Parece que fue ayer cuando apenas llevábamos dos semanas de temporada y los Indiana Pacers perdían más que ganaban y tenían un problema serio con el encaje de sus dos pívots. Ahora todo eso parece un mal sueño y el equipo de Nate McMillan parece tan bueno como el que más, con una racha de juego y resultados excelente. Su última víctima han sido unos Utah Jazz que no tienen tantas cosas por las que alegrarse como su rival. Y es que han perdido cuatro de sus últimos siete enfrentamientos.

Esta noche empezaron bien, plantando cara en una cancha siempre difícil. Algo que se espera de un equipo como ellos, candidato evidente a playoffs y una vez allí dispuestos a amargar la vida a cualquiera. Pero esa es la teoría. La práctica ahora dice que están muy lejos de ser ese conjunto rocoso con el que no apetece jugar nunca. Por extraño que pueda sonar, cambiar a Ricky y Crowder por Conley y Bogdanovic no está funcionando. Cierto que tampoco está Derrick Favors, pero este año parecen jugar más por impulsos e individualidades de lo que nos tenían acostumbrados. Y si en el caso de Bojan Bogdanovic sí que está respondiendo (otros 30 puntos hoy para él, tercera vez que lo consigue esta temporada), lo de Mike Conley empieza a ser preocupante. Un base que es leyenda por méritos propios en Memphis, uno de los jugadores más infravalorados de la Liga para muchos, uno de los mejores defensores en su puesto y, al mismo tiempo, un jugador capaz de marcar las diferencias en ataque. Pues de todas estas cosas poco o nada se está viendo en sus primeras semanas como jugador de los Jazz. Y no nos olvidemos de Rudy Gobert, que también ha bajado su rendimiento, y de Donovan Mitchell, que anota porque tira mucho pero no es productivo.

Y enfrente lo dicho. Días de vino y rosas en Indiana con las virtudes mostrándose igual que el primer día (Brogdon), las incógnitas reventando partido (T.J. Warren) y los defectos como cosa del pasado (Turner-Sabonis). Hasta Jeremy Lamb se apuntó a la fiesta con 18 puntos, 8 rebotes, 6 asistencias y el mejor +/- de toda la plantilla. Y todo esto sin Victor Oladipo, cuyo regreso parece que está a la vuelta de la esquina.