No son pocos los clubes que revolotean en torno al Madrid a la espera de cazar una recompensa. El amplio fondo de armario del equipo blanco, en el que cuesta cada vez más distinguir a los titulares de los suplentes, ha llevado al escaparate a más de un jugador al que la feroz competencia le hace dudar si podrá tener los minutos que desea. Hasta ahora, el eslabón más débil parecía Kovacic, que en la madrugada del domingo mandó desde el césped un potente mensaje de reivindicación.
El croata eligió un buen día para lucirse. Porque fue ante el Barça, en el primer Clásico amistoso desde hacía casi 26 años, y porque lo hizo cuando más urgía. Con dos goles y otras tantas ocasiones claras en contra, levantó al Madrid de la lona y le devolvió al combate. Ahí, en el cuerpo a cuerpo, exhibió su acelerada conducción y su indescifrable eslalon. Así galopó hacia el 1-2, culminado con un afinadísimo derechazo desde fuera del área. Y así también se convirtió en el mejor socio de Asensio para el 2-2. Trató de mantenerse siempre cerca del balón y siguió tirando millas en lo que disputó de la segunda mitad, llegando a salvar, casi sobre la línea, un tanto cantado de Umtiti.
Buen cartel en Europa
La destacada actuación de Kovacic llega justo a tiempo para sus intereses, hacer carrera de madridista, como ha manifestado en más de una ocasión. Los ecos de su partidazo resonarán en un agosto en el que se prevén movimientos, un refuerzo que no le viene nada mal después de que los fichajes de Ceballos y Llorente volvieran a superpoblar un centro del campo que se había aligerado algo con la salida de James.
Pese a todo, Mateo siempre ha actuado a partir de la paciencia. De hecho, su representante acalló los rumores sobre una posible marcha a finales de abril: "No creo que esté jugando poco. El Madrid es el campeón de Europa y tiene a los mejores jugadores del mundo...", reconoció. Y las estadísticas refrendan su postura: el 16 pasó de los 1.414 minutos que tuvo en su primer año a los 2.154 en el segundo, el del histórico Doblete. Aun con los pretendientes que acumula en Italia e Inglaterra, Kovacic quiere quedarse y demostró en el Clásico que tiene lo que hay que tener para ser una pieza clave en el puzle de Zidane.