¿Tiene garantizado Steve Kerr el premio de Entrenador del Año?
Los Warriors están haciendo historia y Kerr, que no lo ganó el año pasado, es el favorito para ser Entrenador del Año. Pero, ¿qué candidatos podrían dejarle sin premio?
Ser Entrenador del Año es el principal reconocimiento para un técnico si bien la mayoría de ellos, desde luego los más inteligentes, no le dan una importancia excesiva (a la cabeza Gregg Popovich, por lo de inteligente y por los tres que ha ganado). Conviene recordar también que ser Entrenador del Año no garantiza un futuro próspero, de hecho casi ha sido una maldición en la última época y en esta NBA especialmente cortoplacista. De los últimos diez entrenadores que han recibido el galardón, solo dos siguen al pie del cañón en el mismo equipo: el propio Popovich y Mike Budenholzer, que lo ganó la temporada pasada y que durante años fue el delfín de Pops (al que es inevitable volver una y otra vez) en los Spurs.
¿Los otros ocho? Una escabechina: Mike D’Antoni (Suns, 2005), Avery Johnson (Mavericks, 2006), Sam Mitchell (Raptors, 2007), Byron Scott (Hornets, 2008), Mike Brown (Cavaliers, 2009), Scott Brooks (Thunder, 2010), Tom Thibodeau (Bulls, 2011) y George Karl (Nuggets, 2013). No solo eso: a Mike Brown le han echado los Cavaliers dos veces en dos etapas, Avery Johnson tampoco tuvo suerte en los Nets y Byron Scott salió de los Hornets y de los Cavaliers… y puede (debería...) salir de los Lakers el próximo verano. Como Karl de los Kings, a palos todo el tiempo con DeMarcus Cousins. El galardón de Entrenador del Año luce mucho en la estantería. Pero quema.
Marzo de 2016: Golden State Warriors pisa terreno desconocido. 61-6 y 50 victorias seguidas como local. Dos récords absolutos y a tiro el teóricamente intocable 72-10 de Chicago Bulls. Y por supuesto el segundo anillo consecutivo, para el que es estruendoso favorito aunque queda mucha tela por cortar. Siempre es así. Los Warriors, más allá de unos números en cualquier caso imposibles de sortear, son además un fenómeno casi social, un equipo único con un estilo único y un jugador único: Stephen Curry. Y un entrenador único: Steve Kerr. ¿Puede ser que Kerr no tenga ya adjudicado el título de Entrenador del Año? Puede ser. ¿Debería ganarlo? En mi opinión, rotundamente sí. Pero estos premios, que en realidad y en gran parte existen para eso, siempre permiten un debate inacabable y muchas veces recurrente.
A favor de Steve Kerr
A Kerr le bendice lo que ha conseguido desde que se hizo cargo de los Warriors, sin experiencia previa como head coach, en mayo de 2014. Un anillo, un balance total en Regular Season de 128-21 (71-2 en el Oracle Arena) y la expresión definitiva de un equipo que evidentemente tiene todos los mimbres imaginables pero que también evidentemente ha explotado de la mano de un entrenador que liberó las ataduras ofensivas de su predecesor, Mark Jackson, y también modernizó la buena base defensiva que construyó aquel. Kerr tiene a Curry pero Curry tiene a Kerr, del mismo modo que Phil Jackson ganó mucho porque tuvo a Jordan, Kobe y Shaquille pero estos dieron su mejor nivel competitivo a las órdenes del Maestro Zen.
A Kerr le bendice hasta la memoria: el año pasado ganó Mike Budenholzer porque llevó a Atlanta Hawks a un balance de 60-22, considerado más meritorio con sus armas que el 67-15 de Kerr con las suyas en la Bahía. Desde ese punto de vista, a este se le debe una, y esas cuentas se suelen saldar en la NBA. Además, ¿se podría dejar sin ese premio al entrenador del equipo que habría superado el 72-10? Si se da finalmente el caso, sería casi imposible de explicar a la siguiente generación. Kerr, además, ha combatido cualquier sensación de apetito saciado en un equipo que se ha sentido perfecto a la fuerza. Ha ayudado el impulso, la felicidad y el 72-10 (otra vez) a la vista. Pero no deja de ser un mérito más, seguramente el que más le reconocía el propio Kerr a Phil Jackson, para el que trabajó (también lo hizo para Popovich y, tipo listo, aprendió mucho de ambos): “Cuando llegas lejos varios años seguidos, es agotador emocionalmente. Desde luego es un bendito problema, pero también es un trabajo difícil mantener a un grupo de jugadores unido y hambriento”.
¿En contra? de Steve Kerr
¿Se puede poner asteriscos a la temporada de Steve Kerr? El más obvio es que sus problemas de espaldas le apartaron del equipo durante 43 partidos, tiempo en el que Luke Walton (sin ninguna experiencia) dirigió a los Warriors hacia un 39-4, incluido el mejor inicio de la historia del deporte estadounidense: 24-0. Claro que, al margen de que a nivel oficial las victorias van al historial de Kerr, se puede interpretar (el reverso de la moneda) como un triunfo del sistema instalado por un entrenador que pudo ausentarse y seguir viendo como cada pieza funcionaba a pleno rendimiento. Otro asunto (y no menor) es que, y realmente resulta increíble, el primer puesto de la Regular Season no está garantizado: 61-6 por el 57-10 de los Spurs con tres duelos directos todavía por delante entre el caza californiano y el bombardero texano. La pregunta es casi angustiosa: ¿es más increíble que un equipo como estos Warriors tenga a un rival a solo cuatro partidos o que un equipo como estos Spurs vea a un rival cuatro partidos por delante?
Los otros candidatos al premio
Finalmente, quedará esa bolsa de opiniones que afecta a todos los premios, de forma especial al de Jugador Más Mejorado, que parece específicamente creado para aceptar dos millones de puntos de vista. Ahí regresa el debate es el ya citado: ¿tiene más mérito lo que está haciendo Kerr con estos Warriors o lo que hacen otros entrenadores con sus respectivas plantillas? Para mi, insisto, en una temporada como esta no hay duda. Pero para quien quiera planteárselo, estos son otros posibles candidatos:
-Gregg Popovich: Los Spurs están 57-10, 33-0 en su pista y tienen el mejor diferencial de puntos de la temporada (+12,4. Para dar perspectiva, el de los Bulls del 72-10 fue de +12,3). Popovich juega a contraestilo de los Warriors y casi de los tiempos que corren y, sin que se note demasiado, ha provocado otra mutación exprés en un equipo en el que Kawhi es ya líder indiscutible y LaMarcus Aldridge y David West, piezas nuevas que producen un perfil distinto del que maravilló en las Finales de 2014 ante Miami Heat. Desde el 1 de enero, los Spurs están 30-4 y los Warriors, 31-4. Y Popovich, ya uno de los tres o cuatro mejores entrenadores de siempre, está firmando uno de sus trabajos más redondos en la presente temporada. Todo eso, desde luego, da para una candidatura muy seria.
-Terry Stotts: Para amantes del “sí, sí, pero tiene más mérito lo que el señor X ha hecho con su plantilla”. El señor X de esta temporada es, por encima de cualquier otro, Stotts. Los Blazers se quedaron sin cuatro titulares y su sexto hombre, cinco de los seis principales de la rotación y, contra cualquier pronóstico, son sextos del Oeste y pueden regresar a los playoffs. El equipo de Oregon hizo un buen trabajo de reconstrucción con jugadores jóvenes y de la generación Lillard, y ahora tienen un bloque que crece de la mano de su súper estrella y un entrenador que, desde luego, es ideal para guiar y modular a un equipo así. Quizá no tanto para empresas mayores, pero Stotts está poniendo firma a una de las historias más gratificantes de la temporada NBA. Además, en su currículum ya hay un caso no muy diferente: en la temporada 2005-06 llevó a los playoffs a unos Bucks que habían perdido a cuatro titulares (todos menos Michael Redd) y que, en aquel caso, venían de ganar solo 30 partidos.
-Brad Stevens: Tiene 39 años y no va a ser el Mejor Entrenador ahora pero lo será en el futuro, o al menos tiene toda la pinta. De Butler a los Celtics, una carrera meteórica y un equipo que exprime el 100% de sus posibilidades a base de química, variantes y sistema. 39-29, otra vez hacia los playoffs del Este y con la enorme curiosidad de ver qué sería capaz de hacer con una gran estrella en nómina. Ainge no la pudo conseguir en el mercado invernal, veremos el próximo verano. Pero como ecosistema y funcionamiento colectivo, los Celtics son ejemplares. Y son puro Stevens. Marca registrada, con 39 años. El futuro es suyo.
-Dwane Casey: Los Raptors están 45-21, a solo dos partidos y medio de los Cavaliers y con el cuarto mejor balance de toda la NBA. Puede que cueste creérselos por sus dos eliminaciones seguidas en primera ronda de playoffs, pero desde luego son ahora mismo la alternativa más firme en el Este a los Cavaliers, si es que finalmente hay alguna esta vez cuando lleguen las eliminatorias. Y lo son pese a los problemas de lesiones de su gran apuesta del pasado verano, DeMarre Carroll. Los Raptors defienden muy bien, atacan con sentido y compiten todas las noches. Son una roca, sacan lo mejor de sus jugadores y tienen a Toronto inamovible en el mapa de la temporada. No es poco, al menos hasta que lleguen los playoffs…
-Steve Clifford: Después de una decepcionante temporada pasada en el regreso a casa de los Hornets (33-49 y un montón de problemas), el equipo de Carolina está (otra vez sin librarse de la sombra de las lesiones) 38-29. Ha solidificado todavía más la defensa (sin Michael Kidd-Gilchrist) y ha modulado un ataque con fases explosivas. Los Hornets, mano de entrenador, están en el top-10 de la liga en ratings ofensivo y defensivo. Eso habla claro de buen trabajo... y de buen equipo.
Menciones honoríficas: Erik Spoelstra y Rick Carlisle.