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FINALES NBA 2016 | CLEVELAND CAVALIERS - GOLDEN STATE WARRIORS (2-3)

Baños en sal de Epsom, la “fuente de la juventud” de Curry

El deporte profesional se ha dado cuenta de que no estaba haciendo lo suficiente contra un problema mundano pero capital: los malos hábitos de sueño.

Cleveland
Stephen Curry durante un entrenamiento en el Quicken Loans Arena.
JOHN G. MABANGLOEFE

Cavaliers-Warriors en vivo

Cuando el calendario de los Warriors da un respiro y Stephen Curry pasa varios días en casa, visita una clínica en la zona hipster de San Francisco (Reboot) en la que se introduce en una especie de bañera futurista, casi una capsula espacial aislada de cualquier sonido, y queda suspendido en agua con una tremenda concentración de sulfato de magnesio, la sal de Epsom que produce un efecto insensibilizador y cuyas propiedades son casi milagrosas para sus adeptos. Entre ellos el propio Curry que llama a esos baños “la fuente de la juventud”. Con ellos combate, entre otras muchas cosas, el estrés y la fatiga.

Y mejora su descanso y sus hábitos de sueño. Con al menos una sesión cada dos semanas seguras, a Curry ya le han seguido Harrison Barnes o Festus Ezeli. Esta técnica va incluso más allá del “plan de higiene de sueño” elaborado por Lachlan Penfold, un australiano formado en los ámbitos del rugby, el fútbol australiano y el olimpismo, y que dirige ahora el programa de rendimiento deportivo de la franquicia, a la vanguardia probablemente en todo el deporte estadounidense y cuya fama ya es cualquier cosa menos secreta: su predecesor, Keke Lyles, fue contratado a golpe de talonario por Atlanta Hawks, donde se le dio vía libre para contratar a lo más granado de todo el país en cada una de sus áreas de trabajo. Las franquicias, un negocio que mueve tantos miles de millones, se han dado cuenta por fin de que no estaban prestando suficiente atención a problemas tan cotidianos y a priori tan fáciles de afrontar como la falta de sueño.

Las claves las da Ken Berger en CBS: los jugadores de la NBA duermen mal y cada vez más estudios sitúan ese problema en el centro de patrones de bajo rendimiento y tendencia a las lesiones a los que se ha buscado soluciones mucho más complejas en los últimos años. Según la ciencia, un día sin dormir produce efectos semejantes a estar borracho en las capacidades motrices y cognitivas. Y según el calendario NBA, es casi imposible que los jugadores tengan un ritmo normal de descanso: partidos constantes, muchas veces en noches seguidas y en tandas de cuatro en cinco y viajes interminables entre diferentes franjas horarias. LeBron James ha reconocido que este ha sido un problema durante casi toda su carrera, especialmente cuando perdió la Final de 2011 contra los Mavericks (su primera con los Heat). Y que ahora trata de dormir ocho o nueve horas al día y siempre, literalmente, se echa una siesta. También, o especialmente, los días de partido.

Los efectos de una lesión grave de una súper estrella se valoran en pérdidas de unos 100 millones. Por eso es extraño que hasta ahora no se haya trabajado sobre las necesidades de descanso de los jugadores. Unas rutinas que muchas veces comienzan por las técnicas más mundanas: habitaciones de hotel lo suficientemente cómodas, teléfonos y dispositivos apagados antes de acostarse, control de las luces, la temperatura o lo que se toma para cenar. La NBA también ha puesto de su parte. En la última temporada los equipos han reducido en un 2% la distancia recorrida durante la Regular Season y las tandas de cuatro partidos en cinco días han caído un 61%. Los back to back, de 19,3 de media la temporada anterior a 17,3. Y hasta el parón del All Star y las Finales han ampliado su duración.

De vuelta en los Warriors, uno de los primeros equipos que empezó a usar pulseras inteligentes y otros dispositivos para controlar y modificar los hábitos de sueño, Andre Iguodala reconoció problemas para dormir desde sus años en la Universidad de Arizona, y se sometió a un estudio durante las semanas en las que trató de adaptarse a dormir de una manera óptima: cuando lo logró, subió un 29% su anotación por minuto y bajaron un 37% sus pérdidas de balón. Algunos de los principales expertos de EE UU llevaban tiempo avisando sobre este asunto: Cheri Mah, una referencia que colabora con el actual campeón de la NBA, extrajo cifras trabajando con la Universidad de Stanford que demostraban que los jugadores eran mucho más rápidos y más precisos con diez horas diarias de sueño. Calculó mejoras en el tiro de tres que rondaban el 10%. Christopher Winters y Martha Jefferson analizaron durante tres años a los jugadores de la liga de béisbol (MLB) y concluyeron que aquellos con buenas rutinas de descanso coincidían en un 72% con los que tenían carreras más longevas.

Trayectorias más largas, menos lesiones, mejor rendimiento… el sueño está en la base de la buena salud y el buen rendimiento de cualquier persona, obviamente (y en buena medida especialmente) también de los deportistas de elite. Pero hasta hace poco nadie parecía darse cuenta. Eso por fin, al menos en la NBA, está cambiando de forma drástica.