Desastre de unos tristes Rockets ante unos Thunder sin Westbrook
Pésimo partido, sin energía ni acierto en el tiro, de los de D'Antoni, que suman seis derrotas y llevan cuatro partidos por debajo de 100 puntos.
Así son los Thunder: capaces de empezar la temporada 0-4, y de encajar 130 puntos ante los Kings... y de enlazar después siete victorias seguidas, y de dejar a los Rockets en 80 puntos. Es un 7-4 en una temporada en la que Russell Westbrook solo ha jugado siete partidos y en la que su arranque había sido calamitoso: no está nada mal.
Lo que sí está mal, absolutamente mal, son los Rockets. La temporada pasada, la mayor amenaza, seguramente, a la que jamás se habían enfrentado los Warriors de Steve Kerr. El equipo que ganó 65 partidos con un ataque de eficiencia histórica y una defensa moderna y agresiva. El que pudo ser campeón si Chris Paul no se hubiera lesionado en el quinto partido de la final del Oeste, de la que salieron 3-2 con un séptimo pendiente en su pista. Desde aquel día, ese lunes 28 de mayo en el que su sueño se escapó en su propia casa y en un partido en el que su modelo les explotó en las manos con aquellos 27 triples seguidos fallados, los Rockets no han vuelto a ser los mismos.
Desde luego, el verano no ayudó. Con el gurú defensivo Jeff Bzdelik fugado y ahora en vía de regreso, y sin especialistas como Trevor Ariza y Luc Mbah a Moute, se esperaba tal vez unos Rockets no tan cerca de los Warriors... pero desde luego no tan débiles, tan absolutamente desangelados, con tan poco espíritu y tan apartados de sus señas de identidad. Fueron arrollados (98-80 final) por unos Thunder sin Westbrook y en segunda noche de back to back. Están 4-6 con cuatro partidos ya por debajo de 100 puntos, tres seguidos. Durante la pasada regular season solo totalizaron siete. Y no perdieron el sexto partido hasta el 22 de diciembre y cuando ya sumaban 25 victorias.
Fue sencillo: los Thunder pusieron mucha más intensidad, personificada en un Steven Adams (19 puntos, 10 rebotes) que devoró, con ayuda de Paul George (20+11+6 con 6 robos) el alma de un partido en el que su equipo se llevó todas las pelotas divididas, selló la zona, ganó el rebote e impuso su físico y su envergadura. Cuando los Rockets se vieron a 11 en el tercer cuarto (66-55, ante un rival cansado y sin Westbrook) fallaron siete tiros seguidos y perdieron el choque definitivamente de vista. Chris Paul lleva tres noches seguidas sin anotar en las primeras partes. Acabó con 10 puntos en 11 tiros (0/4 en triples) y está en las peores medias de su carrera en tiros (en torno al 39% con un 29% en triples) y pérdidas (más de 3, esta vez 5). James Harden sumó otras 6 pérdidas y terminó con 19 puntos en 19 tiros (4/12 en triples)... Y Carmelo Anthony se dio un costalazo tremendo en el equipo donde su reputación se empezó a quedar definitivamente por el camino la pasada temporada: 2 puntos, 1/11 en tiros y 0/6 en triples. Ni su única canasta entró plenamente ya que sumó por un goaltending señalado a Nerlens Noel.
Dijo Clint Capela después del partido que no habían tenido “espíritu”. El hecho es que los Rockets caen desplomados con suma facilidad al menor contratiempo cuando hace un año eran un equipo que, precisamente, jamás se iba de los partidos, siempre parecía a tiro gracias a unas tremendas rachas de anotación que ahora no aparecen por ninguna parte. No son solo los cambios de personal, que también. Es como si los Rockets, sencillamente, no estuvieran ahí. Y ya no es cuestión de cuánto pueden mejorar para poder volver a ser un buen equipo, algo que en principio se les presupone. Se trata de qué tienen que hacer, y cuándo podrán hacerlo, para poder regresar a la élite y seguir siendo una amenaza perfectamente real para los Warriors. Ahora mismo están a años de luz de algo parecido a eso.