Ediciones
Resultados
Síguenos en
Hola

BARCELONA

La defensa y Piqué flojean

Dubitativo en Turín y ante la Real, el central ha bajado el nivel ahora que el equipo lo necesita más que nunca. “Los partidos grandes me salen bien”, ha dicho alguna vez.

Piqué, cabizbajo.
Giorgio PerottinoREUTERS

Contaba no hace mucho Piqué en una entrevista en TV3 que no le gusta entrenar, levantarse a las diez y chutar a la pelota. Que la gente cree que es ir a jugar con los amigos, pero no. Es hacer táctica y estrategia cuando “todavía tienes la almohada marcada en la cara”. Contraponía, sin embargo, lo que le gusta competir: “Los partidos grandes normalmente me van bien. Es un reto competir con los mejores y ser el mejor”. Pues bien. Después de una temporada relativamente brillante, Piqué ha llegado al momento clave en un momento aparentemente bajo. Empequeñecido en Turín, donde no fue el líder de tantas otras veces, ante la Real se le vio sufrir. Sin coordinación con Umtiti, con quien se había entendido toda la temporada, desorientado en algunas jugadas y con cierta tendencia a meterse demasiado atrás.

Piqué, un central que suele jugar con grandeza y sin miedos, lejos de su portero, se refugió al lado de Ter Stegen para, eso sí, sacar unos cuantos pases de la muerte con muy mala pinta para su equipo. Pero denotó desconfianza, una mala noticia antes de, como dijo él mismo este sábado, “lo gordo”: la Juventus y el Madrid.

De Piqué falta por saber, como de la defensa, si esto es ya un comportamiento habitual o un valle muy transitorio. Como el mismo Luis Enrique admitió, es la temporada más irregular con él al mando. El Barça es una montaña rusa y en la última semana las grietas se han abierto en defensa: siete goles en tres partidos son demasiados como para pensar en levantar una eliminatoria ante la Juventus o poner la Liga al rojo en el Bernabéu. Por lo visto ante la Real, el 3-4-3 no es el culpable de la situación. Con defensa de cuatro, sufrió lo mismo o más que en Turín. Otra cosa es que los jugadores hayan entrado en confusión ante la combinación de sistemas y la fragilidad sea uno de los síntomas. Ter Stegen, 83 goles en 86 partidos con el Barça, tampoco parece inspirado.

El resultado de las dudas en defensa del Barça fue la tensa reunión en la Ciutat Esportiva el pasado miércoles, cuando Luis Enrique y Piqué tuvieron una discusión tensa sobre los motivos de la derrota. El asturiano reprochó a sus jugadores falta de intensidad y el central le replicó con supuestos errores tácticos. Piqué, que el jueves evitó hablar en un acto público del club, estuvo comedido después del partido ante la Real. Proclamó, sí, que con el equipo que tienen “somos capaces de darle la vuelta a todo”. Pero se le notó menos vehemente y apasionado que ese 20 de febrero en el que pidió a los socios que no faltaran a la remontada ante el PSG porque se quedarían “jodidos” en casa. Al límite, el Barça necesita más que nunca que se su la frase de su animal competitivo: “Los grandes partidos me salen bien”.