R. MADRID 111 - B. MÚNICH 87

Otro día para el recuerdo del Madrid: 41 puntos en un cuarto

El equipo blanco aplasta al Bayern con otra exhibición impresionante: 72 puntos entre el segundo y el tercer cuarto. Rudy, el mejor. El Madrid, 3-0 en el Top-16.

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“Sí, ya sé que un día de estos vamos a perder, pero que no sea contra el Bayern por favor”. La frase resumía el sentir de parte de la afición blanca cuando su equipo trataba de asirse a la cintura del rival y no ceder al son de un baile movidito. Cuando el Bayern, bestia negra del madridismo tantas veces, enseñaba de nuevo su colmillo retorcido al archienemigo, ahora en el baloncesto, en su primer encontronazo sobre el parqué. La racha, ya de 30-0, se tambaleó durante unos pocos minutos. La superioridad alemana era cuestión de pujanza, de deseo, de cohesión interna frente a un Madrid desmadejado, con un pulso competitivo insuficiente. Para muestra un botón, el 3 a 16 en el rebote en el primer cuarto. Contundente. Si a eso añadimos un acierto bárbaro en el triple (8 de 12 al descanso, con Staiger en 4 de 5 y Benzing en 2 de 2), se entiende mejor el vuelo rasante del Bayern sobre la defensa blanca, con ese sello que Pesic impregna a sus equipos (lo vimos en el Valencia y en el Barça, sin ir más lejos). Funcionaban además sus americanos de más clase: Delaney, Bryant y Thompson. 

Ese gran Bayern de salida dio luego más mérito si cabe a la reacción blanca, que se levantó no al ritmo de una canción, sino del tono de voz de Laso (bastante alto, para que me entiendan). Tocó a zafarrancho y el equipo cambió el gesto, el juego y, de paso, destrozó las ilusiones alemanas. Un pasito pa’lante, un pasito pa’tras. Lo ganado como bloque en autoestima en la primera parte se diluía por el desagüe en la segunda. Con la bocina del descanso, Sergio Rodríguez volteaba ya el marcador con un triplazo (48-47). Apenas un adelanto de lo que estaba por llegar, de esos 41 puntos del tercer cuarto que unidos a los 31 del segundo daban 72. Una proyección de 144. Salvaje

No, no iba a ser el Bayern el que quebrara la racha. Nuestro aficionado protagonista respira ya aliviado, en realidad lo hizo desde la misma reanudación, cuando un Rudy de diez entró on fire y Draper robó el primer balón. Bastante antes, por cierto, había sido Reyes el sostén blanco. Él empezó a nivelar la batalla reboteadora (35-34 al final) y a martillear el aro alemán. Le copiaron Carroll y un Sergio tremendo, como siempre, aunque la vuelta al calcetín vino desde la defensa, que fue la que espoleó al ataque. Pongan a Llull como ejemplo: picado por sus tres faltas de inicio ante Delaney, ejerció de capitán en el despegue de una nave inabordable en España y en Europa: 111-87, su mayor anotación de la temporada, la mayor en la Euroliga en seis años. Goleada al Bayern y 30-0, el Palacio continúa de fiesta y van cuatro meses.

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