El Alavés dio un paso de gigante hacia la salvación ante un Depor que se jugaba media vida y que pareció un equipo de media tabla al que no le iba casi nada en juego. Lo hizo con un golazo de Munir que dejó sin reacción a un equipo al que la llegada de Seedorf más que activarlo lo va empeorando partido a partido aumentando la sensación que su línea de meta es Segunda. El triunfo sí dispara a otro entrenador: Abelardo. Desde su llegada, 33 puntos en juego, 22 en la hucha. Números de Champions para un equipo que ve ya el descenso a diez puntos y que a este ritmo todavía tiene tiempo para mirar hacia Europa.
El primer reto del partido estaba en el cuarto de hora inicial. Para el Alavés, porque desde que llegó Abelardo era el vendaval previo a la victoria final. Para el Depor, para demostrarse a sí mismo que hay vida. Y le pudo salir bien a los locales, que acosaban desde las bandas, porque a los cinco minutos Duarte mandó solo al larguero ante la defensa de papel de los coruñeses. Pero ahí terminó la tormenta, porque los de Seedorf lograron anular poco a poco las acometidas de los vitorianos y empezar a estirarse. La fórmula que encontraron fue Adrián, que una y otra vez iniciaba los ataques sin que nadie detectase su presencia. El asturiano habilitó en una contra un balón perfecto a Bakkali para que el belga empatase… a palos. Su remate con rosca se quedó sin premio, pero el aviso condujo al partido a un punto muerto, a un no me voy a equivocar y luego ya veremos. Y así, sin riesgos, el partido fue cayendo. Más dominio del Alavés, más sensación de peligro del Depor, sobre todo por la izquierda, pero poca cosa para desnivelar la balanza.
El paso por el vestuario recargó las baterías del Alavés, que salió con decisión a por los tres puntos ante un Depor muy blando que volvía a conceder espacios y ocasiones, sobre todo cuando Pedraza aceleraba el juego. Y la insistencia tuvo premio. Pase de Pedraza a Munir, que se hace hueco y desde la frontal marca con un enorme disparo en parábola que sorprende a Rubén. El tanto obligaba al Depor, y ahí quedó en evidencia que no hay plan. Seedorf acumula delanteros en el campo con un once muy lejos del equilibrio que puede aguantar, pero que está a un océano de distancia de saber a qué juega.