Los Lakers no cortan la racha de los Celtics: ¡10 victorias seguidas!
Sin Hayward y Horford (conmoción) y con Tatum (tobillo) fuera en la segunda parte, Boston se repuso a la rebelión angelina en el Clásico NBA. Baynes fue el mejor.
Después de un inicio fulgurante en el que llegaron a estar 21 arriba (39-18, minuto 14), los Celtics sobrevivieron a la reacción de los Lakers para encadenar el cuarto triunfo (107-96) consecutivo ante el eterno rival y sumar así su décima victoria consecutiva, su mejor racha desde la 2010-11: no ganaban tantos encuentros seguidos antes de Acción de Gracias desde 1972. No defraudó el 361º Clásico de la historia NBA (69 años viéndose las caras), el primero para rookies como Lonzo Ball o Jayson Tatum o jugadores como Kyrie Irving, el único all star presente sobre el parqué del TD Garden.
Su compañero Al Horford es baja indefinida tras pasar a formar parte del protocolo de conmociones tras un golpe recibido en el partido anterior ante los Hawks (situación similar a la experimentada en el arranque de la temporada pasada y que le hizo perderse hasta nueve partidos), Gordon Hayward seguía el encuentro en casa por televisión mientras que Luol Deng no cuenta para Luke Walton. La plaga de bajas continúa cebándose con los verdes, quienes se quedaron sin Tatum a finales del segundo cuarto. Un dolor en el tobillo derecho le obligó a abandonar el pabellón con una bota a modo de protección. Está previsto que a lo largo del día se someta a más pruebas que determinen el alcance de la lesión.
Sonaron por megafonía algunas de esas canciones que tanta manía llegó a coger Kobe Bryant, símbolo junto a Paul Pierce (el ídolo recibió la ovación del pabellón) de la última era de la vieja y eterna rivalidad Celtics-Lakers. Ya sin la Mamba, el público del Garden ha encontrado un nuevo objetivo en el que focalizar su ira: Lonzo Ball. El base (9+5+6 y 4 tapones), abucheado desde la primera vez que tocó el balón, no estuvo mal, se mostró agresivo y brilló en defensa, pero volvió a manifestar problemas con el tiro (4/15): "Sé que está todo en mi cabeza". Pero como el resto de sus compañeros, Lonzo fue de menos a más. La nula escasez de ideas de los visitantes (9 pérdidas solo en el primer acto) fue aprovechada por Boston.
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Irving (19+6+5 pero con un 0/7 en triples) volvía loca a la defensa rival con esas jugadas que solo él sabe hacer, Jaylen Brown atacaba el aro con confianza, Marcus Morris ensanchaba el aro con sus triples y Theis (otro gran partido del alemán) y Rozier (14 tantos y 8 rechaces) aportaban frescura desde le banquillo. El encuentro parecía visto para sentencia en los albores del segundo periodo... hasta que despertaron los pupilos de Walton. La irrupción de Julis Randle (de largo el mejor de su equipo) contagió al resto. Caldwell-Pope comenzó a enchufar los tiros e Ingram a asumir el mando en ataque.
Boston era incapaz de encontrar su tiro exterior, así que Irving se veía obligado a forzar demasiado en el uno contra uno. Se empezó a notar entonces la importancia de Al Horford en el esquema de Stevens. El dominicano es vital para descargar la atención rival del base con su inteligencia y fenomenal lectura en el pick & roll. Por si fuera poco, al atasco general se unió la pérdida de Tatum. En seguida quedó claro el tremendo alcance que ejerce el novato. Sin él los Celtics perdieron también consistencia atrás y empezaron a conceder puntos fáciles en la pintura. Una canasta de Ingram llegó a poner a los Lakers a solos dos puntos (76-74), pero los Clarkson —quizá el mejor amarillo después de Randle— y compañía fueron incapaces culminar la remontada.
Los de Massachusetts supieron mantenerse en el alambre gracias a los buenos minutos de hombres como Ojeleye (otro que parece de todo menos un rookie por su determinación), el omnipresente Marcus Smart y Aron Baynes. El australiano hizo muchísimo daño en la zona y acabó 21 puntos que igualan su tope personal y le permitieron marcharse como máximo anotador de su equipo por cuarta en su carrera. Se puede decir que, junto con alguna muestra del desbordante talento de Irving en los minutos finales, fue él quien decantó el partido. Tampoco hay que olvidarse del rebote ofensivo, claro. Son muchas las cosas que han cambiado en Boston respecto al anterior ejercicio. Tanto que hasta jugaron por primera vez en su historia con la camiseta verde como locales. Nuevos tiempos en una NBA en la que afortunadamente la rivalidad Lakers-Celtics permanece inalterable. Y que siga así durante muchos más años.