Imperial Sergio Rico; Layún tiene minutos con el Sevilla
El portero frustró al Girona, sin gol ante la ausencia de Stuani. paró un penalti a Aday e hizo varias intervenciones brillantes. Un gol al alimón entre Correa y Sarabia decidió.
Un Sevilla exhausto por los esfuerzos de la Copa tuvo que agarrarse a un gigantesco Sergio Rico para salvar los tres puntos ante el Girona y mantenerse en zona europea. El portero, que había pasado días oscuros después de sus errores ante Getafe y Leganés, se ha rehecho con personalidad y, después de mantener el tipo en la vuelta de la semifinal, estuvo iluminado en la mañana con sol de invierno de Nervión. No sólo le paró un penalti a Aday. Achicó toda el agua que le llegó a base de paradas (al menos cinco decisivas) y reflejos y, de momento, da carpetazo al debate instalado hace tiempo en Nervión. Hay portero.
Pocas veces un equipo ha echado tanto de menos a un jugador como el Girona a Stuani. El uruguayo, 12 goles en Liga pero medio lesionado, dejó su sitio a Olunga. Machín había jugado al despiste para mantener la tensión en el Sevilla pero a la hora de la verdad no alineó a su estrella.
El Girona se plantó con personalidad en el Sánchez Pizjuán. Un equipo no sólo ordenado. También coordinado. Al Sevilla se le atragantó la defensa adelantada y el Girona se asomó tímidamente con disparos lejanos de Pere Pons (luego lesionado) y Borja García. El Sevilla empezó a encontrar soluciones en Muriel, que hizo una finta maravillosa, pero no encontró el ángulo. Sin embargo, fue el colombiano el que metió en el lío del partido al Sevilla. Un delantero en área propia nunca es buena idea y Aday, después de una falta absurda de Correa, botó una falta que Muriel despejó con la mano. Penalti y tarjeta. Sin Stuani, Aday, recién renovado, agarró el balón. Sergio Rico, que admitió al final del partido que no tenía información de Aday (sólo había tirado un penalti), saltó como un resorte a por el balón y se metió en el bolsillo a su afición.
El Sevilla aprovechó ese impulso y empezó la segunda parte como un cohete. Lenglet divisó a Correa y su remate, que superó a Bono, se dirigió llorando hacia la portería ‘gironí’. Ramalho y Bernardo corrieron a proteger la línea de gol, pero se liaron y el taconazo del ex sevillista acabó en Sarabia, que se dejó lo poco que le quedaba del partido del pasado jueves para hacer el 1-0.
Al Girona todo se le hizo cuesta arriba. No tenía gol y encima le faltaba Stuani. Choco Lozano no resultó una solución. A Montella le costó tanto hacer los cambios que Muriel se lesionó. El Sevilla no podía más y muchos se temieron un epílogo del partido similar al del Getafe, con el 1-1 de Ángel en el descuento. Pero ese día había otro Rico, dubitativo y frágil, en la portería. El de este domingo en Nervión era un emperador. Por allí no pasó nadie y el Sevilla, extenuado, retuvo un triunfo que vale mucho.
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