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NBA | WARRIORS 92 - RAPTORS 105 (1-3)

Kawhi manda, Ibaka se reivindica y los Raptors ya rozan el Anillo

Partido bestial de Kawhi (36+12), que manejó todo. El hispanocongoleño (20) fue clave en la victoria. Los Warriors están contra las cuerdas.

Oakland
Kawhi manda, Ibaka se reivindica y los Raptors ya rozan el Anillo
Lachlan CunninghamAFP

Los Toronto Raptors nunca habían estado en una final de la NBA e incluso se habían ganado el sambenito de perdedor en los últimos años por sus continuos tropiezos en playoffs. Habrá que ver quién fue el último equipo que ganó tres veces en Oakland en una misma temporada, una en liga regular y dos en las Finales. Porque es una manera perfecta de quitarse ese estigma de encima. Se han convertido en un equipo que funciona como un reloj y al que le han sumado el mejor animal competitivo de la Liga: Kawhi Leonard. Y tienen a los Warriors contra las cuerdas, en una situación que no ha remontado nadie antes. Un 3-1 habiendo perdido los dos partidos de casa y en series con formato 2-2-1-1-1. 0-30 para todos los equipos que estuvieron así antes que ellos.

Volvió Klay Thompson a Golden State Warriors. Cuando el quinteto titular fue anunciado uno a uno y le tocó el turno al escolta el Oracle se vino abajo. Sabían que cualquier ayuda era poca después de lo que había pasado hacía dos días. Su presencia se notó inmediatamente, por tener otro anotador con el que atacar a Toronto y por su espectacular trabajo en defensa. En esta última faceta destacaban todos los locales, convirtiendo su zona en un campo de minas. Y más cuando después de cinco minutos Kerr sentó a DeMarcus Cousins y sacó a Kevon Looney, otro que parecía que no iba a volver a jugar más en esta final.

Con el pívot en cancha los Raptors no tenían manera de anotar, siempre y cuando no te llamases Kawhi Leonard. A falta de cuatro minutos para el final del primer cuarto Nick Nurse pidió su primer tiempo muerto, las cosas no funcionaban. El resto de compañeros de Kawhi llevaban 1/10 y los Warriors habían cogido todos los rebotes posibles bajo su aro: 12/12. Llegaron a tener una ventaja de +11 los locales, pero con el inicio del segundo cuarto Curry se sentó cuatro minutos, el tiempo seguido mayor que ha pasado en el banquillo desde que empezaron estas Finales. Y su equipo lo notó hasta el punto de ver reducida su ventaja en sólo cuatro puntos. Es cierto que en el lado contrario también reservaron a Kawhi, pero ahí apareció la figura de Ibaka, quien ya fue clave en el último cuarto del tercer partido. Esta vez metió 8 puntos sólo en el segundo periodo.

Kerr puso otra vez a todas sus armas en cancha y llegó el primer aviso de que Klay estaba bastante recuperado. Dos canastas seguidas suyas amenazaron con romper el partido y pusieron al público en pie. Los Warriors habían mejorado claramente tanto en ataque como en defensa en comparación con el último día, y sin embargo sólo se iban a ir 46-42 al descanso. Los Raptors tienen un plan muy claro y las armas con las que ejecutarlo y ni los tirones de Klay, las defensas de Looney o lo que sea que se le ponga por delante les va a apartar ni un pelo de ello. Lo que sí les estaba alejando era la defensa en estático, donde los Warriors estaban dominando la situación. Al descanso llevaban 11/23 en lanzamientos en los 12 primeros segundos de cada posesión y 4/21 en los 12 últimos.

Kawhi salió del vestuario dispuesto a cambiar esto con una secuencia maravillosa: triple, robo y triple, asistencia y casi robo de nuevo. Tuvieron que responderle los mismísimos Splash Brothers con todo su arsenal. Pero como decía, estos Raptors ya no se achantan con nada. Ibaka metió su primer triple de la final en un partido enorme para él (20 puntos con un 9/12 en tiros, 4 rebotes y 2 tapones en 21 minutos) y Kerr pidió tiempo a falta de 3 minutos para el final del cuarto. Ni siquiera en las gradas se achican los canadienses, a los que se pudo escuchar el "¡Let’s go Raptors!", una muestra de por dónde iba el partido en ese momento.

Llegados a este punto (67-79 con 12 minutos por jugarse) la exhibición de Kawhi estaba siendo tremenda. Incluso a los aficionados de los Warriors les salían exclamaciones de admiración con cada canasta del enemigo. Los Raptors les habían golpeado en el único sitio donde hasta ahora habían sido superiores, los terceros cuartos. Los californianos habían ganado dos de los tres. Esta vez el parcial fue de 21-37. Los canadienses no estaban especialmente acertados en el tiro, estaban en porcentajes muy corrientes, pero sabían mucho mejor como neutralizar a su rival. En los Warriors, todo lo que no fuese Thompson firmó un 2/17 en triples.

Así que en el último parcial los visitantes se dedicaron a mantener la ventaja como si los que llevasen cinco finales seguidas fuesen ellos. Con un Lowry en su papel más cerebral y con Kawhi dando los últimos toques a su noche mágica (36+12 y 4 robos). A falta de 4 minutos las cabezas de los jugadores de los Warriors comenzaron a mirar al suelo y los gritos de los aficionados se fueron apagando. A falta de 2, Curry hizo un lanzamiento que no tocó ni aro y la gente exclamó "¡¿¡Qué!?!", para inmediatamente después Siakam meter exactamente el mismo tiro. Mareas de personas abandonaban el Oracle Arena, probablemente conscientes de que se les estaba yendo el cuarto anillo en cinco años y de que podía ser la última ocasión en que viesen a su equipo en este histórico pabellón. Si los Raptors ganan el lunes el Oracle será historia para los Warriors y el baloncesto, historia para Canadá como nunca antes lo habrá sido en ese país.