Los Knicks consiguen la primera victoria de la temporada en el Madison Square Garden y con fiesta grande. Un buen tributo a Dennis Smith, que no ha cogido el punto a la temporada y ha perdido a un familiar recientemente, y un buen punto de partida para esta campaña, con invitado inesperado: Bobby Portis. El ala-pívot se salió ante su ex-equipo, Chicago Bulls, con 28 puntos, 11 rebotes y arrancando cánticos con su nombre al siempre variopinto público presente. 

Los Bulls han sorprendido en los primeros partidos, pero no han conseguido traducirlo en resultados: van 1-3, como los Knicks. La explosión temprana de Coby White y los buenos números a los que ya tiene acostumbrado Zach LaVine no han sido suficientes, tampoco en este partido: tuvieron que aparecer Wendell Carter (20+10) y Lauri Markkanen (18+6) y, aun así, se les apagaron las luces. 

El comienzo fue espléndido para ellos, pero sólo era el comienzo. R.J. Barrett (19 puntos, 15 rebotes y 5 asistencias) sigue siendo la ilusión, junto a Kevin Knox (14 puntos), pero Portis fue la alegría del día para los neoyorquinos. 18 puntos remontaron los Knicks, incluyendo ahí un 15-0 de parcial que voló por los aires cualquier opción de los chicagüenses. El conjunto local sobrevivió a su batería de pérdidas y a un mal porcentaje en los tiros libres con garra e ilusión, de la poca que les queda en la larga y tortuosa reconstrucción que están viviendo.