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Cuauhtémoc Blanco: El ídolo mexicano

El '10' tricolor que vestía la playera de la selección con más orgullo y coraje que nadie, y que se hacía gigante en los escenarios más importantes.
Juego amistos, México vs Escocia

Estados Unidos
Cuauhtémoc Blanco: El ídolo mexicano
Getty Images

Tomó la pelota por la banda izquierda de la cancha del Azteca como lo hizo cientos de veces en el pasado. Condujo el balón algunos metros y recortó a un defensa para perfilarse a la mejor de sus piernas.

Un derechazo a las afueras del área y el disparo choca en el travesaño. A sus 43 años, en su partido de despedida vistiendo la playera azulcrema, Cuauhtémoc Blanco aún mostraba esbozos de su enorme calidad.

Esa tarde, un 2 de marzo de 2016, marcó el final en la carrera de uno de los más grandes ídolos del fútbol mexicano.

Aquel que representaba al niño de barrio que cumplió el sueño de llegar al profesionalismo. Aquel que vestía la playera de la selección nacional con más orgullo y coraje que nadie. Aquel que se hacía gigante en los grandes escenarios.

Es imposible definir a Cuauhtémoc Blanco en una sola palabra”, dice su ex compañero de equipo Claudio ‘Piojo’ López. Y tal vez haya cierto grado de verdad en sus palabras, porque el balompié azteca jamás ha visto a un futbolista con sus cualidades técnicas, pero sobre todo con su personalidad. Retadora, siempre echada hacia adelante, y en ocasiones hasta burlona.

Inició su carrera profesional en el club en donde pasó sus mejores momentos como futbolista, aunque siempre ha manifestado que todo pudo ser muy distinto.

Yo iba a ir a Chivas, me lo dijo Ángel ‘Coca’ González [el hojeador que lo descubrió]. Pero como a los cuatro días me llevó al América”. Así, comenzó la historia de Cuauhtémoc Blanco Bravo.

Miguel Ángel López lo llamó desde la banca en un partido contra León en 1992. El ‘Temo’ hacía su debut sustituyendo a Raúl Rodrigo Lara en un juego en el que dio prueba de su habilidad jugando una posición muy distinta a la que posteriormente adoptó.

No gozó de gran regularidad en sus primeras temporadas en las águilas, y fue cedido al Necaxa en donde se consolidó como uno de los mejores jugadores de la liga, ganándose un lugar en la selección mexicana que viajó a Francia 1998.

Volvió al América por un par de años, alcanzando un gran nivel bajo el mando de Carlos Reinoso, ganando incluso el título de goleo mexicano, además de que comenzó a forjar su fama internacional con soberbias actuaciones en la Copa Libertadores 2000.

Fue a España fichado por el Real Valladolid, aunque jamás logró figurar por una lesión sufrida en un encuentro eliminatorio contra Trinidad y Tobago que lo alejó de las canchas 8 meses.

No obstante, su paso fugaz por el fútbol ibérico es bien recordado por un gol al Real Madrid. “Mis compañeros metieron en la quiniela a que perdíamos en el Bernabéu. Metí el gol del empate y les hice perder mucho dinero”, recuerda el ídolo mexicano.

Volvió a Coapa, se movió al Veracruz, y regresó al América donde por fin pudo cumplir su sueño: levantar un trofeo de liga con el conjunto azulcrema.

Todavía pudo ir a la MLS a convertirse en referente del Chicago Fire, antes de comenzar su declive futbolístico.

Santos, Veracruz, Irapuato, Dorados, Lobos y Puebla fueron los últimos clubes de un Blanco que se marchó de las canchas con un palmarés reducido, pero con algo mucho más importante tras de sí.

El reconocimiento del aficionado americanista, cementero, universitario, chiva, y básicamente de todos los mexicanos, como el hombre que le dio un nuevo sentido al ‘10’ tricolor.

Cuauhtemoc Blanco Bravo