NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

CAVS - WARRIORS - GAME 3

La última bala de los Cavs... y la maldición de Steve Kerr

LeBron quiere usar el factor cancha para aferrarse a sus opciones ante unos Warriors a los que se les dan muy mal los terceros partidos.

Cleveland
OAKLAND, CA - JUNE 05: Richard Jefferson #24, LeBron James #23, Tristan Thompson #13 and Channing Frye #9 of the Cleveland Cavaliers sit on the bench during Game 2 of the 2016 NBA Finals against the Golden State Warriors at ORACLE Arena on June 5, 2016 in Oakland, California. NOTE TO USER: User expressly acknowledges and agrees that, by downloading and or using this photograph, User is consenting to the terms and conditions of the Getty Images License Agreement.   Ronald Martinez/Getty Images/AFP
 == FOR NEWSPAPERS, INTERNET, TELCOS & TELEVISION USE ONLY ==
RONALD MARTINEZAFP

Los Cavaliers se han visto tan superados en los dos primeros partidos de la Final 2016 que da la sensación de que solo les queda la cabalística: los Warriors han perdido el tercer partido en sus últimas cuatro eliminatorias, y Steve Kerr esá 2-5 en esos malditos terceros… y 28-5 en todos sus demás partidos de playoffs como entrenador del actual campeón, que si gana dejará la Final 3-0, sin más cuestión ya que saber cómo y cuándo repetirá título. Y que alcanzaría las 88 victorias, terreno desconocido ahora que ya ha igualado las 87 de los Bulls del 72-10.

En Cleveland también da la sensación de que la gente necesita ver para creer, algo a lo que aferrarse que por ahora no aparece y que, si es, será finalmente LeBron James. El ambiente carece de la electricidad de hace un año, cuando se desembarcó con 1-1 y los Cavs se pusieron 2-1. Esa vibración parece ahora ausente, quizá solo latente para un afición fiel y ruidosa… pero con tendencia a creer que el cielo va a desplomarse sobre su cabeza. Es el precio de que sus equipos profesionales lleven sin ganar un título desde 1964. Y el resultado de ese histórico +48 amasado por los Warriors en el primer tramo de la Final. Lo nunca visto. Eso sí, una victoria de los Cavaliers abriría de nuevo la puerta de una eliminatoria que también puede llevarse un portazo sonado: ahora mismo el campeón tiene un 92% de opciones de repetir anillo según el BPI (basketball power index) de ESPN. En la mañana anterior al sexto partido ante los Thunder, en Oklahoma, sus posibilidades no subían del 15%. Desde entonces ha ganado cinco partidos y se ha reencontrado con casi todo aquello que le ha hecho infalible en las dos últimas temporadas. A eso ni más ni menos tienen que enfrentarse los Cavs. Y por ahora no están sabiendo.

Veremos en el Quicken Loans, donde los de Tyronn Lue están 7-0 en estos playoffs con una diferencia media de 20,9 puntos en esos siete triunfos. Claro que los Warriors han ganado en sus tres últimas visitas, en 2015 para proclamarse campeones y en Regular Season con una exhibición asombrosa que precedió a la caída de David Blatt: 98-132. De hecho se cumple un año en el calendario NBA (tercer partido de la pasada Final: entonces 9 de junio) de la última victoria de los Cavs contra los Warriors, que han ganado sus siguientes siete enfrentamientos con un resultado medio de 107-88. Resulta demoledor, más para este equipo al que no sobra autoestima (en partidos, 2-10 histórico en Finales), que tiene a Kevin Love pendiente de pasar el protocolo médico tras su conmoción del pasado domingo (parece que jugará) y cuyo entorno empieza a mirar hacia Tyronn Lue en busca de respuestas.

Porque el plan del técnico (al que por ahora las costuras de rookie le han asomado por los cuatro costados) no está funcionando. Su apuesta era jugar en lo que su equipo es bueno (correr mucho y tirar por fuera) ante un rival que en eso es el mejor: corre más y tira desde cualquier parte. Los Cavaliers, con la plantilla más cara de la historia, no han enseñado ni profundidad ni variantes para contestar a los golpes de unos Warriors que están ganando la Final a partir de una defensa excelente y de su variedad incontenible de ejecutores. Ni Stephen Curry ni Klay Thompson han llegado todavía a los 20 puntos y el MVP ahora mismo estaría entre Draymond Green y Andre Iguodala. En los playoffs del Este, los Cavaliers tiraban más de 23 triples por partido en acciones de catch and shoot (recibir y lanzar) con un 46,8%. En la Final han estado en 13 por noche con un 30%. Los Warriors no necesitan poner toda su defensa sobre Irving y LeBron porque tienen especialistas para controlarles casi en uno contra uno, y en cualquier caso llegan a todos los pases extra para evitar los tiros cómodos de JR Smith, Love o Frye. Con eso y su extraordinaria protección del aro, tienen a los Cavs perdidos en acciones de uno contra uno que no llegan a ninguna parte. La diferencia en volumen de pases en los dos primeros partidos fue 604-542, en asistencias 55-32.

Kyrie Irving salió de Oakland con un 12/36 en tiros que es peor si se desmenuza: 3/12 en la pintura, 4/27 en jugadas en las que bota y bota y el balón no pasa por sus compañeros. En sus manos está buena parte de la capacidad de reacción de un equipo que en teoría tendría que correr menos, rebotear mucho, subir su intensidad física y evitar duelos de quintetos pequeños. Las rachas que le han derribado llegaron en ambos partidos con Stephen Curry en el banquillo: en las segundas partes, parciales de 19-8 y 25-5 con el MVP sentado. Ni él ni un LeBron que, de puro incómodo, hasta ahora ha parecido casi desorientado han sacado todavía su mejor versión en esta Final. Es otro de los factores determinantes, claro: qué líder se empeñará cuando haga falta en que su equipo gane. Con la certeza de que, ahora mismo, solo uno de los dos contendientes lo necesita. El otro ha enseñado otro millón de recursos. Por eso es el campeón, por eso ha ganado 73 partidos y por eso saltará esta noche a The Q con la posibilidad de meterse más de medio anillo 2016 en el bolsillo. Máxima tensión.