SIXERS 108-LAKERS 91

El Rey LeBron supera a Kobe y es el tercer anotador de la historia

Derrota en Philadelphia de unos Lakers fundidos pero noche histórica para LeBron, que anotó 29 puntos y ya solo suman más que él Karl Malone y Kareem Abdul-Jabbar.

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El 29 de octubre de 2003, LeBron James debutó en la NBA con 18 años y 303 días. Con los Cavaliers de Cleveland, la franquicia profesional a 39 millas y media (algo más de 63 kilómetros) de su Akron natal. La capital mundial del caucho, una industriosa ciudad desde donde Goodyear y Bridgestone surtían de neumáticos al imperio del automóvil forjado en la vecina Detroit, y ya un lugar de renombre en todo el mundo porque en su Summa City Hospital nacieron, en la misma planta y con 39 meses de diferencia, Stephen Curry (cuando su padre, Dell, jugaba en los Cavs) y LeBron; el orgullo de Ohio, el jugador que hizo campeones a los Cavs en 2016 (precisamente contra los Warriors de Curry) y desde hoy, y por ahora, el tercer máximo anotador en la historia de la NBA..

Porque a menos de 600 kilómetros de Akron, en Philadelphia (más conexiones: la ciudad natal de Kobe Bryant), LeBron superó los 18 puntos que necesitaba para pasar a Kobe y convertirse en el tercer máximo anotador de siempre. Acabó con 29 puntos, 7 rebotes y 8 asistencias, y entrado el tercer cuarto (a 7:22 del final) y con su equipo estrangulado por la defensa de los Sixers (74-52) anotó una bandeja en penetración con la que dejó atrás a un Kobe al que había homenajeado ya con rotulador dorado en sus Nike ("Mamba 4 Life", "8/24 KB") y al que recordó después del partido, cerrado con derrota (108-91) de sus Lakers... y los de Kobe: "Soy un chico de Akron que creció con Kobe Bryant y Michael Jordan como ídolos. Que se me compare con ellos es algo increíble y que me llena de humildad. Kobe es una leyenda, ya me fijaba en él cuando estaba en el colegio, en el instituto... fue una gran inspiración verle pasar con 17 años directamente a la NBA, un ejemplo para la que yo hice después. Así que, en realidad, Kobe ya me estaba ayudando cuando todavía ni me conocía".

Cuando LeBron llegó a la NBA, Kobe ya había ganado tres anillos y todavía se llevó dos más (2009 y 2010) antes de que comenzara el ciclo de LeBron, que jugó ocho finales seguidas (2011-2018) justo después de las tres últimas de Kobe, con el que nunca se midió en la lucha por el anillo, el sueño no realizado de una generación de aficionados. Sí se enfrentaron en Regular Season: 16-6 para LeBron, con diez triunfos en los últimos once duelos. Y ganaron juntos dos oros olímpicos, los dos contra España (Pekín 2008, Londres 2012). Ahora LeBron tiene 33.655 puntos por los 33.643 Kobe y los 32.292 de Michael Jordan. Al 23 de Akron (de los Cavs, los Heat y ahora los Lakers) le quedan dos montañas por escalar, las definitivas: Karl Malone (36.928) y la gran cima del Himalaya NBA, Kareem Abdul-Jabbar (38.387).

Una historia muy laker: Kareem y Kobe (que felicitó rápidamente a LeBron a través de las redes sociales) son mitos de la franquicia, LeBron trata de serlo para abrochar con diamantes una carrera ya legendaria y Karl Malone se retiró tras perder las Finales de 2004 con los angelinos, un último y desesperado asalto al anillo que Michael Jordan le dejó sin ganar a pesar de sus casi dos décadas de gloria en Utah Jazz. LeBron, eso sí, volvió a insistir en que nunca ha pretendido ni se ha sentido un gran anotador sino un jugador completo, integral. Su ficha estadística y su estilo le dibujan más cerca de Magic Johnson que de un Michael Jordan a cuya estela se acercó más que nadie Kobe, que sin embargo ya tiene en la comparativa entre ambos menos puntos totales que LeBron, menos de media (25 por 27,1), peores porcentajes totales (44,7 por 50,1) y peores en el triple (32,9 por 34,3). En el dato, eso sí, que seguramente mejor explica el perfil anotador de cada uno, LeBron acumula más partidos con al menos 30 puntos (459 por 431) pero Kobe tiene más de 40 (122-64), 50 (25-12), 60 (6-1)... y, claro, 80, ahora que se han cumplido catorce años (catorce ya...) de sus 81 a los Raptors.

LeBron lleva en la NBA 17 temporadas, 1.242 partidos de Regular Season y casi 48.000 minutos y sigue, con 35 años, promediando más de 25 puntos por noche con casi 8 rebotes y por primera vez en su carrera más de 10 asistencias. Si cumple su promesa de intentar llegar a los 40 en las pistas para jugar con (o al menos contra) su hijo Bronny, superará a Karl Malone y tiene a tiro al imposible Kareem. Ahora mismo, y vista su resistencia en el combate contra el padre tiempo, parece casí ridículo apostar contra él.

Los Lakers, superados por el físico de los Sixers

Con Kobe ya detrás, un momento que era obvio que iba a llegar en este eje central de la temporada, a LeBron y sus Lakers les queda agruparse para la lucha por el título en el que va a ser el regreso de la franquicia a playoffs después de seis años de pesadilla. Tras perder en Philadelphia están 36-10, con un calendario amable por delante y tres partidos y medio de ventaja sobre el segundo del Oeste, Utah Jazz. Su primer objetivo es amarrar el primer puesto de Conferencia, pero es inevitable sentir que buena parte de sus opciones reales se deciden en estos últimos diez días de mercado invernal, en los que se avecina una locura que puede recolocar a los aspirantes al anillo en un año de confusas jerarquías en un Oeste que se había acostumbrado a vivir bajo la tiranía de unos Warriors ahora en año vacacional. Los Lakers necesitan un base de garantías (Darren Collison, agente libre que quiere volver tras retirarse en verano, es el objetivo más obvio) y un alero fuerte que pueda defender y anotar tiros liberados. En Philadelphia se cumplió el perfil de casi todas sus derrotas contra los equipos top de la NBA: pérdidas, muchos tiros fallados, falta de físico contra forwards grandes (Tobias Harris)... o jugadores con cuerpo de forward grande (Ben Simmons). El asunto está claro, pero verbalizar el diagnóstico es más fácil que poner el remedio. El trabajo de Rob Pelinka en los despachos puede ser definitivo en quién y cómo acaba siendo campeón de la NBA en junio.

En descargo de los Lakers hay que decir que, en cancha muy dura y prime time televisivo, jugaban el quinto partido de gira a domicilio y el cuarto muy seguido en el Este. Los síntomas de cansancio fueron obvios, así que lo coyuntural y lo circunstancial se dieron lo mano en lo que pareció (y lo fue durante muchos minutos) una paliza (el citado 74-52...) pero pudo acabar siendo una remontada improbable. Así que el que quiera ver razones para el optimismo puede encontrarlas en la forma en la que los Lakers, desde la defensa y entre el final del tercer cuarto y el inicio del último, llevaron el partido a un increíble 93-88 que pudo apretarse más porque LeBron falló un triple que pudo poner a su equipo a dos a 4:44 del final. Pero ahí, en pleno temporal, se fundieron del todo los plomos de los angelinos. Al Horford enlazó siete puntos para el K.O., cerrado con un 11-0 (104-88) que avanzó hacia un marcador final más cercano a las sensaciones reales del partido completo. Horford acabó con 16 puntos, Harris con 29 y Simmons con 28, 10 rebotes, 8 asistencias y 4 robos para unos Sixers que se apuntaron una de sus mejores victorias en una temporada por ahora irregular, por rival y porque jugaban sin dos titulares (Josh Richardson y Joel Embiid).

En lo Lakers, Anthony Davis acabó con 31 puntos y 7 rebotes... pero 5 pérdidas que totalizaron 13 con las 8 de LeBron, ovacionado por la grada en el tiempo muerto posterior a la canasta con la que superó a Kobe. Casi nadie más atacó bien, Kuzma perdió otra oportunidad y al menos Caldwell-Pope y Caruso defendieron para un equipo que salda la gira con 3-2 y buenas victorias en Houston y Brooklyn, pero también dudas obvias tras perder en Boston y Philadelphia con actuaciones aplicadas con exactitud a lo que son unas zonas de peligro claras de cara a los playoffs a pesar de su por ahora excelente Regular Season. La historia ahora estará en estas (decisivas) ya menos de dos semanas de mercado pero esta noche, y a pesar de la derrota y la mala imagen, los titulares tienen que ser para LeBron y un empeño por acercarse a los grandes de la historia que está haciendo que vaya a acabar superando a casi, casi todos. Veremos si finalmente a todos cuando llegue el día de su adiós y toque mirar definitivamente hacia atrás. Como el récord de Kareem, esa es otra idea que antes producía vértigo y que ahora está sobre el mesa. Cuestión de números, lógica... y del inmenso peso que tiene en la NBA un jugador que ya es uno más entre los grandes gigantes de la historia de la liga. El chico de Akron, el mejor alero de siempre... y mucho más en realidad que todo eso. Sencillamente, LeBron James.