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China, mina de oro para la NBA... ¿y problema para los equipos?

La liga arrasa en China pero los equipos notan el peso del viaje en plena pretemporada. Silver reconoce que están "en proceso de aprendizaje".

China, mina de oro para la NBA... ¿y problema para los equipos?

“Estamos en la terraza del piso 118 del edificio más alto de Hong Kong y todos -Draymond, Shaun Livingston, Zaza…- están por ahí haciéndose fotos. Uno ve estas escenas y se pone a pensar en lo lejos que ha llegado la NBA”. Habla Rick Welts, un pionero de 62 años que es, aunque su nombre no sea muy conocido, una persona clave en la historia de la NBA. Ahora presidente de los Warriors y personalidad de la comunidad gay californiana (se declaró públicamente homosexual en 2011), Welts trabajó para la NBA entre 1982 y 1999. Acabó siendo uno de los hombres de confianza de David Stern (otro fue Adam Silver, que comenzó junto a él, también muy joven y también desde la base de la pirámide).

Welts ideó el concepto del All Star Weekend y toda la campaña mediática que rodeó al Dream team de Barcelona 92 (incluido el icónico nombre). Y vivió los primeros pasos de la NBA en Asia, con unas oficinas en las que apenas tres personas lidiaban con toda la burocracia, todos los problemas imaginables… y un cambio de hora demencial con respecto a la Costa Este de EE UU. Era 1992 y la prioridad expansiva de la NBA era Europa. Después apareció en el horizonte Japón. Y finalmente China, que se está convirtiendo en un bastión de tal magnitud que hasta Adam Silver lo expresa con cierta sorpresa: “Decían que íbamos a perder popularidad cuando se fuera Yao Ming pero de hecho hemos crecido muchísimo desde que se retiró. Creo que el baloncesto tiene unos valores que encajan muy bien con el pueblo chino: respeto, trabajo duro, labor en equipo”. Esto se lo dijo a USA Today, medio que recopilaba cifras: tras abrir la primera en Hong Kong, la NBA tiene ahora también oficinas en Pekín, Shanghai y Taipei. Durante la temporada 2016-17, más de 700 millones de chinos vieron partidos de la liga. Unos 300 juegan al baloncesto, primer deporte del país. Y no hay competición como la NBA (136 millones de seguidores) para las redes sociales chinas.

Éxito económico, exigencia deportiva

Con los de este año, se han jugado ya 24 amistosos en China con 14 franquicias implicadas (el primer visitante Washington Bullets, en 1979): todos con entradas agotadas. Los entrenamientos de los Warriors y los Timberwolves durante la pasada semana congregaron a 15.000 aficionados… y porque no había espacio para más. Silver habla de un nuevo estirón pero en su fuero interno sabe que para darlo necesita que otro jugador chino triunfe en la NBA. Después de Yao Ming y del proyecto fallido que fue Yi Jianlian, las esperanzas recaen de pronto en el rookie de los Rockets Zhou Qi.

Las franquicias NBA saben hasta qué punto es importante el éxito global y, concretamente, sembrar para recoger en un mercado gigantesco como el chino. Los Warriors, a la cabeza de la liga en tantas cosas, son los más concienciados con su mentalidad de Silicon Valley. La publicidad de su camiseta fue para la japonesa Rakuten porque (además de porque dobló, por ejemplo, las cifras que acordaron los Cavaliers con Goodyear) su impacto mundial será mucho mayor que el de las marcas estadounidenses que ofertaron. Los ejecutivos lo saben y los jugadores también. Y más cuando trabajan sobre el terreno: el tratamiento que ha tenido el campeón en su paso por Asia ha trascendido el de estrellas del deporte y ha dejado imágenes de verdadera adoración.

Pero también implica una carga, especialmente ahora que la pretemporada se ha reducido (cuatro partidos tan solo) para espaciar más la Regular Season y los jugadores perciben que es más difícil trabajar con jet lag y con un horario repleto de actos con aficionados y patrocinadores: “Mi estado de forma dará un paso atrás, la preparación, alimentación… Se nota. Estamos muy cerca de la temporada y uno preferiría cuidarse más, comer mejor. De esta forma, todo lo que rodea al simple hecho de jugar al baloncesto se ve afectado. La salud de los jugadores tiene que ser lo más importante y puede ser un gran problema si aumenta el riesgo de lesiones, se cambian las rutinas de entrenamiento… Veremos durante la temporada el efecto que tiene”.

Lo dice Draymond Green. El mismo Draymond Green que, claro, se maravilló cuando un niño rompió a llorar después de que le firmara un autógrafo: “Eso me pilló totalmente desprevenido”. Y que es jugador de unos Warriors que son súper clase, viaje directo de Oakland a Shenzhen mientras que su rival en los dos amistosos, Minnesota Timberwolves, se desplazó en un vuelo que tuvo que hacer parada para repostar en Alaska. “Es un gran viaje, una experiencia maravillosa, pero no es la mejor forma de prepararse para la temporada. Pero no pasa nada, la campaña es larga y si no estamos en plenitud la primera noche, ya lo estaremos más adelante”, dice Steve Kerr, un entrenador que, por suerte, está ahora mismo libre de los terribles problemas de espalda que le han lastrado durante las dos últimas temporadas. Con ellos, ni hubiera podido plantearse hacer este viaje con el equipo.

Y Adam Silver, que anda en proceso de aplicar y explicar los cambios que va adoptando la NBA, ha recogido el guante y, al menos, ha expresado empatía con los equipos a los que les toca viajar a Asia en una pretemporada que dura dos semanas menos: “Sabemos que es pedir mucho a los jugadores y los equipos. Para ellos la pretemporada es muy importante. Los jugadores quieren recuperar la forma física, los entrenadores quieren dar minutos a los nuevos o los menos habituales… Se trata de que haya balance entre la expansión de la NBA, encontrar nuevos aficionados y que los equipos lleguen en condiciones óptimas al comienzo de la temporada. Estamos en un proceso de aprendizaje con el nuevo calendario de pretemporada. Los equipos tienen obligaciones con los partidos organizados fuera de Estados Unidos, pero estudiamos qué es mejor para ellos y también qué es lo que quieren ver los aficionados en cada sitio”.

“Estos viajes dan perspectiva a los jugadores, sensibilidad con los aficionados de todos los lugares. Eso también es muy importante para el crecimiento de la liga”, remata Silver. Para el crecimiento de la NBA... y para el de los jugadores: los Warriors ya habían visitado China en 2008 y 2013, justo antes de la explosión de unos Splash Brothers, Stephen Curry y Klay Thompson, que han reconocido que ese viaje les ayudó para firmar sus contratos con Under Armour y Anta.