Ingram se doctora en Navidad y los Pelicans dan la campanada
Muy mal partido de los Nuggets, sorprendidos en su pista después de siete victorias seguidas. Brandon Ingram lideró a unos Pelicans en muy buen momento.
Había dos partidos de la jornada de Navidad que no parecían tener demasiada razón de ser, meses después de una elaboración del calendario a la que la realidad parecía haber dado la espalda. Warriors y Rockets han mantenido una rivalidad tremenda en los últimos años pero esta temporada los de la Bahía están en año de transición, lejos de los playoffs y sin Stephen Curry ni Klay Thompson. Y el Nuggets-Pelicans parecía una opción óptima por el hype que rodeaba en verano a cada movimiento de Zion Williamson. Pero el ala-pívot, número 1 del pasado draft por aclamación, no ha debutado todavía, y los Pelicans habían enlazado una racha de trece derrotas seguidas que acabó hace menos de una semana. Pues bien, en el milagro de la Navidad, los Warriors se dieron un gustazo contra los Rockets y los Pelicans se impusieron en Denver a unos Nuggets que llevaban siete victorias seguidas, jugaron un partido horrible y quedan en 21-9. Dos choques finalmente divertidos donde parecía que no iba a haber nada que rascar. No es poco.
El triunfo rubrica una obvia subida de nivel de los Pelicans, que han ganado tres partidos de cuatro tras esas trece derrotas y que, de repente, han empezado a defender. Veteranos como Derrick Favors (esta vez 8 puntos, 13 rebotes, 8 asistencias y mucho trabajo) y Jrue Holiday (20+5+8 y 6 robos) están alcanzando su mejor versión y solo falta que lleguen por fin buenas noticias sobre la lesión de rodilla de Zion para que lo que parecía un annus horribilis no acabe tan mal. El lote de los Lakers, además, y justo después de que los angelinos se estrellaran en casa contra los Clippers, dio un excelente nivel. Josh Hart sumó 16 puntos y 9 rebotes con un 4/5 en triples. Lonzo Ball, que ha tenido tramos horrendos de temporada, jugó un buen partido en defensa, dirección... y finalmente también en el tiro, con solo dos triples (2/8) pero ambos en momentos importantes. Y Brandon Ingram, directo al All Star, volvió a estar a un nivel excelente en el año de su consagración definitiva: 31 puntos, 7 rebotes y un 7/9 en triples cuando nunca había anotado más de 4 en un partido. Ese rango más largo de tiro es el arma que ha añadido en su primera temporada en Louisiana. Y es la que le está llevando al siguiente nivel, el definitivo, como jugador.
Los Pelicans fueron siempre por delante, manejando pequeñas ventajas que daba la sensación de que serían absorbidas por cualquier manotazo todavía a tiempo de los Nuggets, el perro grande del partido. Pero ese viraje de los de Malone nunca llegó. Ni entraron los tiros con continuidad ni hubo energía defensiva en un equipo que es peor cuanto más se olvida de esforzarse y más trata de ganar solo a base de meter puntos. Y que ha perdido, curiosamente, sus dos partidos de la temporada contra los Pelicans. Millsap y Jamal Murray estuvieron muy mal (8 puntos entre los dos) y Nikola Jokic (23+10+4) no apareció esta vez como salvador. Y su equipo, que ha ganado unos cuantos partidos en las últimas semanas a base de esfuerzos finales y con el agua al cuello, no encontró esta vez soluciones y recibió un jarro de agua fría tras otro: los triples de Ingram y Lonzo, los rebotes de Holiday y Favors... El mejor equipo en Denver, tal vez solo cosas de la Navidad, fueron los Pelicans. Y ganaron. Otro sorpresón, como en la Bahía unas horas antes...