El secreto del éxito de Tite es un Brasil que juega a la europea
Diario AS analiza el sistema táctico del nuevo entrenador que transformó la selección brasileña en una apisonadora en las eliminatorias sudamericanas.
Tras unos años de crisis de identidad que dejaron en el pasado el jogo bonito y casi cargan con el legado histórico de la más exitosa selección del mundo, el conjunto canarinho vuelve a dominar el fútbol sudamericano con un juego que además de sólido y moderno en defensa, da espectáculo en ataque.
Brasil ha vuelto
Méritos para su seleccionador, Tite, gran responsable del cambio radical de la canarinha desde que asumió el control, en junio del año pasado. Son siete victorias en los siete partidos de eliminatorias disputados desde entonces, donde marcó 21 goles y sólo sufrió dos. Con una media de tres goles por encuentro, Brasil no sólo ha ganado de sus rivales. Les ha aplastado como una verdadera apisonadora, véase las goleadas dominantes ante Argentina (3-0) y Uruguay (1-4).
La fórmula del éxito de Tite no es un secreto.
Potenciar el talento natural del futbolista brasileño con un sistema táctico moderno, a la europea, que el seleccionador aprendió cuando se sacó un año sabático para hacer prácticas bajo algunos de los mejores entrenadores del viejo continente. Estuvo en Múnich con Guardiola y en Madrid con Ancelotti, de quien habla maravillas y tiene como referencia.
Se dio cuenta que Brasil tenía que modernizarse para mantenerse en la élite. Que el fútbol europeo ya no era significado de juego pragmático, defensivo, feo. Inspirado en Ancelotti y Klopp, construyó un sistema 4-1-4-1 basado en el trabajo colectivo, que pide intensidad, organización, espíritu colectivo y una definición clara del modelo de juego en todas las fases del equipo.
Líneas compactas y triangulación para llegar al ataque
Cuando ataca, Tite quiere que los centrocampistas, laterales y extremos construyan las acciones ofensivas a través de triangulaciones para llegar al área rival con mucha velocidad en las bandas con pases cortos. El delantero tiene que ser un jugador con gran capacidad de movilidad para atraer la atención de las defensas para fuera del área y así abrir espacio para los mediapuntas y extremos llegaren al área como elementos sorpresas, cosa que Neymar, Coutinho, Paulinho y Renato Augusto han logrado hacer con mucho éxito.
Cuando el equipo defiende, Tite se cierra con un 4-4-2 utilizando las líneas muy próximas una de las otras en un sistema de compactación que permite la transición en alta velocidad a la contra, una vez que el balón es recuperado. Juego vertical de arrancadas y con pases, siempre mirando hacia el gol.
Fue lo que se vio en la victoria ante la celeste el pasado viernes en Montevideo.
Un equipo maduro, intenso, organizado y que tenía claro lo que tenía que hacer. Que mantuvo la paciencia, disciplina y tranquilidad aunque saliera en desventaja en el marcador.
Un cambio de juego y de actitud, de mentalidad. Brasil vuelve a meter miedo y sabe de eso. La canarinha de Tite vuelve a ser la mejor selección de Sudamérica y tiene todo para llegar a Rusia como una de las grandes favoritas.
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