Un inspirado George (36+9) y un perfecto Steven Adams (11/11)
Primera victoria de los Thunder en un partido igualado esta temporada y también primera en tres partidos contra los Timberwolves.
Los Thunder (9-12) tenían cuentas pendientes con los Minnesota Timberwolves (13-10), pero sobre todo tenían cuentas pendientes con ellos mismos. Ayer, con una afición detrás que sigue animando como el primer día, los de Billy Donovan respondieron con su primera victoria de la temporada en un partido igualado. Necesitaban esta victoria.
Tercer partido del curso contra los Timberwolves después de perder los dos primeros por un total de cinco puntos y de nuevo un primer cuarto maravilloso (el fuerte de OKC esta temporada y la prueba de lo que podrían ser capaces de hacer si jugaran 48 minutos con la misma intensidad). 42 puntos que concedieron las primeras ventajas cómodas gracias a la defensa, el rebote (ganaron el partido bajo los tableros por goleada 42-26) y una circulación de balón mejorada (10 asistencias en las primeras 13 canastas, 28 totales).
Hasta el +21 en el segundo cuarto y los Timberwolves a remar. Y vaya si remaron... Sin pausa y con su Big Three en números de Big Three (23 de Towns y Wiggins, 22 de Butler), los visitantes fueron bocado a bocado recortando ventajas y los fantasmas empezaron a sobrevolar Oklahoma. Pero ayer era el día, el día de romper con la horrible racha de derrotas en partidos igualados. Necesitaron la inspiración del mejor Paul George (36 puntos, nueve asistencias, tres tapones... Estuvo en todas partes) y un partido perfecto, inmaculado, de Steven Adams (11/11 en los tiros y 5/5 en los libres para 27 puntos) para conseguir un triunfo que vale mucho más que la W que sube a su casillero. Un triunfo tranquilizador que corta una racha de tres derrotas y permite coger aire tanto a Billy Donovan como a un Big Three que pudo tocar fondo hace un par de días ante los Magic. Pudo...(veremos).
Casi triple-doble de Westbrook (15+9+14), que también perdió siete balones y falló 15 de sus 21 lanzamientos pero celebró cada canasta de su equipo como si fuera la última (quizás el que más necesitaba este triunfo). Solo nueve de Carmelo (4/7 en los tiros, sin buscar más de la cuenta) y al final un rebote de ataque entre Roberson y Adams decidió el partido y evitó el drama que hubiera sido una nueva derrota. Hoy se duerme mejor en Oklahoma City.