THUNDER 105-SPURS 92 (2-2)

Después del trueno, la tormenta

Exhibición descomunal de Westbrook, que anota más que todo el quinteto titular de unos Spurs perdidos. La serie, 2-2: el ganador del quinto pasa ronda el 82% de las veces.

Juego de espejos. Hace menos de una semana los Spurs se colocaron 2-0 en la final del Oeste después de pasar de imponer sus reglas en el primer partido a llevarlas a su máxima expresión en el segundo. En siete días y con el primer paso por Oklahoma cerrado, la final del Oeste está 2-2 después de un vuelco perfectamente simétrico: los Thunder enseñaron su guión en el tercer partido y lo impusieron con puño de hierro en el cuarto. Más juego de espejos: hace dos años, en un paralelismo que empieza a ser claustrofóbico para los Spurs, los Thunder se metieron en la final después de convertir un 2-0 en contra en un 4-2 a favor. Después de, como ahora, haber sido sacados de pista literalmente en el segundo partido en Texas. El 3 de junio de 2012 se las apañaron para llevarse el quinto partido en San Antonio (103-108) y cerrar después la eliminatoria en su casa, donde los Spurs llevan nueve derrotas seguidas: lo nunca visto desde que aterrizó Duncan hace casi dos décadas. La nueva fecha clave, la X que seguramente resolverá la ecuación, es el 29 de mayo de 2014. El jueves: ya. Si San Antonio no reacciona, volverá a Oklahoma herido de muerte. Si lo hace, recuperará una mano que se le ha escurrido entre los dedos a medida que ha avanzado la partida. Las cuentas son sencillas: en eliminatorias con 2-2, el ganador del quinto partido pasa ronda el 82% de las veces. Más de medio match ball se resuelve en el At&T Center mañana. Ya...

Números: San Antonio Spurs anotó 234 puntos en los dos primeros partidos y ha anotado 189 en los dos siguientes. Se ha dejado 45 puntos (22’5 de media) a partir del regreso de Ibaka y la reformulación de la rotación thunder que por fin acometió Brooks, al que de repente se le ha aflojado el nudo de la corbata. El regreso de Ibaka ha enviado al abismo los porcentajes de los Spurs cerca del aro: de superar el 70% a no llegar al 50. La asertividad defensiva ha multiplicado la agresividad en ataque de los Thunder, un equipo que cuando funciona lo hace de forma integral. De 33 tiros libros fuera de casa a 62 en su pista. Decisión a la hora de atacar el aro y a la hora de apretar tuercas en defensa: 19 robos y 18 tapones en estos dos últimos partidos para unos Thunder que al descanso ganaban 58-43 con un 22-0 a favor en puntos en transición y un 21% de los tiros de los Spurs taponados. Basta con echar cuentas…

Números… y sensaciones. Hasta ahora la final del Oeste ha sido un cruce de trenes de alta velocidad y viejas locomotoras descascarilladas. Ambos equipos han representado los dos roles intercambiando papeles con una simetría perfecta. Todavía no han coincidido las mejores versiones de ambos en el mismo momento y el mismo lugar. Cuando lo hagan, si es que lo hacen, será inolvidable. El mérito de los Thunder ha sido no sólo volver a la vida sino darle al vuelco un sentido casi lógico. Lo que en el tercer partido olía a supervivencia milagrera con el regreso de Ibaka fue en el cuarto una aplicación práctica de su tremenda superioridad física y la pegada atómica de su pareja de súper estrellas. Eso son los Thunder, el antídoto perfecto para el baloncesto perfecto de los Spurs, que de repente han comenzado a pensar demasiado. Un drama para un equipo en el que corre la mente y el balón, no las piernas. Su juego de extra pass suele acabar con tiros abiertos cómodos y acciones de alto porcentaje en la zona. Y en ambos aspectos es decisivo Ibaka, que hasta renqueante tiene piernas para llegar a las ayudas largas y para alicatar su canasta.Quizá la solución sea atacarle con más decisión en lugar de evitarle constantemente porque el hecho es que la actual fórmula spur no funciona: siete derrotas seguidas y doce en los últimos catorce partidos en los que se han enfrentado a unos Thunder con el español de origen congoleño en el quinteto titular. Una masacre.

La explosión de los Thunder la representó como nadie Westbrook, termómetro y definición de su equipo: es casi imposible separar lo que le hace imparable de lo que le hace inestable. Durant es una especie de cisne celestial inalcanzable pero Westbrook es el caos. Uno es el relámpago y el otro el trueno. Y los dos juntos son la tormenta: al descanso 39 puntos y cero pérdidas entre los dos. 39 puntos: el total en el partido del quinteto inicial de los Spurs y un punto menos de los 40 que descerrajó un Westbrook en trance. En formato rinoceronte, rebotó contra la defensa de los Spurs hasta derribarla. Ni ayudas ni rotaciones. Durant anotó 31 puntos y jugó un segundo cuarto gigantesco en el que sentó las bases de la victoria. Pero la demolición de un rival de repente minúsculo corrió a cargo de Westbrook: 40 puntos, 10 asistencias, 5 rebotes y 5 robos. Y 14/14 en tiros libres, 22/22 en los últimos dos partidos, una póliza de seguros en momentos de colapso. En el primer tiempo, Westbrook había anotado o asistido en 13 de las 22 canastas de su equipo y había provocado con su defensa 5 pérdidas de los Spurs, en total 7 que parecían un millón… Westbrook (recuerdo: 25 años) siempre está en el punto de mira, listo para cargar con las culpas. Los Westbrook hace peores a los Thunder y los Durant sería mejor con otro base son como los Griffin sólo sabe machacar o los casi ya extinguidos LeBron James es sólo físico. Lugares comunes que tiritan ante los 26’6 puntos, 7’5 rebotes y 8’1 asistencias que está promediando Westbrook en estos playoffs. Muchas veces decide mal y a veces se obceca hasta perder en cinco minutos partidos que casi ha ganado él solo en los 43 anteriores. Pero es un demonio supersónico que libera a Durant de una enorme cuota de atención defensiva e incide como un martillo en todo lo que pasa en la cancha. Y supone además el peor matchup posible para Tony Parker. Desde 1974 sólo dos jugadores han sumado en un partido de playoffs 40 puntos, 10 asistencias y 5 robos: Michael Jordan en 1989 y Russell Westbrook el 27 de mayo de 2014.

Esta vez Ibaka no tuvo la incidencia volcánica del tercer partido y se dedicó a su más habitual tarea de albañilería. Tampoco Reggie Jackson, que acabó cojeando, tuvo un día brillante. El ataque thunder se basó totalmente en el mejor partido combinado (71 puntos) de Durant y Westbrook en todos los playoffs. La clave estuvo en una defensa, en la que aportaron Perkins y Adams, que tiene cegados a los Spurs. Confusos: superado el ecuador del tercer cuarto y con un escandaloso 74-49, un Popovich como siempre contenido pero más furioso que nunca sentó a sus titulares y no les dio más minutos. Ni siquiera cuando una mezcla de la segunda y la tercera unidad (Baynes, Bonner, Joseph, Diaw y Belinelli) remó hasta un 83-71 en el arranque del último cuarto. Ni ahí, con su equipo a un par de canastas de sembrar el pánico en el Chesapeake Energy Arena, cambió Popovich ni de gesto ni de plan. Ni con 96-84 con tres minutos por jugar y Diaw y Joseph sumando a destajo. Fue mitad castigo y mitad descanso, desde luego tiempo para pensar. Popovich escribe recto pero con guiones torcidos pero más le vale que a sus acciones siga un mensaje. Como hace dos años, su equipo ha sido muy superior con el plan A pero inferior con los ajustes a la desesperada de los Thunder. Todas las respuestas, en el quinto.

Ningún titular de los Spurs llegó a los 26 minutos: 25:49 un Parker que jugó un buen primer cuarto… y nada más. Una buena noticia con matices: lo que sucederá en los próximos ¿tres? partidos ya no depende demasiado de las piernas. Eso debió pensar también Brooks, que alargó en el último cuarto los minutos de Westbrook, Durant y hasta un Ibaka que a priori necesita dosificarse al máximo. O tenía miedo de una reacción final o quería sepultar al máximo a los Spurs. O simplemente dejó que sus jugadores sintieran el momento y percibieran como minúsculos a unos rivales que hace una semana parecía una cordillera de ochomiles. Dos formas distintas de gestionar una situación que avanza hacia el drama: 2-2 y una miniserie a tres partidos que comienza mañana jueves. Ya. Una colisión hasta ahora perfecta de dos equipos genéticamente distintos y dos estilos filosóficamente incompatibles. Los dos últimos que ha enviado el Oeste a la gran final, los dos mejores de la Regular Season; La juventud contra la experiencia, el músculo contra la materia gris y las personalidades arrebatadoras contra el colectivismo perfecto. No va más. Mañana comienza y mañana dará un paso decisivo hacia su resolución. Ya

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