Sergio Scariolo trabajó en las Ventanas FIBA a un año vista
Se inventó una concentración en Benahavís a principios de julio. Siete de sus asistentes estuvieron con España: Colom, Jaime, Paulí, Rabaseda, Vega, Llovet y Arteaga.
En sus funciones de coordinador técnico de la FEB, cargo que compagina con el de seleccionador, Sergio Scariolo previó meses antes del Eurobasket que el choque de trenes era inevitable y que habría que empezar a jugar las Ventanas de clasificación para el Mundial de China sin 29 jugadores de NBA y Euroliga. Expuso el asunto al presidente de la FEB, Jorge Garbajosa, y se pusieron a trabajar.
Primero, establecieron los primeros contactos con jugadores. Luego, ambos se inventaron la concentración de Benahavís (Málaga) en julio. Una semana de trabajo sin los NBA que sirvió para poner las bases del método de trabajo. Allí estuvieron, a sabiendas de que no irían al Eurobasket, Quino Colom, Jaime Fernández, Xavi Rabaseda, Oriol Paulí, Javi Vega, Nacho Llovet y Víctor Arteaga, casi un 50 por ciento de los convocados para la primera Ventana. Ninguna otra selección hizo ese trabajo a medio plazo en verano. Fue clave.
Scariolo eximió del trabajo estival a los veteranos. Pero tenía planes para ellos: Albert Oliver, Sergi Vidal y Fran Vázquez. El caso del jugador de Chantada era el más peliagudo. Ahí la tecla adecuada la tocó Garbajosa. Su hijo Aitor disfrutó de lo lindo en el Coliseum de Burgos viendo a su padre de capitán. Se marchó de la cancha feliz y con una mochila de la Selección. “Ya eres famoso”, le decía su madre Ana. Jugadores como Vidal y Oliver se despidieron de Scariolo dándole literalmente las gracias después del servicio que, con 36 y 39 años respectivamente, habían ofrecido.
Pero había más. Scariolo sabía que no podría contar con su equipo de colaboradores habitual. Jordi Fernández (Nuggets) y Ángel Cañete (Unicaja) tampoco podrían estar. Se rodeó de viejos ayudantes de confianza en sus días felices en Málaga: Paco Aurioles (técnico) , Enri Salinas (preparador físico), Carlos Salas (doctor). También reclutó a Luis Guil y a Manolo Aller, exjugador de prestigio (19 internacionalidades) que hace de pegamento. La disciplina ha sido espartana. La noche posterior al partido de Montenegro, trabajaron de tres de la madrugada a ocho para entregarle a Scariolo la documentación sobre Eslovenia antes de viajar a Burgos.
Scariolo apretó a los nuevos pero también generó distensión. Los años le han relajado. Es estricto en el trabajo, pero confía en quien le rodea. Algunos jugadores salieron a tomar algo después de ganar en Podgorica. Los entrenamientos invisibles cuentan. Las dos victorias han tenido poco de casual. Todo estaba recogido con precisión en el playbook de Scariolo.