La primera hora fue tan horrorosa que apenas merece comentario. Lo más reseñable, de hecho, sucedió antes de que echara a rodar el balón. Primero Emre Mor se cayó de la lista por un proceso febril y después Rubén Blanco se lesionó durante el calentamiento, por lo que Sergio tuvo que prepararse a toda mecha y el club llamó a un juvenil para el banquillo. El chaval, Fran Barbosa, ocupó su sitio con el partido ya comenzado. No se perdió nada. Y seguro que desde el asiento le dio tiempo a sestear. Porque la película era ideal para ello. Al Málaga le bastó con estar bien colocado para anular al plano equipo de Unzué. En una hora minutos sólo se puede reseñar alguna arrancada de En Nesyri, un tiro desviado del Chory y los regates de Pione Sisto. Un espectáculo realmente pobre.
La alarma le sonó al Celta con un cabezazo de Miguel Torres que salió desviado por poco. Ahí despertó el equipo vigués, aunque Unzué realizó un cambio incomprensible al retirar del campo a Pione Sisto, el mejor de los celeste hasta entonces. Cogió el testigo Aspas, que enrabietado tiró del carro. Primero En Nesyri desvió un doble intento del moañés, después Roberto le realizó dos buenas paradas y entremedias Sergi Gómez remató al palo. Un asedio que parecía iba a acabar en gol. Y lo tuvo Aspas en sus botas. Pero el moañés falló lo que nunca falla. A puerta vacía no supo alojar el balón en la red. Quizás le cogió a contrapié y no pudo colocarse bien para rematar. Con el Celta lanzado a por el gol, Lestienne estuvo a punto de apuntillarles. En el último minuto remató al palo una buena asistencia de Keko. El encuentro se solventó con un reparto de puntos insuficiente para ambos equipos. El Málaga se aleja del milagro y al Celta se le complica Europa.
