REAL MADRID 93-CSKA 79

El Palacio vibró como nunca con los guerreros de Pablo Laso

Pitada a Messina en las presentaciones, presión ante cada decisión arbitral y cánticos constantes... el público fue el sexto hombre que habían pedido los jugadores.

Kiko HuescaEFE

En los aledaños al Palacio de Deportes se respiraba ambiente de noche grande. Los seguidores blancos que acudían en el Metro (una vez logrado superar el corte de la Línea 9 del suburbano producido a poco más de una hora del comienzo del encuentro) lo hacían conversando sobre la importancia del duelo ante el CSKA Moscú. Las hordas de Messina volvían a cruzarse de nuevo en el camino de los chicos de Laso, tal y como ya sucedió hace casi dos meses en la capital moscovita.

La sonora pitada que recibió el actual entrenador de los rusos en su regreso a Madrid durante las presentaciones, terminaba por confirmar que la gente había acudido dispuesta a dejarse el alma y la garganta por su equipo. El Madrid sorprendió con una zona de entrada que confundió al CSKA. Tal fue su zozobra, que en apenas dos minutos ya habían encajado ocho puntos. Messina no dudó en solicitar uno de los, probablemente y luego superado en el tercer cuarto, tiempos muertos más tempraneros en la historia de la competición.

Los pupilos del italiano volvieron a pista con la lección bien aprendida. Redujeron rápidamente la desventaja e incluso llegaron a ponerse arriba. Janero Pargo (10 puntos en el primer cuarto) recordó al brillante escolta de sus tiempos en el Maccabi y pasó a dominar el partido. Ya en el segundo cuarto, sería su compañero Sonny Weems, muy motivado tras perderse la ida, quien tomaría la responsabilidad de mantener a los rusos en el partido. En el Madrid un par de acciones protagonizadas por Sergio Rodríguez levantó al público de sus asientos. Un público que protestó con estruendo cada acción polémica señalada contra los intereses locales.

La reanudación siguió la misma senda que al inicio. Zona blanca y tiempo muerto solicitado por Messina… ¡antes de consumirse el primer minuto! El guión seguía inalterable, el CSKA pasaba a comandar el marcador en un abrir y cerrar de ojos (del 46-41 al 46-48), hasta que emergió la figura de Rudy. Junto con Mirotic, el Madrid practicó durante unos minutos ese juego tan preciosista y admirado en todo el viejo continente. Con una serie continua de robos de balón que desesperó a Messina en la banda, el líder de la ACB tomó una ventaja de doce puntos. El Palacio vibraba con su equipo. Surgía por primera vez en la noche la posibilidad de ganar el basket-average. No obstante, en el cuadro moscovita también tenían a otro jugador enchufadísimo: Weems. El estadounidense mantuvo a los rusos con vida en el tercer cuarto (66-61), pese a las cinco pérdidas de balón.

Ya en el cuarto decisivo, otro triple de Darden, quien parece habe tomado la matrícula a los rusos, y una canasta de Reyes tras increíble robo de Slaughter ponían diez arriba a los de Laso (73-63) a 7:43 del final. Un mate de Hines y un triple de Fridzon parecían frenar el segundo conato serio de escapada blanca. Sin embargo, otro nuevo triple de Rudy seguía manteniendo las opciones de dormir primeros de grupo intactas. El Palacio la volvía a tomar con los árbitros al grito de “Fuera, fuera” y el ‘Chacho’ acababa por en calentar a la grada con sus gestos de furia. 4:57 para la bocina final y el Madrid comandando. Otra vez, por diez puntos el luminoso. Se intuía que algo grande estaba por acontecer y el coliseo madridista cantaba aquello de “Cómo no te voy a querer, si fuiste campeón de Europa por octava vez”. Mientras tanto el equipo, hermanado con el sobrecogedor ambiente completaba el objetivo. Sergio establecía el 85-70 a cuatro para el final. Los rusos reaccionaban y el speaker pedía el último esfuerzo a la afición: “Arriba, arriba”. Los jugadores, un descomunal Bourousis mediante, también entregaron su último suspiro. Y la defensa, esa que no gana partidos, pero decide campeonatos, permitió igualar los 14 puntos de ventaja para el CSKA en Moscú. Puro espectáculo. Que siga la fiesta, quizá en Milán, dentro de dos meses.

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