Santi Mina devuelve la esperanza al Valencia
Un doblete del delantero vigués da la victoria al Valencia ante la Real, que dominó el balón, pero que no hizo bueno el gol de Oyarzabal.
Lo que Toño falló, Neto lo paró. Ahí estuvo la diferencia, en el hacer de uno y otro portero. En ellos y en Santi Mina, que primero aprovechó un centro de Montoya y después el error del guardameta de la Real, que empezó con el pie torcido su mes de sustitución por lesión de Rulli. El Valencia reinvidicó con su tercera victoria consecutiva su condición de aspirante a estar en Champions; la Real se dejó en Mestalla esos puntos que acaban siendo necesarios para pelear de verdad por estar en Europa el año que viene.
La Real Sociedad saltó a Mestalla sin ecos de Salzburgo. Los donostiarras hacían rondos a todo lo que le daba el campo. Eusebio salió a querer la pelota y el Valencia se la entregó. El pucelano, por más ruido de tambores que escuche a su alrededor, no traiciona su estilo. Su problema fue que durante toda la primera mitad el balón lo tuvo lejos, muchísimo, de Neto. Ello hacía que sintieran cómodos los blanquinegros, que son más de esperar el fallo cual ladrón un despiste y podían jugar a ello.
Con tales premisas, el partido estaba en modo cámara fija de grabación de un documental de la '2': esperando a que pasara algo. Y lo que pasó, más allá de un disparo lejano de Coquelin y un posterior remate de Rodrigo a su rechace, fue que Santi Mina envió al fondo de la red un centro de Montoya. Décimo gol del gallego en Liga, que ya no es suplente de nadie sino titular de Marcelino. Precisa y reivindicativa asistencia del lateral, adjetivo al que le dieron fuerza los golpes en el pecho con los que el lateral celebró su acción. Corría el minuto 33 y a la Real Sociedad se le derretía su hasta ese instante frío fútbol.
Como quiera que el Valencia no supo darle la puntilla antes del descanso, la Real regresó del vestuario vivo y con un plus de malaleche. De intensidad en la presión y también en la circulación y con Canales e Illarra asumiendo el mando. Fue en el ya habitual descuido de la zaga blanquinegra, ésta vez en la persona de Murillo, que erró en la salida con un mal pase a Coquelin, Illarra recuperó y Mikel Oyarzabal batió a Neto. Séptimo gol en su cuenta particular; 13º jornada consecutiva en la que el Valencia es incapaz de no encajar gol.
Los donostiarras habían hecho algo difícil: igualar el marcador sin morir con una contra en el intento. Pero no se veía a un Valencia felino. Ni Carlos Soler ni Guedes tenían cuerda en las piernas y solo Montoya y Coquelin le metían chispa a sus apariciones ofensivas. Marcelino entendió que el ímpetu de Zaza era necesario y, causa, efecto o casualidad, solo un minuto después de aparecer el italiano por el campo: recuperación, centro de Rodrigo y gol de nuevo Mina. Eso sí, y ahí sin casualidad alguna, el gol llegó por mayúscula pifia de Toño, que regaló el balón al gallego tras ser incapaz de blocarlo.
La Real, pese a tal mazazo, no se fue de Mestalla. Pero, a diferencia de Toño, Neto estuvo soberbio cuando su equipo le necesitó. Primero estirándose hasta ras de palo para sacar casi de dentro un balón tras saque de falta de Canales; después, en el rechace, sacando su codo por reflejo y como recurso para evitar el gol de Bautista. Ahí tuvo la Real el empate, ahí ató el Valencia la victoria. Con sufrimiento, pero 49 puntos, que diría Marcelino.
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