Raúl López abandona el Bilbao Basket tras el descenso
Después de cinco años como 'hombre de negro', había ejercido de director deportivo estos dos últimos cursos y estaba cansado del cargo. Toda la crisis económica y deportiva le ha acabado salpicando.
El descenso del Bilbao Basket se sigue cobrando víctimas. El club despidió recientemente a todos sus empleados (16) menos a dos, para que estos lleven a cabo las gestiones de oficina. Muchos de ellos han demandado la decisión y la entidad no se presentó al acto de conciliación. El último en saltar es Raúl López, que tras colgar las botas hace dos temporadas venía ejerciendo de director deportivo. Ha llegado a un acuerdo con el club para no seguir. Mantenía una deuda importante con la entidad y ostentaba el cargo en parte para ir satisfaciéndola. El RETAbet ha hecho oficial su marcha a través de una nota, deseando suerte al exbase, y ha matizado que las puertas del regreso "siguen abiertas" porque "somos sabedores de su valor como activo en el mundo del baloncesto nacional e internacional".
Raúl lleva en Bilbao siete años, cinco de ellos como jugador, con momentos memorables como una finta y canasta para derrotar al Montespachi en el último suspiro de un partido de Euroliga. En 2013 tuvo en sus manos el triple para ganar a los Sixers en un amistoso del BEC. Está a gusto en la ciudad del Guggenheim y su idea es seguir viviendo en ella. Se rompe aquí una de las tres partes de una sociedad que se ha mantenido en Miribilla más allá de lo mucho que dieron en las canchas: Raúl-Mumbrú-Hervelle. El base dio sus últimas gotas de genialidad en la cancha vizcaína, donde llegó a ser muy querido por la platea. Pero en su cargo de director deportivo, algo que desde luego no le apasionaba tanto como jugar a baloncesto o ayudar a Ricky en Estados Unidos a mejorar sus fundamentos, se encontró con baches. Pocas herramientas tenía, eso sí. Los fichajes, especialmente los de esta temporada del descenso, han sido un fracaso absoluto. Se cerraron prontísimo y se sumaron al carrusel de errores de la franquicia, que ha quemado entrenadores y ejecutivos a velocidad de vértigo.