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Ricky Rubio acelera con sus Jazz hacia su primer playoff de la NBA

Los Jazz estaban 19-28 el 22 de enero. Desde entonces son uno de los mejores de la NBA con una defensa en números históricos y un Ricky muy cómodo.

Los Jazz, en la primera temporada de Ricky en el equipo, atraviesan su mejor momento de los últimos años y apuntan a los playoffs.

Después de seis temporadas en Minnesota, Ricky Rubio fue traspasado el 30 de junio a Utah, un equipo que venía de ganar 51 partidos y jugar segunda ronda de playoffs pero que solo cuatro días después perdió a su gran estrella, un Gordon Hayward que prefirió irse a Boston a renovar con la franquicia del estado mormón.

Un varapalo para un proyecto que llevaba cociendo a fuego lento desde su llegada en 2014 Quin Snyder, entrenador de la escuela Spurs que se había curtido en Rusia como ayudante de Messina en el CSKA.

El 22 de enero los Jazz tenían un balance de 19-28. El gigante francés Rudy Gobert (2,16) acababa de regresar a las pistas tras su segunda lesión de rodilla en tres meses y la franquicia parecía destinada a una temporada en el limbo. Pero desde entonces, 21 victorias en 23 partidos, una racha que no se veía en Utah desde hace veinte años, cuando el equipo de John Stockton y Karl Malone perdió dos finales (1997 y 1998) contra los Bulls de Michael Jordan. Después de nueve victorias seguidas, los Jazz están 40-30 y han puesto un pie en unos playoffs del Oeste que repartirá sus últimas plazas en la foto finish: la igualdad es máxima pero Ricky apunta a lo que serían sus primeras eliminatorias.

En estos dos meses, solo los Rockets tienen mejor balance: 22-2 por ese 21-2 de unos Jazz cuya defensa sería, extrapolada a una temporada completa, la mejor de la última década en toda la NBA. Gracias al ancla que supone la presencia gigantesca de Gobert, que será elegido Defensor del Año si no sucede nada extraño. Junto a él, un todoterreno como Joe Ingles, el australiano que jugó en Granada y Barcelona y que está justificando los 52 millones de dólares por cuatro años que le dieron los Jazz el pasado verano. Y Donovan Mitchell, el novato (número 13 del último draft) con trazas de jugador franquicia que ganó el último concurso de mates y que convierte en oro todo lo que toca.

Madurez. Y Ricky, claro. El base español está en plena madurez, muy cómodo en un estilo que le va como un guante: en los últimos diez partidos promedia más de 14 puntos, 6 rebotes y 7 asistencias y pisa fuerte hacia sus primeros ­playoffs. Se está jugando el billete con, entre otros, sus ex, los Timberwolves. No va más.