La aparición del VAR me afectó como el punk a los 18 años, la vida me iba en defenderlo.
Imagino la cara de Cedric Bakambu, tirado en el aeropuerto de Hong Kong sin saber qué hacer tras su 'casi' fichaje por el Barça.
El Barcelona ha querido ser como el Real Madrid y eso le ha llevado a un escenario incómodo. Creer que su estilo era simplemente ganar los ha desnortado.
En España hemos pasado por la guillotina turronera con el matasuegras en la boca.
Cada vez que se habla del Clásico veo la barrita de potencia llenándose en las pantallas del Valencia y la Real, los próximos rivales de Madrid y el Barça.
No me cuadró el relato de la Federación y me falta conocer la versión del defenestrado Robert Moreno.
Zidane está encontrando en las rotaciones y en su idea del Madrid coral un buen escenario para cocinar a fuego lento el fútbol de sus jóvenes.
El aplazamiento de este extraño Barcelona-Real Madrid ya nos ha dejado algo para recordar.
España siempre ha aparecido en nuestra vida como los amores de verano: un par jamás los olvidaremos, pero la mayoría acabaron a gritos y en todo caso siempre pronto.
Lo normal en la vida es convertirse en aquello que odiabas. Por ejemplo, algún día me gustaría ser el viejo que espera sentado en un banco junto al estadio, ...
Si del cerdo nos gustan hasta los andares, qué no haremos con el fútbol. Vamos a chuleta y a molleja. Dijo Lillo que la guarnición se había comido al solomillo, pero nosotros devoramos hasta el plato si nos dejan.
El fútbol en verano es peligroso para personas como yo. Una cosa es bramarle al televisor cuando te estás jugando la vida en mayo y otra montar la escandalera en vacaciones.
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