A Kiev no se va por Sevilla
El Sevilla volvió a plaza europea ante un Madrid B que procuró no molestar. Ramos falló un penalti. Ben Yedder fue la figura. Mayoral entró tarde.
Hay ligas en que es mejor no levantarse de la cama. El Madrid se fue a dormir, con la conciencia intranquila, a 18 puntos del Barcelona, distancia que en fútbol se mide en años luz. Ni siquiera se esforzó en teatralizar su interés en el partido ni en esmerarse para cazar al Atlético para dar conversación a la capital. El Sevilla quiso ganar y ganó, bajó el patrón de Caparrós, con uniforme de combate y con un delantero que ha pasado más tiempo en el banquillo de lo explicable: Ben Yedder. No pareció un equipo que se prepara para una mudanza. Vuelve a estar en plaza europea.
El tiempo pasa muy lento para el Madrid en esta Liga. Para los titulares y para los que salieron en Nervión, la mayoría de los cuales no jugarán en Kiev pero que se comportaron como si fueran a hacerlo. El Madrid, con Ramos, Casemiro y Benzema como adornos de su plan B, compareció sin molestar. El atracón de banquillo no ha mejorado a casi nadie. Fue el choque de un equipo en ruta turística y otro, el Sevilla, a la bayoneta calada.
Para este juego de patriotas vino Caparrós, cuya pretensión es que medirse al Sevilla esté a la altura de desembarcar en Normandía, que en el partido participen desde El Arrebato a los recogepelotas. Quedó un partido sin lírica pero muy inclinado hacia quien más se jugaba. El Sevilla reforzó su banda derecha con Layún y dobló su ataque con Muriel y Ben Yedder, sus dos mejores goleadores, que le encontraron todos los achaques al rival.
Ben Yedder. decisivo
El Madrid se encomendó a los efectos anestésicos de su rondo inicial, porque el Sevilla no se le tiró al cuello, sino que esperó el error, que vista la diferencia de intensidad de uno y otro, se produciría pronto. Sucedió. A un pelotazo largo llegó antes Muriel que Vallejo y al toque este, Ben Yedder que Ramos. El francés, afiladísimo, superó por bajo a Casilla. Antes, el Madrid apenas había dejado huella: un taconazo de Asensio y un disparo lejano de Kovacic. Tampoco hubo respuesta al gol. El partido era de Pizarro y Vázquez y el peligro de Ben Yedder, que en otra arrancada preparó el segundo. Se lo apuntó Layún tras un rebote amable con Nzonzi y una buena asistencia de este. Todo tolerado por una defensa traslúcida.
El sainete del Madrid se alargó tras el descanso. Quiso justificarse con un punto más de atrevimiento en ataque pero quedó a la intemperie de las contras del Sevilla. Casilla tuvo que salvar dos remates a quemarropa, de Ben Yedder y Muriel. Y el penalti a Lucas Vázquez que pudo meterle en el partido lo pidió, otra vez, Ramos para topar con el larguero. Ahí acabó todo, con Benzema intentando demostrar su inocencia peleando como si aquello importara y el resto quemando minutos con la pelota en los pies y la Champions en la cabeza hasta que Ramos desvió hacia su puerta el 3-0. Luego Mayoral, que mereció el trato de jugar desde el inicio, alivió el castigo y en el descuento Ramos lanzó (y transformó) un segundo penalti, como si tuviera que condonar una deuda. Tan cerca de Kiev, se admiten los cuidados intensivos a los titulares como si fueran porcelana china. Pero una cosa es perder una Liga y otra perder las formas.