Memphis Grizzlies: la hora de ser mucho más que un dolor de muelas
Los Grizzlies han sido uno de los equipos más estables, competitivos y duros de ganar en el Oeste del último lustro. Falta lo más difícil: dar el paso adelante definitivo.
Marc Gasol estrena contrato de mega estrella: 110 millones que arrancan en 19,6 esta temporada y acabarán con los 25,5 de su player option para la 2019-20. Es el sueldo del mejor pívot puro de la NBA, un reconocimiento gestado en los cuatro últimos años con dos All Star, un premio al Mejor Defensor de la temporada y la bendición primero de entrenadores y expertos, después de todo el entorno de la Liga y finalmente del gran público y los rankings de los videojuegos. La temporada, por lo tanto, es crucial para Marc (30 años) en lo individual… pero también en lo colectivo. Memphis Grizzlies lleva cuatro años por encima del 60% de victorias y cinco seguidos en playoffs desde la División más dura de la NBA (una Southwest históricamente cruel), establecido como uno de esos rivales contra los que nadie quiere jugar, una visita al dentista para cualquier oponente… que sistemáticamente se ha quedado corto en la búsqueda del anillo.
Los Grizzlies, salvo contratiempo en forma de plaga de lesiones, tienen casi asegurada otra temporada en la nobleza (por encima de las 50 victorias) gracias a una de las mejores defensas de la NBA y a un ataque en versión viejo escuela, en el que las cadenas se mueven lentamente y Mike Conley gestiona unas posesiones que pasan siempre por la extraordinaria pareja interior que forman Zach Randolph y Marc Gasol.
Ese trío y la organización espartana de su baloncesto roído hasta el hueso (marca registrada: grit and grind) necesita un impulso definitivo en forma de más puntos desde el perímetro, una amenaza exterior que permita seguir el ritmo de los grandes asesinos del Oeste cuando llegan las series de playoffs. Ese es el caballo de batalla de un equipo que lo tiene casi todo pero que no se consigue desprender de ese “casi” y al que le empiezan a llegar las prisas: Tony Allen tiene 33 años y Randolph, 34 (catorce ya peleando en las zonas NBA…). Así que la sombra de los cambios podría cernirse sobre uno de los núcleos más estables y funcionales del último lustro si el equipo vuelve a quedarse corto en los playoffs. Memphis es uno de los equipos que puede soñar de forma legítima con el título de campeón, pero necesita que todos los vientos le soplen de cara e, incluso así, una marcha anotadora más para ganar cuatro partidos de siete a Golden State Warriors, San Antonio Spurs, Houston Rockets… Ahí reside la llave para estos Grizzlies de Marc Gasol que juegan siempre con las botas de combate. Eso al menos está garantizado.
Juego exterior
El vellocino de oro de los Grizzlies es la aportación en las alas que propulse al equipo más allá de esa zona de seguridad garantizada que forma el triángulo Conley-Randolph-Gasol. El elemento definitivo que permita al equipo asaltar un anillo que se resiste porque faltan puntos cuando hay que jugar eliminatorias a siete partidos contra los gigantes del Oeste. Casi ningún intento ha cuajado en la búsqueda de un rol que podría haber desempeñado la mejor versión de Ty Prince, no la que llegó ya demasiado baqueteada a Tennessee.
Ahora aterriza Matt Barnes, otro jugador en curva descendente y cuya mayor virtud está en la defensa, el arma nuclear del equipo. Courtney Lee y los minutos como alero de Jeff Green dan algo más de (inestable) dimensión a un ataque exterior siempre en cuestión: los Warriors les voltearon un 1-2 en playoffs a base de no defender, literalmente, a un Tony Allen incapaz de anotar por fuera pero esencial en defensa. Mike Conley es un tirador fiable y uno de los mejores, y más infravalorados hasta hace no mucho, bases de la NBA, pero los Grizzlies fueron la temporada pasada el segundo equipo que menos triples lanzó y uno de los peores también en porcentaje: 33%. Conley fue también el distribuidor con más de 5 asistencias por partido, pero el suplente Udrih se quedó en 2,8 por las 3,8 de Marc y las 2,2 de Randolph. Los vértices de mejora están muy claros en Memphis.
Juego interior
Marc Gasol y Zach Randoph forman una de las mejores parejas interiores, si no la mejor, de la NBA. Competitivos, veteranos y absolutamente complementarios: vasos comunicantes por los que circula casi todo el caudal de juego de los Grizzlies. De hecho el mayor temor de la franquicia pasa por dejar ir, sin pisar al menos una final de la NBA, los últimos años de plenitud (suman 64 entre los dos) de este dúo que garantiza 34 puntos, 18 rebotes y 6 asistencias por partido. Marc es ya y casi por unanimidad el mejor pívot de la Liga, mientras que Z-Bo es una maravilla old school en el poste bajo, una máquina de rebotear y producir puntos en situaciones delicadas.
Salvo problemas físicos, esa pareja seguirá funcionando con el apoyo en labores de intendencia de Conley, un excelente gestor de las jugadas de pick and roll. Con la fiabilidad de su big three garantizada, los Grizzlies han optado por dejar ir a Koufos y hacerse con el más barato y seguramente más útil Brandan Wright, excelente como pívot suplente y con una explosividad física mucho mayor que la de los interiores titulares. Acostumbrado a sacar el máximo de sus minutos en pista, Wright es un fichaje de perfil bajo pero muy interesante. Además, el rookie Jarell Martin comenzará un proceso de crecimiento al que llega verde y sin mucho tiro exterior pero con un interesante talento para moverse entre las posiciones de alero y ala-pívot.
Claves
1. La gran clave este año es, otra vez, su capacidad para encontrar una amenaza exterior que abra el campo, facilite el trabajo a los interiores y empuje una anotación que se queda corta en las grandes citas de playoffs. Ni Courtney Lee ni Jeff Green parecen soluciones de primera categoría.
2. Zach Randolph no es eterno: tiene 34 años y lleva 14 en la NBA. Y Mike Conley acaba contrato. Así que los Grizzlies se juegan otro asalto al anillo pero también esa estabilidad que les ha sido clave para erigirse en uno de los equipos más fuertes de la Conferencia Oeste en los últimos años.
3. Marc Gasol estrena un contrato faraónico que le reafirma como lo que es para casi todos: el mejor pívot de la NBA. Otro factor que influirá en que se le exija un paso adelante para que los Grizzlies puedan asaltar la gran final. Brandan Wright llega como un suplente complementario para él.
Entrenador: Dave Joerger
Sólo tiene 41 años pero su trabajo está siendo casi impecable en los Grizzlies, en los que llevaba seis años como asistente cuando las diferencias entre Lionel Hollins y el recién llegado dueño Robert Pera le dieron el puesto de head coach, en el que lleva dos temporadas con 50 y 55 victorias en el zurrón. Joerger tuvo la inteligencia de mantener la estructura híper funcional que construyó Hollins y que saca lo mejor de sus mejores jugadores. Ahora se le medirá por lo mismo que a los demás en una franquicia obsesionada con dar la zancada definitiva, la más difícil: que los Grizzlies pasen de aspirantes perpetuos a campeones de la NBA. O como mínimo finalistas. Es año de gran reto en Memphis…
Estrella: Marc Gasol
Ya muy pocos tienen dudas: Marc es el mejor pívot puro de la NBA. El español estrena contrato de súper estrella y lo hará con el reto de volver a ser all star y de que sus Grizzlies sean mucho más que un simple animador cuando lleguen los playoffs del temible Oeste.