¡Los Pacers asaltan Cleveland! LeBron tendrá que remontar
Oladipo jugó un excelente partido y los Pacers arrasaron a unos Cavs horribles: LeBron no perdía un partido de primera ronda desde 2012. Final en vivo: Cavs vs Celtics, juego 7
LeBron James ha dicho todas las veces que ha hecho falta que esta ha sido una temporada especialmente dura. Ha aterrizado en playoffs desde el cuarto puesto del Este, con una defensa tan cuestionada como el año pasado (o más) y sin Kyrie Irving. Que, llegado a ciertas instancias y cuando vives del intercambio de golpes, es mucho decir. Los Cavaliers son un equipo mucho peor que los Pacers... pero tienen a LeBron. En teoría, más que suficiente por mucho que pudiera esperarse que McMillan aireara las vergüenzas de unos Cavs a los que dominó 3-1 en Regular Season.
Pero los Pacers no solo airearon las vergüenzas de los Cavs sino que les ganaron, que con LeBron por en medio no suele ser lo mismo (si no eres los Warriors). No les ganaron, les desmontaron: 80-98 en The Q, donde el campeón jugó un partido patético y ha perdido el factor cancha ante un rival más joven, más concentrado, más concienciado, más intenso, más atrevido, más rápido y con muchísimo más talento colectivo. Una de las grandes historias de la temporada, un ejercicio de reconstrucción admirable desde lo que deberían haber sido las tinieblas. Los Pacers, que le deben una al LeBron que destrozó un proyecto que pudo ser ganador (el de Paul George, West, Hibbert…), se dieron el gustazo de ponerse 0-1. Como mínimo. Y a seguir.
LeBron nunca había perdido el primer partido de una primera ronda en la que nunca ha sido eliminado (12-0). Había ganado 21 partidos seguidos de la serie inicial, desde el 6 de mayo de 2012, en el Madison ante los Knicks (era el 3-1) y su balance total en esta estación de los playoffs era de 48-7 (ahora 48-8). No es suficiente para pensar en una sorpresa que sería una revolución cósmica en el universo NBA, pero sí para que los Cavs le vean al lobo unas orejas que este año son más largas que nunca: no perdieron, fueron barridos de la pista. No estuvieron nunca por delante, anotaron 14 puntos en el primer cuarto y 15 en el último y vieron como los Pacers desactivaron todos sus intentos de remontada. Y eso sí es territorio desconocido para LeBron, al que no le bastó otro triple-doble: 24 puntos (0-7 en tiros fuera de la zona), 10 rebotes y 12 asistencias que habrían sido muchas más si sus compañeros no se hubieran hinchado a fallar, mucha veces solos: apenas JR Smith (al final 15 puntos) anotó algunos de esos triples suyos tan picassianos. Todos los demás, sobre todo Hood y Green, fueron incapaces de anotar en momentos muy importantes y en tiros servidos con perfección milimétrica por LeBron. El dato es 8/34 en triples, un 23%. En sus tres derrotas con los Pacers de la Regular Season se quedaron… en un 27%.
Si esa cifra es un patrón, es un enorme problema para unos Cavs que necesitan navegar sobre su ataque porque su defensa es atroz, horrible, inexistente y por momentos insultante. Incapaz de proteger el aro con Tristan Thompson fuera de la rotación y Nance tratando de aportar algo de energía. Incapaz de mantener la concentración en secuencias largas y sin piernas para volver rápido hacia atrás contra un equipo que ha perfeccionado las llegadas en transición, gracias precisamente a su enorme actividad defensiva y a la excelente mano de Oladipo en la media distancia y en primera oleada. El escolta, que ha sido all star y será Jugador Más Mejorado, acabó en 32 puntos, 6 rebotes, 4 asistencias y 4 robos con un 6/9 en triples. Fue el mejor jugador en la pista, LeBron incluido, y anotó cada vez que lo necesitó su equipo. Incluidos 5 puntos para cerrar el partido (del 78-90 al 78-95). Indiana había sobrevivido a un susto de muerte, cuando su 38-61 del inicio del tercer cuarto (una exhibición) se convirtió en 69-76 en el ecuador del último cuarto. Parecía el guion que hemos visto un millón de veces, pero esta vez Indiana se negó a perder y los Cavaliers no supieron ganar. LeBron acabó enfadado con sus compañeros y se fue al vestuario antes de la bocina final.
Y el caso es que los Pacers pueden jugar todavía mejor: con más confianza en los minutos finales (este partido se la dará) y mejores porcentajes. No tiraron bien ni Collison ni un Bogdanovic (15 puntos en 17 tiros) que al menos anotó cuando había que hacerlo. Stephenson asumió el rol de desquiciar lo suficiente a LeBron, marca de la casa, y anotó algunas canastas esenciales en el inicio del último cuarto, mucho aire en el primer momento de cierta angustia de su equipo, que en octubre era carne de lotería en el inicio de la era post Paul George (eso creíamos) y el 16 de abril domina 0-1 a los Cavaliers de LeBron James. Quien haya visto jugar a estos dos equipos lo suficiente sabrá que lo que sucedió en The Q fue cuestión de lógica. Los Pacers son así de buenos y los Cavaliers tienen unos defectos así de grandes. Pero esa lógica normalmente se suele combar al antojo de LeBron. Y en teoría volverá a suceder, pero… ¿y si es esta la vez en la que no sucede? El miércoles, segundo asalto.