Pascal Siakam, el héroe de Toronto que iba para cura
Se opuso al deseo de su padre, que quería que hiciese carrera en la Iglesia. Luc Mbah a Moute le descubrió en su Camerún natal.
El jugador que ha marcado la primera victoria de los Raptors en la final define bien lo que es esta ciudad de acogida y mezcla de razas y culturas. Siakam, que ha firmado 32 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias en su estreno (y el de los Raptors) en un partido por el anillo, tiene una historia bastante curiosa y poco conocida.
Nació el 2 de abril de 1994 en Douala, Camerún. Su padre, que compaginaba su trabajo en una empresa de transportes con la alcaldía de la localidad de Makenené, le metió con once años en el seminario St. Adrews, una institución católica. La idea del padre, y de la familia en general, es que representase el catolicismo de todos ellos desde las instituciones. El objetivo era que acabara de cura, y su gran expediente académico le hacían tener un futuro prometedor en el seminario. Pero con 15 años dijo basta. Se dio cuenta que la vida religiosa no estaba hecha para él.
En un principio no se fijaba demasiado en el baloncesto, a diferencia de sus tres hermanos mayores, que obtuvieron becas para ir a universidades americanas. Pero todo cambió cuando Luc Mbah a Moute se cruzó en su camino. El entonces jugador de los Milwaukee Bucks le vio en acción en St. Andrews, que está situado en la localidad de Bafia, la misma que la de la casa de sus padres (sólo los separan 3 kilómetros). Mbah a Moute acabó convenciendo a Siakam de su potencial y éste acudió a su campamento de baloncesto en verano.
Al año siguiente y otra vez en el campamento el destino quiso que se diese una pirueta increíble. Masai Ujiri, presidente de los Raptors, le vio en directo. "El esfuerzo con el que juega es memorable", diría Ujiri sobre un chaval que ya llamaba la atención por su atleticismo y su energía en la pista. Con la bendición de Mbah a Moute se mudó a Estados Unidos con 16 años. Pasó tres en la Universidad de Nuevo México State, de menos a más (el primero no jugó por lesión y el último fue nombrado mejor jugador del año en la Conferencia Oeste universitaria, para presentarse al draft en 2019.
¿Adivinan quién se acordó de él entonces? Efectivamente, Masai Ujiri. Los Raptors le eligieron con el número 27. Su progresión ha superado cualquier expectativa posible. De meter 4,2 puntos el primer año, a 7,3 el segundo, para terminar explotando en su tercera temporada con 16,9 de media. Es el gran favorito al premio de Jugador más Mejorado que se entrega el 24 de junio. A esa gala puede llegar como campeón de la NBA y, de momento, la primera piedra de ese sueño la ha puesto él.