CAVALIERS 120 - WARRIORS 90 (1-2)
Reviven LeBron (32+11+6), los Cavaliers y las Finales: paliza a los Warriors y 2-1
Los Cavaliers arrasan a los campeones en Ohio y nos regalan un cuarto partido que promete. Los de Kerr estuvieron perdidos desde el principio. Final en vivo: Cavs vs Celtics, juego 6
Los Cavaliers estaban vivos. Cleveland tenía vida. Latente, encerrada en el armario con todos los temores de una ciudad que lleva más de 50 años esperando un título de sus equipos profesionales. En las últimas horas, colgaba de las calles la sensación de que el cielo iba a caer sobre las cabezas de una afición que veía pasar la Final como un tren de alta velocidad que apenas iba a dejar una estela a su paso por Ohio. Pero los Cavaliers se subieron al tren y, de repente, están en la Final. Y hay Final. En el cuarto partido sabremos cuánta, pero ya es algo (mucho) tras el huracán amarillo y azul que había azotado la Bahía en los dos primeros partidos.
Era obvio que lo que les quedara a los Cavs tenía que estallar en este partido, pero era inimaginable un guion así, mucho antes del escandaloso +30 final: 33-13 todavía en el primer cuarto, 70-48 en el ecuador del tercero y después de que los Warriors se hubieran reenganchado a base de albañilería camino del descanso (51-43). Los Cavs defendieron con la agresividad que no habían tenido hasta ahora. Volvieron a anular a Stephen Curry y Klay Thompson pero esta vez taparon muchos otros espacios con brazos por todas partes. Dominaron el rebote a su antojo, metieron muchísimo físico y encontraron tiros abiertos. Y todo sin Kevin Love, fuera con una conmoción… precisamente el día que rompió a jugar su equipo. Cosas… y que cada uno piense lo que quiera.
Kyrie Irving anotó 16 puntos en un primer cuarto delicioso, sumando por toda la pista y dejando atrás, como árboles caídos, jugadores de los Warriors con una energía poética. Después le costó más (aunque acabó con 30), pero sumó en goteo y repartió, asunto clave, 8 asistencias. Cuando peor estaban las cosas (2/17 en el segundo cuarto entre el base y LeBron James), llegaron los rebotes de ataque de Tristan Thompson (los 7 en la primera mitad) y un par de triples de JR Smith. Esto son los Cavaliers, esto es todo lo que pueden dar. Ya saben (llevaban siete derrotas seguidas en un año natural) que pueden ganar a los Warriors. Ya saben (llevan nueve partidos sin lograrlo) que les pueden meter 100 puntos. Ya saben que su ciudad sigue en pie, con el cielo en su sitio y el Quicken Loans Arena desperezándose. Ya saben todo eso, ahora tienen que cabalgar sobre ello. Hasta LeBron sacó fuera unos cuantos demonios en el segundo tiempo, con suficientes tiros en suspensión y el mate de la noche (pese a pésimo segundo cuarto: 32 puntos, 11 rebotes y 6 asistencias). Todo influye, todo suma. Todo irá empaquetado hacia el cuarto partido. La energía ni se crea ni se destruye, se transforma.
¿Y los Warriors? En su peor versión y en su primera derrota desde aquellas tremendas de Oklahoma que casi les cuestan el pellejo. Llevan cinco terceros partidos seguidos sin ganar, todos en estos playoffs 2016, y el rival que veían a cien kilómetros por detrás se hace grande en el retrovisor. De momento, nada más. Es solo una derrota, pero este equipo no se puede permitir una entrada en partido como esta: sin tensión, sin concentración, sin agresividad y con una pasividad que marcó el resto del partido. La misma del inicio del tercer cuarto, cuando los Cavaliers todavía tenían el susto en el cuerpo (7-0 rápido de salida y otra brecha: 58-43). Los parciales en contra llegaron con Bogut en pista e Iguodala en el banquillo, sin el quinteto de bajitos que, gracias principalmente a la segunda unidad, protagonizó la breve resurrección del segundo cuarto. Kerr no movió esta vez las fichas con la rapidez de otras, se acostó sobre un plan que no estaba funcionando y vio pasar por delante una derrota con tramos calamitosos.
Quizá sea una forma de que los Warriors recuperen la tensión porque seguramente tampoco eran inmunes a la sensación de Final quebrada con la que se llegó a Ohio. Quizá. Veremos en el cuarto partido cuánto han perdido, cuánto han dejado que regrese al ánimo de su rival, cuánto de lo que concedieron pueden recuperar y con cuántos problemas. Una vez que no todo va a ser tan fácil como estaba siendo, necesitan a los Splash Brothers: que Curry y Klay encuentren sus espacios y sus tiros. Ninguno de los dos ha llegado a 20 puntos en lo que va de Final. Esta vez en un día especialmente malo, el segundo arrastró al equipo a su caos personal en los primeros minutos, buscando una inspiración que no aparecía por ninguna parte. Peor fue después lo de Curry, que solo puso maquillaje con 13 puntos (19 totales) y 3 triples en el tercer cuarto, cuando la presa ya se había escapado. Su partido fue impropio, horrible, con un lenguaje corporal completamente equivocado y ninguna capacidad de manejarse a la velocidad de su rival, que zumbaba en sus oídos por todas partes. En el primer tiempo sumaba casi el doble de pérdidas y personales (6) que de puntos y asistencias (4).
Antes del salto inicial de este partido no sabíamos si a los Cavaliers les quedaba vida y si la que pudieran exprimir valdría para sacar el suficiente nervio. Lo tuvieron: energía y baloncesto. Casi se nos había olvidado que este equipo puede ganar a los Warriors, pero ya lo hemos recordado. Nosotros, ellos… y quizá también los propios Warriors, que seguramente (más les vale) serán un equipo muy distinto el viernes. Al final y al cabo, no regalar de salida 20 puntos de desventaja fuera de casa en unas Finales ayuda lo suyo. Lo que sabemos es que tenemos Final, que Cleveland irá el viernes a The Q con las pinturas de guerra que casi ni se atrevía a sacar para este tercer partido. Y que sus Cavs siguen sin ser favoritos y siguen teniendo que ganar en Oakland. Pero están vivos y haciendo ruido. Y, de donde venían, solamente esa ya debe ser una sensación maravillosa. Para ellos… y, desde luego para la Final, que también resucita. Hasta el cuarto partido, al menos.