La fuerza de este Barça reside en la fe de todos y en su tremendo triplete de ataque, Lamine-Lewandowski-Raphinha.
Noche feliz, noche de estreno en la Champions para un equipo del que toda España se ha sentido orgullosa por su desempeño en el curso pasado.
Los puntos que ahora se ganan o pierden tienen menos remedio que los de la vieja fase de grupos.
Cinco partidos, cinco victorias, 17-4 en el agregado de goles.
Salvo algún córner, apenas llegaron balones a Raya, portero moderno y con un gran pie.
Ha sido una bonita Vuelta a España, ganada por el favorito, Roglic, pero con cierta intriga.
Como competición nueva, recibió críticas por cargar el calendario más de lo que está, pero nunca fue así.
Vinicius estuvo realmente mal. Esta vez no fue por causa de peleas, que no las hubo.
En estos años aparecen sobre todo en el Barça, porque lo hace mejor, por necesidad económica.
Al final el Rayo sacó su casta, apretó de nuevo y hasta rozó el empate en el largo descuento.
A mí no me terminaba de convencer en el medio centro, donde le costaba mantener la posición.
Lo que hubo fueron dos golazos de los suplentes Brahim y Endrick.
El número de jugadores externos incorporados durante su mandato se eleva a veintiséis.
No le faltan mano, temple e ingredientes para que le salga bien, pero conviene tener paciencia por si acaso.
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