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Messi, no te vayas nunca

Miami

Y faltaban diez segundos y Messi ha parado el tiempo. Ha encontrado el único sitio donde no podía llegar Navas y ha hecho que miles nos quedáramos afónicos.

Nostalgia avanzada bañada de lágrimas solo de pensar que, el día que Messi se retire, nada valdrá la pena.

Debería cerrar el fútbol cuando él se vaya.

No será justo llamarle de la misma manera al fútbol cuando Dios ya no juegue. Podríamos llamarle futbito, futbolito... lo que sea, pero no fútbol.

Messi es la cuadratura del círculo. De hecho es el círculo y el cuadrado. Ahora que pienso, es el círculo, el cuadrado, el rombo y todas las formas geométricas.

Es la personificación de la idea platónica de la perfección. Es la causa de la generación de los terremotos del mundo por hacernos saltar y vibrar.

Hoy millones, hemos gritado gracias a él. Nos hemos abrazado, hemos saltado, hemos enviado millones de mensajes, hemos llamado a amigos y hemos comentado, otra vez, que Messi es Dios.

Que no se echara ni a Marcelo ni a Casemiro en la primera parte ha sido de delito. Todo el mundo ha visto la agresión de Marcelo (quejándose que tenía sangre de Messi en el codo, ha sido el colmo del ridículo) y todo el mundo ha visto como Casemiro se ríe de todas las rojas que le perdonan por ser del Madrid.

No pasa nada, tú pega y entra fuerte que no te sacarán nunca la segunda roja.

Hasta que la locura momentánea de Sergio Ramos entrando con las dos piernas por delante, sin ver al jugador y pudiendo lesionar brutalmente a Messi, ha hecho que por fin, un árbitro tuviera una mínima decencia y le haya sacado la roja directa. Ya era hora.

Pues eso, hay liga.

Messi, no te vayas nunca. Por favor.