Durant y una defensa asfixiante baten por primera vez a OKC
Los campeones reventaron el partido en el tercer cuarto. Paul George solo anotó una canasta en todo el partido. La próxima batalla, el 3 de abril.
Este partido significaba algo para los Golden State Warriors. No era un día más en la oficina. No era un trámite más con el que jugar. Aburridos, cambiando sin parar de canal con un mando que les lleva de pabellón en pabellón por todo el país pero que no les permite viajar en el tiempo (los playoffs...), los de Oakland encontraron por fin un partido importante. Los Thunder, exequipo de Kevin Durant, habían limpiado dos veces el parqué con sus camisetas esta temporada (+17 y +20). La última en su propia casa. Era el momento de decir basta. Tocaba despertar a la bestia.
Ambiente de playoffs y partido de playoffs. Duro y emocional. Tardó en llegar el acierto y nunca lo hizo por completo, pero sí nos dejó unos minutos devastadores de la mejor versión de los Warriors. Tras dos cuartos y medio de toma y daca, la defensa local secó por completo a los Thunder. Y cuando defienden a ese nivel el dominó te mata: las transiciones, emparejamientos forzados por la velocidad del juego, tiros liberados... Game Over. En un abrir y cerrar de ojos que duró ocho minutos, los Warriors pasaron de estar tres abajo (la primera y única canasta de Paul George) a cerrar el cuarto 18 arriba: 28-7 de parcial y a otra cosa.
El partido tuvo de todo. Carmelo Anthony, el más enchufado del Big Three de los Thunder (6/17 en los tiros...), tuvo sus más y sus menos primero con Durant y después con Draymond Green (inmenso en defensa: el fuego de la competición en sus ojos). Volaron técnicas, una práctica ya habitual en Oakland, pero no hubo expulsados. Pachulia volvió a hacer de las suyas y los Thunder tuvieron que aguantar los bailes provocativos de Nick Young a centímetros de su banquillo... La guerra no ha terminado.
Más allá del resultado y de la venganza de Durant (28 puntos, de nuevo el mejor en ataque) y sus Warriors, conclusiones positivas para ambos equipos. Sí, para los Thunder también.
Los campeones dieron el do de pecho. El partido que todos esperábamos, la defensa que todos queríamos volver a ver. Acertó Steve Kerr (que no puede jugar ni con McGee ni con Pachulia contra los quintetos pequeños de los Thunder...), funcionó el quinteto de la muerte e Iguodala, que está mayor y ya no sirve y esas cosas, se paseó hasta el +29 en 23 minutos sobre el parqué. Sin hacer ruido y sin sorprender a nadie. Qué fenómeno.
Curry anotó cinco triples (21+9+6+3), Nick Young estuvo sensacional y si Klay Thompson (1/11 en los triples, pero sobresaliente en defensa) hubiera metido alguna los Warriors habrían ganado por 45 puntos. La clave de uno de los mejores ataques de la historia del baloncesto siempre estuvo atrás...
Para los Thunder, dos cuartos y medio de victoria aplastante. No metían una (33% en los tiros, 26% en los triples), perdían más balones de la cuenta (15) y aun así intercambiaban golpes contra el mejor equipo del mundo. El K.O. solo llegó con la explosión de acierto rival (17 triples al final: 45%) y en su peor esfuerzo ofensivo de la temporada (4/15 y cinco pérdidas de Westbrook, 1/14 Paul George). No estamos tan mal, debería pensar Donovan.
En los dos primeros partidos arrasaron y ayer dominaron dos cuartos y medio sin acierto. La realidad es que la combinación de rebote ofensivo (14 al final, pero llevaban 7 en los primeros minutos), buena defensa (aun sin Roberson obligan a los Warriors a tirar del fondo de su libreta) y talento individual suficiente como para superar emparejamientos ante grandes defensores molesta y mucho a los grandes favoritos a todo. Estos Thunder son un bicho raro, capaces de los mejor y de lo peor en cuestión de minutos. Pero un bicho al fin y al cabo. Y uno que se empareja especialmente bien contra estos Warriors.