CLIPPERS 120-LAKERS 97

Otra paliza casi sin querer

Hace un mes los Lakers, ya los peores de la historia desde el traslado a L.A., encajaron la peor paliza de siempre ante unos Clippers que esta vez ni siquiera forzaron la máquina.

NBA

Con la derrota, se venía cocinando pero ya es oficial, los Lakers confirman que esta será su peor temporada desde la mudanza a Los Ángeles en 1960. Ahora mismo, 25-52. Enfrente los Clippers: 55-23. Uno más de 50 partidos ganados, el otro más de 50 perdidos. Veinte veces en la historia ha pasado a la inversa, con los Lakers mirando desde la azotea de la NBA al vecino maldito...

Eso ha cambiado, claro, y las dos últimas temporadas lo están escenificando. El eje es Chris Paul (23 puntos y 6 asistencias silbando), que juega en los Clippers pero que jugaría en unos Lakers totalmente distintos de no mediar el veto de David Stern. Pero la cruda realidad es que los Lakers se han perdido en la transición post Phil Jackson y su casi siempre diminuto vecino es de pronto uno de los aspirantes con galones al anillo. Ahora mismo tercero del Oeste y en buena marcha hacia unos playoffs en los que, a diferencia del año pasado, tendrá un entrenador experto en sacar chispas de su equipo en series largas, Doc Rivers. A los Lakers sólo les queda pensar en el próximo draft, algo absolutamente inhabitual para su ahora magullada leyenda. A los Clippers, soñar con poder tapar, cuando ejercen de locales en el Staples, las banderas de campeones del vecino con algo mejor que las fotos de jugadores que usan ahora. Uno arriba, el otro abajo sin tanta voluntad en el arte del tanking como Sixers, Bucks… o los Celtics, otra vez espejo pero ahora en los bajos fondos. No, a los Lakers les ha salido sin pretenderlo: se presentaron al partido sin Bryant, Nash, Gasol, Henry, Farmar y Kaman y antes del último cuarto habían caído Bazemore y Nick Young. El asunto ha virado de maldición post zen a plaga bíblica.

Así que el partido no tuvo ninguna historia. Los Clippers se apuntan por segundo año seguido, lo nunca visto, las Hallway Series, los duelos directos denominados así por el pasillo (hallway) que separa ambos vestuarios en el Staples Center. “La rivalidad que ni siquiera es tal” escribió L.A. Times cuando los Lakers abusaban sistemáticamente de los pobres Clippers. Ahora es al contrario y el caso es que, de una u otra manera, nunca hay rivalidad como tal. Tras el 4-0 de la pasada temporada, esta vez es 3-1 para el ya no tan pobre, que perdió nada más empezar la temporada con la guardia baja y han enlazado después tres victorias inapelables (siete en los últimos ocho duelos). La noticia seguramente está en que los Clippers han tomado definitivamente la ascendencia psicológica de la rivalidad vecinal y ni siquiera rompieron a sudar en un partido con trazas de entrenamiento. En los dos enfrentamientos anteriores, jugaron como si necesitaran borrar a los Lakers de la faz de la tierra, hartos de que siempre se hable de ellos por lo buenos… o por lo malos que son. Eso terminó en un 123-87 y en el último e histórico 142-94, la peor derrota de la historia laker en la peor temporada de la historia laker.

Los Clippers fueron estirando el chicle como y cuando quisieron, sin ningún esfuerzo. En realidad abusaron con cierta dosis de piedad de unos Lakers que caminaban de puntillas para no enfadar a un ogro que le arrasa casi en cada duelo posicional por talento, profundidad y físico. Llegaron a un 38-37 cerca del ecuador del segundo cuarto impulsados por Nick Young y Jordan Hill, dos que lucen tipo ante la apertura veraniega del mercado. Sin ninguna tensión, los Clippers sólo necesitaron dejar de perder balones en el tercer cuarto para apuntar hacia brechas abismales que no fueron tales porque los de Rivers decidieron que no era el día. Hubo, claro, mates de Griffin y alley-oops de DeAndre Jordan, pero seguramente menos que en cualquier entrenamiento del equipo. Esa es la triste realidad de los Lakers. Eso y su quinteto inicial: Marshall, Meeks, Kelly, Hill y un Bazemore que tiene que hacer de base cuando se sienta Marshall y que se lesionó con 4 asistencias repartidas en once minutos.

El partido no tenía más morbo que la diferencia final o el número de puntos de los Clippers. Y andan tan amortajados lo Lakers que no parecieron demasiado ni los 120 ni el +23 final. Recuerdo: 142-94 en el último duelo... Fue insulso incluso cuando Turkoglu, por los viejos tiempos, anotaba en cascada y con mate incluido en un último cuarto de eternos minutos de la basura. Ni siquiera en el Staples había ambiente de las, por una cosa u otra, casi siempre fantasmales Hallway Series. La mayoría de las estrellas de Hollywood estaban en casa, pasando el trago en púrpura y oro, y a pie de pista un Paul McCartney que pasaba por allí animaba… a los dos equipos. Cosas de Los Ángeles. Más que una ciudad, una idiosincrasia que siempre irá ligada a los huesos de los Lakers. Pero ahora, el presente, apunta a un viaje largo en playoffs de los malditos Clippers. Contra su urgencia histórica y contra los Spurs, los Thunder y todos los demás. Será, claro, las antípodas de lo vivido en un duelo vecinal que no anima que a correr un tupido velo.

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