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La arrancada del Madrid fue digna del esprínter más explosivo por la velocidad con la que quebró al rival y se ganó los elogios. Defensa perfecta en la que Tavares era la guinda y a la vez el eje de todo. Echó el candado bajo el aro y lanzó la llave al río. Alteraba cada ataque del Brose Bamberg, casi cada movimiento. A eso añádanle mucho de todo y de casi todos: control total de rebote, rapidez de acción y una precisa circulación de balón. Resultado, 13-29.

Thompkins abrió la espita que provocó la tromba ofensiva con diez puntos seguidos (dos triples) y en esas aguas navegó su equipo a favor de corriente. El primero, Causeur, que reconocía los aros tras su paso por el club alemán el pasado curso. Y luego Doncic, Yusta y el propio Tavares. El parcial del primer cuarto acabó con la velada.

Esta vez no hubo remontada heroica. Ni el Bamberg pudo hacer la machada del día del Barça (de ir 26 abajo a ganar) ni el Madrid se dejó. Los blancos aparcaron la montaña rusa para mejor ocasión y completaron una de sus actuaciones más serias, que no siempre casa con vistosa. La actitud defensiva, esos mismos mecanismos de ayuda que aturdieron al Valencia el martes, hicieron de lanzadera 48 horas después.

Tercera victoria seguida en la Euroliga, la primera fuera de casa desde el 26 de octubre (Kaunas) y la primera ante un rival no español desde aquel mismo día. El balance blanco coge color: un 8-6 que le mete de nuevo en la pelea por la cuarta plaza después del traspié del Fenerbahçe en Tel Aviv.

Tavares y Thompkins, pareja perfecta

Tavares estuvo en pista los primeros once minutos y medio y terminó con 24:28. Nueve puntos sin fallo y diez rebotes para 19 de valoración, aunque eso fue lo de menos. Lo esencial es que deshizo al Bamberg con su presencia. Rapidez y talla maridan bien en el baloncesto. A su lado, Thompkins lució números: 20 tantos con solo 12 lanzamientos y la suficiente atención atrás para que Dorell Wright no se disparara. En realidad, su par ni arrancó.

La sangría no resultó mayor por el acierto local en los triples (6 de 8 en el minuto 12). El Madrid, en cambio, hizo tantas cosas bien que se pudo permitir desde la línea un pobre 25%. Entre otras cosas porque cogió once rebotes más, perdió solo ocho balones, dio veintiuna asistencias para sumar 20 canastas de dos de 32 intentos (63% y, ojo, 72% ante el Valelncia) y forzó veinte tiros libres y… no erró ninguno. La renta tocó los 22 (46-68) antes de que desenchufara sin riesgo de ser cazado sobre la línea de meta. Gran labor de Yusta (intensidad bien controlada) mientras que Reyes sigue al alza, en juego y en cifras: 301 partidos en la Euroliga, solo por detrás de Navarro (326). Próxima parada blanca, el jueves en Casa Obradovic.