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FENERBAHÇE 76-ZALGIRIS 67

Dixon acaba con el Zalgiris; Obradovic luchará por la décima

El base de 1,78, que apenas ha jugado este curso por las lesiones, explotó con 16 de sus 19 puntos en el tramo final. El Fenerbahçe aspira a su segunda Euroliga. Obradovic, a la décima.

Belgrado
La afición del Fenerbahçe celebra el pase a la final de su equipo.
La afición del Fenerbahçe celebra el pase a la final de su equipo.LUIS TEJIDOEFE
ASTV

El Zalgiris llegó a la Final Four en 1999 y la ganó, y regresaba ahora 19 años después con el objetivo de repetir, pero no había teoría ni milagro que sostuviera sus deseos en una fase final que premia la constancia. Y aun así casi lo consigue. Tuvo que cruzarse al quite para impedirlo un tipo de apenas 1,78, pero de corazón gigante y muñeca de seda. Bobby Dixon, Ali Muhammed tras hacerse turco. Relegado este curso por las lesiones, 35 años ya, apenas sumaba 19 partidos y 11 minutos de media. Pero Obradovic le tiene fe ciega y le había reservado un huequecito de protagonismo. Descerrajó doce puntos en tres minutos, entre el final del tercer cuarto y el inicio del último, y luego otra canasta y otra más tras tomarse un respiro, los últimos doce cuando los de Kaunas se habían puesto a dos: 54-52. Los contrastes descarnados del deporte, el talento del más pequeño resolvió un duelo de contacto extremo.

Obradovic se sitúa así a un solo paso de la Décima, en casa, en Belgrado, ante su gente y una afición turca que ha tomado por completo el Stark Arena. A un paso de llevar al Fenerbahçe a su segundo título seguido, cuando Turquía nunca había ganado nada, y de celebrar la décima como entrenador, más que nadie, con cinco clubes diferentes. Es su duodécima final (solo ha perdido dos) en 26 temporada, más dos Copas Saporta ganadas. Una trayectoria que corta el resuello.

Pero enfrente tuvo a otro genio, un Jasikevicius que decía en la previa que el Zalgiris tendría sus opciones, que a los suyos les faltaba experiencia pero les sobraba energía. Lo demostró pese a topar con un rival de hormigón armado, que lo controla casi todo, y pese al arranque que fue una bofetada de realidad: 7-1 de parcial y cinco minutos y medio sin anotar una canasta. En un mar de zancadillas, muy trabado todo, los destellos los ponía Datome, un faro que nunca se apagó. Diez puntos en los doce primeros minutos, 16 al final.

El juego del Zalgiris recuerda a una mente maravillosa, a un cerebro en permanente actividad, con millones de conexione neurológicas que lo hacen creativo. Esta vez, sin embargo, su adversario supo ralentizar esos enlaces y todo se obscureció más de lo debido. El equipo lituano perdía doce balones al descanso (20 en total) y con el 32-20 firmaba un paupérrimo 5 de 16 en el lanzamiento. Su primer triple no llegó hasta el minuto 26 (Ulanovas). Y contra todo fue capaz de ponerse a cuatro (39-35) a la salida de vestuarios. Cometía errores, pero Pangos, Micic y White asomaban y Davies lo barría todo (11 rebotes, 15 más su equipo). Y poco después se situó a dos (50-48) tras un triplazo de Pangos (ya no hubo más dianas de tres, 2 de 10) para cerrar un parcial de 0-11. Era final en el alambre, lo era, pero Dixon lo impidió y el pabellón rugió. Turquía en Belgrado.