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REAL MADRID-EIBAR

Un golazo mejoró un mal partido

El tanto de Marcelo adecentó un partido flojo del Madrid ante un Eibar inofensivo. Isco y Asensio volvieron a remolcar al equipo. Penalti no pitado a Inui.

Madrid
Isco y Asensio celebran el segundo gol del Madrid.
REUTERS

Cambio de registro en el Madrid. Ese equipo derrochador que se ha dejado siete puntos en el Bernabéu esta temporada dio paso a otro más pelmazo pero con puño de hierro. Con tres sopapos sin guarnición sometió al esforzado Eibar, que asistió incrédulo a su derrota ante un equipo que jugó andando, con aire entre cansado y perezoso. Sólo Isco,  Asensio y el golazo de Marcelo escaparon a ese equipo de bajo voltaje. Su influencia comienza a extenderse, un indicativo de los tiempos que vienen.

Zidane le evitó, de salida, el partido a Benzema, no fuera a estropear en el campo su argumentada defensa en la sala de prensa. Esa sobreprotección al francés, crónica en el club, dejó un equipo atestado de centrocampistas, con Ceballos en el papel de Kroos, y Asensio estirado hacia la mediapunta para probar si mezcla con Cristiano. En esta ocasión no lo pareció.

Al minuto de partido el balear le regaló medio gol a Isco, que esta vez no llevó su remate-banana junto al palo. Lo detuvo Dmitrovic y así se abrió un soso paréntesis que le fue bien al Eibar, protegido por una defensa de cinco muy adelantada que apelmazaba mucho el juego del Madrid en el centro del campo.

No hubo tamborrada sobre el área eibarresa, ni siquiera un dominio severo del Madrid, que tonteó con la pelota a la espera de que el partido se resolviese por sí mismo, de que los goles alcanzaran donde no alcanzaba el juego. Y sucedió. De esa nave del misterio en el que viajaban las ocasiones perdidas de otras tardes bajó un centro medio intencionado de Asensio y un cabezazo suicida bombeado de Paulo Oliveira inalcanzable para Dmitrovic. Así fue la muerte del Eibar, accidental.

El gol no cambió la trayectoria sombría y decadente del partido. Ceballos no le dio alegría al juego del Madrid; a Cristiano, tantas veces tesorero del equipo, le encontraron poco y él tampoco se hizo ver; el despliegue físico de Theo no dio para casi nada porque aún le falta finura en la recta final; Modric se tomó el día libre (sólo lo interrumpió un caño magnífico); Nacho no estuvo atrevido; únicamente Casemiro no pasó una al Eibar. El equipo de Mendilibar anduvo dentro de la ortodoxia, que es muy poco para puntuar en el Bernabéu. Mendilibar colocó a Inui como segundo punta y logró hacerle indetectable para el Madrid durante muchos minutos, pero el japonés apenas tuvo colaboración.

El Madrid acabó por resolver el poco misterio que le quedaba al duelo con un sencillo centro de Isco, que definitivamente ha pasado de enrevesar a simplificar, y un remate de bote pronto de Asensio que pasó como un rayo junto a la mano izquierda de Dmitrovic.

Después del descanso el Madrid se acercó al imposible de relajarse aún más. Dio varias cabezadas. En una de ellas Casemiro le hizo un penalti de libro a Inui que no apareció en el rádar de Álvarez Izquierdo. No hubo recompensa al buen partido del japonés.

En plena encalmada, Zidane sacó a Benzema y Lucas Vázquez y retiró a Isco y Asensio. Antes salían por eslabones débiles, ahora por jugadores cruciales a los que conviene preservar. Zidane aprovechó el trance para su segundo ensayo con una banda Theo-Marcelo. Resultó  un alivio, porque el tercer tanto del Madrid fue impropio del partido, con una jugada bien bordada de principio a fin, con taconazos de Benzema y Marcelo y remate final del brasileño. Las Meninas colgadas en la pared de una nave industrial. Al Eibar le quedó el consuelo de no haberse visto zarandeado y al Madrid la inquietud de que no todos serán el Eibar.