniciaron con James Harden más que cuestionado. No por esos traspasos que han alejado de Houston a los dos mejores complementos que ha tenido La Barba, también por la deriva descendente inherente a la franquicia desde que cayeran en ese séptimo partido de las finales de la Conferencia Oeste ante los Warriors. Ese en el que cayeron presa de sus propios errores, donde las armas que les llevaron a ganar 65 partidos en la regular season brillaron por su ausencia y en el que siguió sin existir el famoso plan b, ese que un entrenador tan imaginativo como en ocasiones falto de recursos como Mike D'Antoni nunca ha tenido.  

En menos de 6 meses, los Rockets se han deshecho de Chris Paul, la mejor pareja exterior que ha tenido James Harden y de Clint Capela, la mejor interior. El primero, uno de los mejores bases de la historia, era un gran defensor capaz de cubrir las espaldas de su ex compañero, sabía jugar con balón y sin él, tiraba de forma excelente de tres y penetraba como nadie, dos cualidades esenciales que representan como ninguna el juego que practican los Rockets (y una gran parte de la NBA). El segundo, un pívot cuya progresión estaba en aumento, ha sido el único hombre alto que se ha sabido adaptar a la perfección al estilo del escolta. Su capacidad intimidatoria era utilizada de manera excepcional por Jeff Bzdelik, ese entrenador defensivo que permitió que Houston pasara de la condición de contender a la de favorito en apenas una temporada. No destacaba solo ahí Capela, que ha progresado en ataque hasta casi los 17 puntos por partido a los que se fue la campaña pasada, siendo muy útil a la hora de recibir el último pase de La Barba o de atrapar rebotes ofensivos sin postear en ningún momento. En otras palabras, el complemento ideal para la estrella de los Rockets. 

¿Por qué han hecho esto? Es la gran pregunta que muchos se hacen. El traspaso de Paul por Westrbook ya fue altamente cuestionado, aunque la mejora del base en los últimos partidos parece haber sepultado momentáneamente el debate. Sin embargo, los Rocktes marchan en la quinta posición del Oeste, con opciones todavía de meterse en el segundo puesto de unos Clippers en ascenso, pero con más de caer hasta el séptimo que ahora ocupan los Thunder, a los que tienen a tan solo dos victorias. Y todo esto, con el peor rating ofensivo desde que D'Antoni llegó a Texas (114) y con el segundo peor defensivo (110) solo superado por el año pasado (110,7).

El empeoramiento en esta parte de la pista ha sido una obviedad y los Rockets reciben 5 puntos más por partido (de 109 del curso pasado a los 114,5 de esta), una barbaridad que no ha impedido que se deshagan del mejor defensor de la plantilla, Clint Capela. El rating defensivo era mejor con el center en pista (pasaba de 111,5 a 109,7), que estaba promediando casi 1 robo y 2 tapones por partido antes de ser traspasado, además de 13,5 rebotes que le dejaban como el mejor de la NBA en esta categoría solo por detrás de Andre Drummond, Rudy Gobert y Hassan Whiteshide. La habilidad de Capela para defender y correr detrás de hombres exteriores y su habilidad en transición dentro de un equipo que ha aumentado el pace (ritmo de juego) del 97,9 al 103,8 le dejaban como una pieza fundamental para unos Rockets en los que explotó en los 9 partidos que disputó entre el 6 de noviembre y el 3 de diciembre: 17 puntos, 20 rebotes y 2,4 tapones con un 69% en tiros de campo en el que probablemente ha sido el mejor momento de su carrera deportiva. 

El small ball, un último intento de redirigir el proyecto

Los Rockets, que han cambiado su estilo de juego desde la llegada de Westbrook, dejando un hueco a los tiros de media distancia del base (único que rompe con la monotonía de triples y lanzamientos en la zona del equipo) y convirtiendo el contraataque en un arma más, ya venían avisando del traspaso de Capela. Más que por los rumores, por el uso que han hecho del pívot en los últimos encuentros. Antes del partido ante los Nuggets (el día de la muerte de Kobe), el jugador suizo estaba en 14,4 puntos y 14 rebotes. Ese día disputó 29 minutos (9 puntos y 12 rebotes). Capela solo disputó uno de los cinco siguientes partidos y en el que saltó a la pista solo estuvo 17 minutos. D'Antoni no daba pistas sobre su hombre fuerte en la zona y los rumores empezaban a crecer mientras los Rockets ganaban cuatro de los cinco partidos de esa racha. Curiosamente, los cuatro en los que no jugó el suizo. 

Casualidad o no, la apuesta por el small ball parece ser el último intento de redirigir un proyecto caduco y que parece acercarse paulatinamente a su final. La prórroga del año pasado, en la que consiguieron igualar (2-2) la eliminatoria de las semifinales del Oeste ante los Warriors, fue un mero espejismo antes de que Houston volviera a colapsar desde el triple y mostrara las mismas carencias que ha tenido en los últimos años: sin plan b, sin capacidad para frenar al rival en el clutch time y con Harden, un hombre que promedió 36 puntos por partido el año pasado, desmadejado en los momentos más importantes de las noches más grandes

Ahora, los Rockets harán el último intento con un small ball con el que han salido ilesos en enfrentamientos contra equipos con hombres altos que, a pesar de haber tenido noches destacadas (el 35+12 de Porzingis es un claro ejemplo), no han podido con los texanos, que suman tes victorias consecutivas. La llegada de Robert Covington procedente de Minnesota, un hombre en el que ya se habían fijado los Lakers o los Clippers, va a permitir que la defensa exterior se refuerce y que el propio alero ocupe incluso la posición de falso cuatro en un hipotético quinteto con Harden, Westbrook, Gordon y Tucker, ocupando este último el puesto de pívot. Además, es un buen lanzador de tres, algo esencial para jugar en Houston y esta temporada convierte un 65% de sus lanzamientos en transición y un 68% en catch and shoots liberados. Y todo esto, con capacidad para defender a hombres como LeBron, Kawhi o Paul George en hipotéticas eliminatorias ante Lakers o Clippers.

Eso sí, los Rockets tendrán que llegar frescos a esas eliminatorias si quieren tener alguna opción. James Harden parece recuperado de la pequeña crisis que ha sufrido y el equipo ha demostrado que es capaz de ganar sin Capela, un pívot que por muy útil que fuera daba un paso atrás (como hacían muchos) en playoffs. Lo venimos diciendo desde hace tiempo: el Hardensistema, ese que se inició en 2012 y que ha cambiado la manera de jugar al baloncesto pero se ha quedado sin anillos, se enfrenta a su último gran desafío en la presente campaña: la supervivencia del proyecto.