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NBA-EUROPA

Volkov, Spanoulis, Navarro… europeos que dejaron la NBA

Aprovechando el regreso de Claver a Europa, recordamos a algunos grandísimos jugadores del Viejo Continente que emprendieron antes de tiempo su viaje de vuelta.

Juan Carlos Navarro, la temporada que pasó en Memphis.
Getty

"Si comparase la NBA con la ACB, me volvería loco. Son dos mundos completamente diferentes...", decía el exjugador libanés Rony Seikaly en las páginas de ‘El País’ a finales del año 2.000. Una frase que viene como anillo al dedo para ilustrar las disparidades entre el baloncesto que se juega a uno y otro lado del Atlántico. Y es que, aprovechando el regreso a Europa de Víctor Claver (justo ha debutado este pasado domingo en las filas del Khimki ruso), queremos recordar a algunos grandes jugadores europeos que tuvieron que regresar al Viejo Continente al no poder cumplir su particular sueño americano.

La lista es muy amplia. Los nombres se amontonan. Desde que el italiano Hank Biasatti disputara el 1 de noviembre de 1946 el primer encuentro de la BAA, la predecesora de la NBA, el mundo es otro. La Guerra Fría quedó atrás, la televisión y luego Internet reemplazaron a la radio como los medios hegemónicos de comunicación de masas y en la NBA, ahora los jugadores afroamericanos son mayoría. Muchos han sido los cambios. Ahora, los españoles, franceses, italianos o balcánicos son legión en la mejor liga de baloncesto del planeta. Algunos de ellos incluso son auténticas superestrellas de la Liga, como el alemán Dirk Nowitzki: MVP en 2007 y de las Finales en 2011. Pero por diversos motivos, otros muchos no lograron encontraron dicho estatus. Con esto no decimos que fracasaran, sino que no encontraron su lugar. A continuación, repasamos algunos ejemplos de los casos más sonados e ilustrativos. Cada uno distinto y con sus matices. Allá vamos:

-ALEKSANDRR VOLKOV: ‘Sasha’ Volkov, actual presidente de la federación ucraniana, fue junto a los Fernando Martín o Georgi Glouchkov uno de los pioneros que a lo largo del segundo lustro de la década de los 80 ayudó de manera decisiva a derribar el muro que para los jugadores europeos suponía todo aquello relacionado con la NBA. Este legendario pívot no olvida aquellos años de conquista, de remar a contracorriente. En una reciente entrevista con AS reconocía el mérito que esta tarea conllevó: “Ahora es más fácil ir allí; pienso que si miras el número de jugadores que hay y los que había antes, te das cuenta. Antes tenías que ser el mejor de tu país, de los mejores de Europa y entonces podías tener alguna oportunidad. Ahora cualquier jugador puede ir allí y probar suerte”. Palabras que adquieren un valor doble cuando se menciona que su nombre forma parte de la lista de los 50 mejores jugadores en la historia del baloncesto FIBA. Por el periodo histórico que le tocó vivir, representó a la Unión Soviética, con la que ganó, entre otros metales, un oro olímpico, otro europeo y dos platas mundiales. Tras despuntar en el Stroitel (hoy Budivelnyk) de Kiev, se trasladó a Moscú para defender los intereses del equipo del Ejército Rojo, el todopoderoso CSKA. Antes, en 1986, ya había sido drafteado por los Hawks de Atlanta, franquicia en la que finalmente recaló en la temporada 1989-90. Ese mismo año se enfrentó a los Warriors del lituano (aunque por entonces compatriota soviético) Sarunas Marciulionis. Ya lo ven, la Guerra Fría llegó a su fin en el deporte antes que en el ámbito político. En los dos cursos que defendió los colores de los halcones (en realidad fueron tres, pero la 1990-91 se la pasó en blanco debido a una lesión), fue entrenado por Mike Fratello (hoy amigo y actual seleccionador de Ucrania) y Bob Weiss, acumulando un total de 31 titularidades en 149 encuentros disputados. Por lo tanto, no podemos tildar (ni mucho menos) de poco fructífera su experiencia estadounidense. Compartió vestuario con jugadores de la talla de Dominique Wilkins, Moses Malone, Spud Webb o el hoy técnico de los Clippers Glen ‘Doc’ Rivers. Este talentoso y fornido hombre de 2 metros y ocho centímetros, logró unos promedios totales de 6,8 tantos, 2,6 rebotes y 2,2 asistencias en 16,5 minutos. En 1992, pese a comenzar a padecer unas molestias físicas que acabarían marcando los últimos años de su carrera, volvió a una Europa diferente (al menos en el plano geopolítico), llegando a jugar en Italia (Reggio Calabria) y en los dos grandes clubes griegos (Panathinaikos y Olympiacos). Se quedó sin la tan ansiada Copa de Europa al poner prematuramente fin a su carrera en el 95 con sólo 31 años. No obstante, volvió a jugar con su selección para intentar que accediera a la fase del Eurobasket de Francia de 1999. Incluso un año más tarde pasó a lucir la camiseta del BC Kiev, equipo que él mismo había fundado.

-ALEKSANDAR DJORDJEVIC: Su historia es de sobra conocida por cualquier aficionado al mundo de la canasta. Antes de dejar el Barcelona para fichar por el Real Madrid, probó suerte en la NBA, a la que había llegado tras despuntar en su primera etapa en Europa. Es más, había recibido en dos ocasiones el premio Mister Europa que le acreditaba como mejor jugador del continente en 1994 y 1995. Antes, en el 92, había ganado su única Euroliga como miembro de las filas del Partizán. Lo hizo ante el Joventut con un triple casi sobre la bocina en la final que ya es historia del baloncesto. Posteriormente se marchó a Italia, donde se consagró como uno de los mayores talentos de finales del siglo XX. Con esta vitola optó por cruzar el Atlántico en 1996, en plena madurez (29 años). Ese mismo verano firmó con los Trail Blazers. En Portland compartió vestuario con el lituano Arvydas Sabonis, pero sin embargo nunca tuvo la confianza de P.J. Carlesimo. O al menos en los escasos dos meses que permaneció en la lluviosa capital del estado de Oregón. Apenas disputó un total de ocho encuentros, en los cuales su máximo número de minutos no superó los 14 (anotó ocho puntos en el claro triunfo ante Grizzlies, por entonces con sede en la canadiense Vancouver). Su carácter competitivo no aguantó la falta de oportunidades y antes de la entrada del año 1997 firmó por el Barcelona. Puso así fin a su ciclo al otro lado del charco con unos promedios impropios de su calidad: 3,1 puntos, 0,6 rebotes y 0,6 asistencias. No obstante, este genial base aún nos tenía reservadas multitud de actuaciones asombrosas una vez regresado al Viejo Continente. En el Eurobasket del 97 conquistó con Yugoslavia su tercer oro continental siendo designado MVP del torneo. Meses más tarde abandonaría el Barça para firmar por el eterno rival. Con el Madrid conseguiría su tercera Liga ACB en el Palau, dejando para el recuerdo una celebración polémica y provocativa acorde a su gran personalidad. La misma que demostró este pasado verano logrando para Serbia la plata mundialista.

-ANTOINE RIGAUDEAU: Uno de los jugadores más cerebrales, pausados y con clase a raudales de los últimos 30 años. Como casi todos los genios se movía bajo una única premisa: ganar. Por eso, porque se cansó de hacerlo dejó atrás su Francia natal para jugar en uno de los mejores equipos europeos de finales de los 90 y principios de la década siguiente: el Kinder Bolonia. De la mano del laureado (y por entonces no denostado) Ettore Messina, conquistó las Euroligas del 98 y 2001. En aquella época compartió equipo con Predrag Danilovic, Alesandro Abbio, Hugo Schnochioni, Zoran Savic, Radoslav Nesterovic, Marko Jaric o Manu Ginóbili. Jugadores de primer nivel, pero entre los cuales Rigaudeau consiguió hacerse un hueco. Su facilidad para anotar y producir en ataque siguen resultando admirables. Con su selección, logró la plata olímpica en los Juegos de Sídney 2000 y tras una retirada temporal, regresó para ganar el bronce en el Eurobasket 2005 junto a los Diaw, Parker y compañía. El partido por ese tercer puesto ante España supuso su retirada de las canchas. Aunque entre medias, en enero de 2003 (y con 32 años recién cumplidos) decidió probar fortuna en la NBA al firmar con los Mavericks que dirigía Don Nelson. En Dallas se encontró una dura competencia en sus dos puestos naturales (base/escolta) en las figuras de Nick Van Exel y Steve Nash. Así que sus dos metros de altura hicieron que el técnico buscara una solución forzada que no fructificó: su manera de entender el baloncesto y elegancia no estaban hechas para que ocupase el puesto de alero en una liga con un ritmo tan apresurado como la norteamericana. En la franquicia texana apenas disputó once encuentros con medias de 1,5 puntos, 0,7 rebotes y 0,5 asistencias en 8,3 minutos, siendo traspasado ese mismo verano a unos Warriors con los que no llegó a debutar. Se decantó por venir a España para enrolarse con el por entonces Pamesa Valencia, una etapa en la que los problemas en el tobillo acabaron precipitando su retirada. ‘Le Roi’ (El Rey), así se le conoce en Francia y en planeta basket, su reino.

-SARUNAS JASIKEVICUS: Hablar de Sarunas Jasikevicius es hacerlo de uno de los mayores talentos que ha conocido el mundo de la canasta en los últimos años. Nacido en Kaunas (actualmente ejerce de entrenador ayudante en el Zalgiris), despuntó en el Lietuvos Rytas y en el Union Olimpia esloveno antes de consagrarse en los Juegos de Sídney 2000. En las semifinales del torneo olímpico estuvo a punto de doblegar a la selección estadounidense por primera vez desde que en 1992 comenzara a estar integrada por jugadores de la NBA (debido al lockout, en el Mundobasket 98 estuvo formada por jugadores universitarios). Finalmente se tuvo que conformar con el bronce, si bien en el Eurobasket de 2003 se desquitó: fue MVP y derrotó en la final a la España de los júniors de oro. Antes, compartiendo equipo en el Barcelona con Navarro, Bodiroga, Fucka o Varejao, ganó la primera de sus cuatro Euroligas. Tras aquellos mágicos meses, se fue al Maccabi Tel Aviv. Con el club israelí repitió títulos en el 2004 y 2005 (año en el que fue MVP de la Final Four). Saras ya era una leyenda en Europa, así que llegó el momento de demostrar su valía en Estados Unidos. A sus 29 años, debutó el 2 de noviembre de 2005 con la camiseta de los Indiana Pacers. Sus números no es que fueran horribles, ni mucho menos (7,3 puntos, 3 asistencias y dos rebotes en 20,8 minutos que le valieron para disputar el partido de rookies contra novatos del All Star), pero su incidencia en el juego y su condición de mejor jugador europeo no se correspondieron a unas muy elevadas expectativas. Se dijo que su fracaso se debía al conservador y defensivo estilo empleado por Rick Carlisle (el actual técnico de los Mavericks). A la temporada siguiente, sería traspasado en enero de 2007 a los Warriors. La franquicia de Oakland, alegre y dinámica, parecía la indicada para este base inigualable. Sin embargo, Don Nelson optó por seguir apostando por sus jugadores habituales de backcourt (Baron Davis, Monta Ellis y Jason Richardson), así que sus minutos descendieron. No obstante, en la NBA vivió en primera persona uno de los episodios mágicos de los acontecidos en los playoffs a lo largo de los últimos años: la eliminación de los Mavericks (primer cabeza de serie en el Oeste) por parte de Golden State. Ese verano puso fin a su aventura americana firmando con el Panathinaikos de Obradovic, bajo cuya batuta conquistó la Euroliga de 2009 en Berlín. El paso de la edad es inexorable y poco a poco su físico dejo de responder a su inmenso talento.

-VASSIILIS SPANOULIS: Spanoulis es el último exponente de una mágica generación griega que tocó la gloria en el Mundial de 2006 (España se lo impidió) y en la que compartió la posición de base con otros dos genios como Papaloukas y Diamantidis. Fue seleccionado en la segunda ronda del draft 2004 por los Mavericks, aunque su desembarco en la NBA no se produjo hasta dos años después. Tras brillar al máximo nivel con el Panathinaikos en la 2005-06, el curso de su debut en la Euroliga (su competición fetiche), firmó con los Rockets (la franquicia poseedora de sus derechos) por tres temporadas. En Texas aterrizó con 24 años, y tras acabar en las semifinales de Japón con el ‘Team USA’, su esperanza de hacer algo grande al otro lado del Atlántico pronto se truncó: fue carne de banquillo. Jeff Van Gundy contaba con un bloque sólido, en el que destacaban nombres tan ilustres como Tracy McGrady o Yao Ming. Nunca apostó por el jugador heleno. Su mejor actuación coincidió con el último partido de la liga regular. Con el objetivo de dar descanso a los titulares de cara a los playoffs, Spanoulis disputó 28 minutos ante los Jazz en los que anotó 13 puntos anotando un solo tiro de campo pero 11 tiros libres en 12 intentos. En la postemporada sólo volvió a jugar una vez más, coincidiendo con el garbage time (minutos de la basura). Poco después fue traspasado a los Spurs, franquicia que le acabaría cortando. Ante tal situación, y tras promediar 2,7 puntos, 0,9 asistencias y 0,7 rebotes, cogió las maletas para retornar a Europa, donde se ha convertido en un auténtico dios. Desde entonces ha pasado por los dos clubes históricos de Atenas (Panathinaikos y Olympiacos), ganando en tres ocasiones la Euroliga y siendo el MVP de cada una de dichas Final Four. Quedan pocos jugadores tan deslumbrantes como él en el Viejo Continente, capaz de mantener en vilo a toda la afición azulgrana (y española) cuando se llegó a dar por hecho su aterrizaje en la Ciudad Condal durante el estío de 2013.

-JUAN CARLOS NAVARRO: Su año en la NBA (el curso 2007-08) fue bueno, pero decidió emprender su viaje de vuelta a casa por distintos motivos, tanto por razones personales, como económicos (hubiera tenido que dejar pasar unos años para poder cobrar lo que en el Barcelona ha estado ganando desde su regreso) y deportivos (le encasillaron en un simple rol de triplista). Y quien le haya visto jugar, sabe de sobra que Navarro es mucho más que eso. Probablemente (y habrá a quien le chirríe) se trate del mayor talento ofensivo que ha dado el baloncesto español a lo largo de su historia (cosas de los gustos personales). Antes de recalar en Memphis ya era un estrella en Europa y en el Barcelona (había ganado la primera Euroliga de la historia culé en 2003 y sido campeón del Mundo en 2006) y tras su retorno lo refrendó dicha condición y se convirtió en leyenda (MVP de la Euroliga en 2009, máximo título continental y MVP de la Final Four en 2010, actuaciones antológicas para volver a repetir corona continental en el Eurobasket de 2011…). Y entre medias, vivió un año en los Grizzlies de Marc Iavaroni en el cual el equipo no tuvo ningún incentivo competitivo (20-62 fue su balance). Esa experiencia le sirvió para reencontrarse con su gran amigo Pau Gasol (quien le abandonó al ser traspasado en febrero de 2008 a los Lakers). No obstante, La Bomba puede estar orgulloso de su andadura en Estados Unidos. Clavó 8 triples a los New Orleans Hornets (ahora Pelicans), disputó el partido de rookies contra sophomores en el All Star de la ciudad de Louisiana y alcanzó la veintena de puntos en 12 de sus 82 partidos en la NBA. El escolta quiso probar fortuna y se demostró a sí mismo y al resto que era capaz de triunfar en la NBA: se quedó a dos triples del récord de más tiros de tres anotados por un novato en el año de su debut (un año más tarde, Rudy Fernández le vengó al superar la marca de Kerry Kittles). Lo dicho, cuando Juan Carlos Navarro eché la vista atrás para repasar su intachable carrera, la espinita por no haber probado fortuna en la NBA no existirá.