EL QUINTO CUARTO
¿Podría aspirar Derrick Rose al Jugador Más Mejorado?
La teoría dice que el galardón de Jugador Más Mejorado de la NBA es un reconocimiento que recibe alguien que ha incrementado su rendimiento de manera notable respecto a lo que había mostrado con anterioridad. El ganador suele tratarse de un jugador sin la etiqueta de estrella que está en proceso de alcanzar este estatus según ha indicado su desarrollo en la última Fase Regular, aunque no siempre alcanza ese destino finalmente. Lo que no sucede nunca es que un jugador que llegó a ser referencia de la liga en el pasado opte a ese premio. Y aún menos un MVP. Se supone que ese camino se hace a la inversa.
No obstante, el resurgir de Derrick Rose tras múltiples y graves lesiones puede plantear si el que fuera reconocido como mejor jugador de la NBA en 2011 merece estar entre el grupo de candidatos 2018-19. Se trataría de un caso único en la historia, pero las circunstancias del base, que en tiempos nada lejanos llegó a meditar la retirada, no son las habituales. Ya nadie contaba con él como un jugador importante. Y sin embargo ahí está, promediando sus mejores números desde la temporada 2011-12, curso en el que comenzó su calvario, y siendo protagonista de noches para el recuerdo. Véase los emotivos 50 puntos, máxima anotación de su carrera, que le endosó a los Utah Jazz este luchador que ha vencido a las adversidades.
La temporada de Rose está siendo digna de un guion de Disney, teniendo en cuenta de donde venía y lo que ha sufrido en su periplo NBA (una rotura del ligamento cruzado de la rodilla y dos del menisco, entre otras cosas). Sin la explosividad física de antaño, pero con el mayor acierto en el lanzamiento de tres puntos de su trayectoria en la liga, la productividad del otrora jugador principal de los Chicago Bulls se ha incrementado llamativamente si se compara con sus últimas campañas anteriores, especialmente con la 2017-18 (8,4 puntos y 1,5 asistencias en los escasos 25 partidos de Fase Regular que disputó). A la hora de escribir estas líneas, las medias del point guard en la campaña 2018-19 están en 18,4 puntos y 4,4 asistencias en 29,3 minutos de juego, a pesar de no ser titular habitual. Y con unos porcentajes excelentes (49,8% en tiros de campo, 48,7% en triples y 85,9% en tiros libres). Es pieza clave en los Minnesota Timberwolves de Tom Thibodeau, el técnico que ya sacó lo mejor de él en los Bulls, y se ha ganado de nuevo el respeto de todos.
Rose no sería un candidato al uso al MIP (Most Improved Player), está claro, pero si el criterio se basa puramente en la progresión de una temporada a otra debería tener opciones de estar en la misma lista que, por ejemplo, Zach LaVine, Pascal Siakam, Josh Richardson, Buddy Hield, Montrezl Harrell o incluso otro jugador de su misma edad (30 años), JaVale McGee. Como mínimo debería abrir un debate sobre si sería justo o no que estuviera entre los nombres a considerar. Cierto es que el perfil del base se ajustaría mejor a un galardón que existió casi efímeramente en el pasado en la NBA (de la temporada 1980-81 a la 1985-86) y que aún pervive en la NFL y la MBL, el Comeback Player of the Year Award, distinción que premia el regreso a la élite de un jugador que ya brilló en el pasado y que ha vuelto a acercarse a su mejor nivel contra la mayoría de los pronósticos.
También es verdad que, si mantiene este rendimiento, Rose aparentemente tendrá más opciones de pelear por el Mejor Sexto Hombre de la campaña, algo que no sería en absoluto chocante por sus estadísticas e influencia en el juego de los Wolves. Pero lo extraordinario de su caso y la gran historia de superación que supone tal vez le meta asimismo en las quinielas para ocupar un sitio entre los nominados al premio que se adjudicó Victor Oladipo en su última edición. Sería una proeza inédita. Un hito absolutamente inesperado hace unos meses para un jugador que tuvo la etiqueta de crack asociada a su apellido tiempo atrás. Aunque ya saben, como promocionaba en su día la competición norteamericana: NBA, where amazing happens. Y lo asombroso sucede más a menudo de lo que parece.