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De atracados a los playoffs: así es el milagro de Indiana Pacers

Han asegurado su billete para playoffs y aspiran incluso al factor cancha en primera ronda cuando parecían destinados a las cloacas de la NBA.

De atracados a los playoffs: así es el milagro de Indiana Pacers
Trevor RuszkowskiUSA TODAY Sports

Con una defensa que admitía comparaciones con las mejores de la historia, Indiana Pacers construyó un bulldozer que pudo ser campeón de la NBA… pero chocó tres años seguidos en playoffs (incluidas dos finales de Conferencia: 2012-14) con los Heat de LeBron James, que como todos los gigantes de la historia tiene en su haber las muescas de los grandes proyectos que su presencia ha destruido/desmoronado/agotado hasta el más profundo desánimo. Generalmente proyectos que se construyen con mimo, tratan de reinvertarse cuando chocan por segunda vez contra el mismo muro y finalmente mueren sin dejar muchas veces nada que no sea tierra quemada. Contra eso luchan de forma admirable los Raptors de Dwane Casey, eso hundió a los Hawks de las 60 victorias y el quinteto elegido Jugador del Mes

…Y a los Pacers que en 2013 llevaron a siete partidos a los Heat en la final del Este, y a seis en la de 2014 después de haber ganado 56 partidos. Frank Vogel (después de cuatro años como asistente) había ocupado el asiento de Jim O’Brien y se fue en 2016 porque la franquicia buscaba “una nueva voz” en la relación con los jugadores. Roy Hibbert se marchó (convertido en una alargada y triste figura) a los Lakers por una segunda ronda de draft. Lance Stephenson firmó como agente libre con los Hornets. David West acabó buscando el anillo como agente libre (lo encontró en Oakland tras pasar por San Antonio). Danny Granger fue traspasado en una operación de perfil bajo por Lavoy Allen y Evan Turner. George Hill se fue a Utah en una operación que llevó a Indiana a Jeff Teague, que solo estuvo un año en unos Pacers que, sin ninguna capitalización, se habían quedado en tierra de nadie y con Paul George como un incómodo recuerdo de lo que pudo haber sido y no fue, una de esas espadas de Damocles que acaban incomodando porque incrustan a los equipos en un extraño limbo entre la reconstrucción y la competitividad.

Paul George, de Cleveland a OKC

Hasta que en verano, y con el entorno de Paul George vendiendo sus ganas de jugar en los Lakers, los Pacers se pusieron en marcha: George tuvo un pie y medio en los Cavaliers hasta que el rey del castillo tras el paso a un lado de Larry Bird en los Pacers, Kevin Pritchard, se echó atrás con el acuerdo cerrado por mensaje de texto. Porque no querían darle semejante satisfacción a LeBron, la causa de todos sus males (la causa de los males de todos en el Este) o porque se había abierto la puerta de los Thunder. El 6 de julio de 2017 George fue enviado a OKC a cambio de Victor Oladipo y Domantas Sabonis. Un trade apasionante que seguirá siendo escrutado durante años: el riesgo de los Thunder con un jugador que podría estar solo de paso, la influencia (o no) de este y su entorno, la apuesta de los Pacers por un intercambio de jugadores sin rondas de draft ni contratos beneficiosos ni nada de lo que suele enriquecer o al menos endulzar un poco estos divorcios sonados.

El veredicto fue unánime: los Pacers, desesperados y con poca capacidad de maniobra por los coqueteos de George con los Lakers ante su último año de contrato, fueron atracados por intentar además no reforzar a antiguos enemigos. Derrotados por aclamación y objeto de no pocas burlas, su lugar estaba en el fondo del Este. Y a ver qué pasaba.

Ayer, 25 de marzo, los Pacers sacaron billete para los playoffs por séptima vez en las últimas ocho temporadas. Luchan por la ventaja de campo en primera ronda y están (43-31) en empate técnico con los Thunder (44-31) de Russell Westbrook, Paul George y Carmelo Anthony. Victor Oladipo, que aspira al premio de Jugador Más Mejorado, promedia 23,2 puntos, 5,3 rebotes, 4,1 asistencias y 2,3 robos con un 46,7% en tiros. Paul George, que fue Jugador Más Mejorado en 2013, está en 21,6 putnos, 5,6 rebotes, 3,4 asistencias, 2 robos y un 43,3% en tiros. FiveThirtyEight daba a los Pacers por probabilidad matemática 32 victorias y ya están 11 por encima. Una diferencia a favor del mundo real que solo retan los Raptors, a los que dieron 45 y están en 54.

Lo que ha sucedido es que los Pacers tenían razón, fuera el plan A o el B el que aplicaron y estuviera más o menos marcado por la necesidad y la contingencia. Pritchard explicó que no quería rondas de draft si podía tener a jugadores que valían más que lo que elegirían con esas rondas: Oladipo tiene 25 años y fue 2 del draft de 2013 (el de Anthony Bennett en el 1). Sabonis tiene 21 y fue 11 en 2016. Ambos se sumaban a Myles Turner, 22 años y 11 en 2015. Y un pívot con un futuro extraordinario del que no hablamos mucho por el exceso de talento joven que inunda la NBA en su posición (Towns, Embiid, Jokic…).

Al frente del equipo está Nate McMillan, que no será Entrenador del Año pero merece un lugar en la conversación, un técnico del que personalmente siempre he pensado que tiene un buen plan A y que hace equipos muy competitivos cuando este funciona. No es poco: y en Indiana está funcionando. Los Pacers son el duodécimo mejor ataque y la duodécima mejor defensa por ratings. Un equipo eficiente, competitivo, vistoso y con sus mejores años de baloncesto todavía por delante. Que acertó con un traspaso que iba a marcar (lo ha hecho, pero sorprendentemente no para mal) el futuro a corto plazo del equipo y que fue sumando profesionales del baloncesto que han encontrado acomodo en un ecosistema finalmente feliz para todos: Thaddeus Young, Darren Collison, Cory Joseph, Al Jefferson, Bojan Bogdanovic, el recién llegado Trevor Booker… además del rookie TJ Leaf (18 del último draft) y Lance Stephenson, un desquiciado hijo pródigo que solo parece ser feliz jugando en Indiana. Y hablo de la ciudad, ni siquiera del equipo: su rendimiento se dispara cuando pisa el Bankers Life Fieldhouse.

Oladipo sí era un jugador franquicia

La clave es Oladipo, claro. Recién estrenada su condición de all star, se ha redescubierto como jugador después de cuatro años en la liga. En Orlando fue un jugador muy poco eficiente con un techo cada vez más bajo. En los Thunder se vio obligado a jugar fuera de sus áreas de confort para adaptarse al huracán Westbrook. Por eso resulta especialmente brillante la apuesta de Pritchard y McMillan: Oladipo con el balón en sus manos, lo que llevaba a un chorro de errores en Orlando y era imposible en OKC, al menos mientras se siguiera jugando con un balón. El presidente le dio la confianza y el entrenador el marco de juego: velocidad en transición, juego en campo abierto, toma rápida de decisiones, tiros fulminantes si la defensa lo permite. El Oladipo que estaba dentro de Oladipo apareció cuando algunos habíamos dejado de esperarle, y a Sabonis también le benefició dejar de ser un interior limitado a meter sus tiros abiertos. Un estilo que también ha permitido sacar lo mejor de un Bogdanovic más disciplinado, un Collison muy cómodo en backcourts cambiantes y un Myles Turner con flashes (todavía no muchísimo más) de jugador dominante.

Hasta Al Jefferson tiene, con 33 años, un rol desde el que sumar. Porque los Pacers, y es uno de sus extraños secretos, está cambiando el paso a algunas tendencias que parecen dogma en la NBA actual. No solo se negaron al tanking institucional sino que han perfeccionado un ataque de lanzamientos desde la media distancia, un tiro de dos que es anatema para los Rockets, el equipo del año: 19% de los tiros de los Pacers son entre 4,5 y 6,5 metros por el 4% de los Rockets y el 12% que marca la media de la liga. Los texanos son los segundos que más tiros libres intentan y más de la mitad de sus lanzamientos son triples. Los Pacers son uno de los seis últimos de toda la liga en ambas estadísticas, según Second Spectrum.

Es decir: los Pacers lanzan si hay un buen tiro en primera oleada y por eso son el equipo con más lanzamientos de media distancia en los primeros ocho segundos de posesión. Solo el 28% de sus intentos son triples (27º en la NBA) y solo tiran 22,7 tiros libres por cada 100 tiros de campo (25º). Otro forma de atacar, finalmente eficiente, basada en una especie de libertad estructurada que empieza en transición y acaba en bloqueos muy arriba a Oladipo y movimientos y cortes constantes, una bendición para un Bogdanovic más peligroso así, sin balón, que como el sexto hombre anotador que creyeron tener los Wizards la temporada pasada. Estos son los Pacers más rápidos desde 1986 a partir de una defensa con mucha longitud, muchos brazos y el tercer mejor porcentaje de pérdidas forzadas al rival (es decir: más transiciones rápidas). Efectivo, atractivo y con el peligro de cara a los playoffs de cómo de fácil será neutralizar (o minimizar) a Oladipo a base de traps en el pick and roll, una estrategia defensiva contra la que el guard es especialmente vulnerable y que sin duda sus rivales extenderán más allá de los instantes finales en los partidos calientes de las eliminatorias.

Los win shares (la estadística que trata de poner en números la influencia de cada jugador en el éxito del equipo) de los Pacers marcan una evidente diferencia de filosofía con respecto a esos Thunder de los que salió Oladipo (con Sabonis) y a los que llegó Paul George: Collison 17%, Oladipo 16,7, Young 12,1, Bogdanovic 11,9, Turner 11,4, Sabonis 10,2. Seis por encima del 10% cuando en los Thunder solo están Adams (20), Westbrook (19,8) y George (17). Maneras de jugar, maneras de ganar… y de perder.

Y maneras de estar en playoffs. Algo que parecía impensable para los Pacers, que están ahora mismo por delante de alternativas como Wizards y Bucks y outsiders como Heat y Pistons. Que acertaron con el traspaso de Paul George, entre un aluvión de críticas de la opinión pública, y resetearon una franquicia en depresión sin pagar el peaje de las cloacas y con un bloque con presente y mucho futuro. De hazmerreir a una de las grandes historias de la temporada. Un éxito absoluto.