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SEVILLA - BARCELONA

Una Copa de oro para el Sevilla y de bronce para el Barcelona

Ganar es no fracasar para los culés y la puerta grande para su rival. Messi ganó todas las finales de Copa que no jugó ante el Madrid.

Madrid
Vista panorámica del Wanda Metropolitano.
JESUS ALVAREZ ORIHUELA
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La final de Copa viene a ser la casa encantada del fútbol. Abierta a lo imprevisto e incluso a lo desconocido, con gancho para el público, en escenario neutral y con dos equipos igualados en tamaño por un día: en el caso que nos ocupa, los 21.000 por cabeza que acompañan hoy a Barça y Sevilla en el estadio más moderno del país, el Wanda Metropolitano, que se presta por primera vez para el evento. Una coreografía estupenda que pasará por el bache del Himno, ese gol que con cierta regularidad le mete la política a la competición, y con Messi como figura absorbente del duelo. Siete finales ha jugado el argentino y ha ganado las cinco en las que no estuvo enfrente el Madrid. En todas las victorias marcó o asistió. Hace menos de un mes salió al Pizjuán a falta de media hora con el Barça postrado y con un 2-0 adverso y condujo a su equipo al empate.

Messi, que ha jugado ya catorce ediciones de la Copa, le ha metido al Sevilla más goles que a ningún otro equipo: 30 en 32 partidos. Y sólo ha perdido dos veces, ambas hace ya once años. Su peso le quita equilibrio al duelo. Pero el superior entusiasmo en Nervión se lo devuelve. La Copa es bronce para el Barça (la Liga y la no conquista de la Champions por parte del Madrid están más arriba en el podio) y oro para el Sevilla, un equipo que ha cogido la costumbre de ganar títulos. En sus primeros 96 años de historia conquistó cuatro. En los últimos doce, nueve: dos Copas, una Supercopa de España, dos Copas de la UEFA, tres Europa League y una Supercopa del Europa. El palmarés de un grande, pero en versión exprés gracias a su buen ojo con los fichajes, impronta que dejó Monchi.

Triunfos de mérito

Ese acelerón en el siglo XXI habla de un equipo con cuajo para los partidos de la verdad.  Incluso esta temporada, en el que la que han fallado la segunda unidad y los refuerzos invernales. Por eso le ha dado esquinazo a la Liga (séptimo, su peor puesto desde octubre) y se ha esmerado en los partidos cruciales de Copa y Champions. Ganó en el Wanda, empató en el Allianz y dio la gran sorpresa en Manchester. Desde Old Trafford, y han pasado ya siete partidos, no ha vuelto a ganar. Montella, como antes Berizzo, ha administrado a los titulares y ahora el factor fatiga está de su parte. Sólo un sevillista (Lenglet) suma más de 4.000 minutos por siete del Barça, todos jugadores cruciales (Messi, Suárez, Ter Stegen, Rakitic, Busquets, Piqué y Jordi Alba). Y para asegurar, Montella ha apartado al equipo de la Feria. Viajó de Riazor a una concentración exhaustiva en Marbella huyendo de la tentación.

Se espera el once de gala, en el que suele faltar Ben Yedder, máximo goleador del equipo, con más del doble de tantos que Muriel (19 a 9), que le ha quitado el puesto. El francés volverá a ser un gran remedio de segunda instancia. Y Correa, el anotador del equipo en la Copa (5), parece haberle ganado la batalla a Sandro. En cualquier caso, el Sevilla reparte bien su peligro: en sólo ocho partidos en la competición figuran diez goleadores. También le favorece su inferioridad en los pronósticos. Su triunfo llega a pagarse 8 a 1, por entre 1,25 y 1,40 el del Barça. Por la pasarela desfila el francés Lenglet, pretendido por el Barça. Merecerá la pena verle frente a frente con Umtiti.

El once del Barça refleja su éxito en el campo y su fracaso en el mercado. La plantilla culé es la única en el mundo que, en valor de mercado (según Transfermarkt), supera los 1.000 millones de euros, pero sólo uno de sus fichajes, Coutinho, apunta a titular. Su presencia devuelve a Sergio Roberto a la plaza de lateral derecho, limpia a Semedo del once y le da al equipo un corte clásico.

Será la última final de Iniesta, que ha disputado quince ediciones del torneo y ha ganado cinco. Y la segunda de Suárez, que se perdió la última por sanción y de Cillessen, que no juega un partido oficial desde el 8 de febrero. Será un día antes de que cumpla los 29 años.
El holandés, admirador de Van der Sar, sólo ha jugado nueve partidos en toda la temporada, ocho de Copa y uno de Champions, y en siete de ellos no ha encajado goles. Tras un inicio tormentoso, ha dejado de ser un foco de inquietud, pese a que desde su país le llueven las recomendaciones para que cambie el Barça por un equipo que le ofrezca más oportunidades. En sus manos están varias cimas al alcance del Barça: el título número 30, su cuarta copa consecutiva y la primera de Valverde en España. Para el Sevilla sería su sexto título, que le emparejaría al Zaragoza, y evitarse el trance de clasificarse para la Europa League en un final de Liga dramático.

“La final de Copa es el partido con más encanto del año. Sales ahí, ves a la gente y lo olvidas todo”, ha dicho Kiko en alguna ocasión. Eso se espera esta noche, que el Barça borre Roma y el Sevilla, su Liga.

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