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ATLÉTICO DE MADRID 1-BETIS 0

Gaitán salva al 'Cholo' de un desastre de partido

El juvenil argentino adelantó en el minuto 8 al Atlético en un partido que no pasará a la historia. El Betis inquietó al Calderón, pero los de Simeone lograron vivir de las rentas.

Gaitán salva al 'Cholo' de un desastre de partido
PIERRE-PHILIPPE MARCOUAFP

La gente comenzó a pintar de rojiblanco los alrededores del Calderón a mediodía. Sol de invierno, viento de hielo y decenas de bufandas, casi todas del Atleti, alguna ya verdiblanca. Unos comen, otros ven ganar al Barça, alguno celebra con ronda de cañas que el último Gordo de Navidad tocó por allí entre el último partido de Liga y éste tan especial, el primero de Liga del último año en pie del estadio. No es fácil entender que las cosas se terminan aunque día a día estés viendo cómo se van ante tus ojos.

El Calderón sigue llenándose de canas, de huecos donde falta mármol y ya sólo se ve hormigón, de maleza que empieza a crecer suelta en algunos lugares, cogiendo sitio. Sin embargo, aún le quedan partidos, vida, momentos, diez todavía. Era el undécimo de esta cuenta regresiva. Y cómo se escuchan sus goles dentro. Lo más antiguos del lugar pueden contarlos. Esos que salían de la mano de los futbolistas en el saludo inicial. En pocos estadios retumban igual. El hormigón ruge, como un oso que, aunque viejo, aún impone. No tardó mucho en volver a escucharlo el Betis, en éste, su último partido por aquí.

Ocho minutos y veintiún segundos exactamente. Los mismos que tardó Griezmann en robar un balón en el centro, encontrar a Saúl y éste a Vrsaljko que ya corría por la derecha como una flecha y los ojos en un lugar: el área de Adán. Allá envió el balón y allá despejó un defensa del Betis, Donk, con tan mala suerte de que la pelota, en vez de fuera, le cayó del cielo en el segundo palo a un rojiblanco: Gaitán. Sólo tuvo que poner la pierna izquierda y convertir el regalo en gol.

El Betis, que había salido con un Ceballos tan llamativo por su pelo indescriptible, mezcla rubio pollo, platino de Messi y antigua cresta de Grizi, como por su presencia, omnipresente, se atemperó. El Atleti tenía la sonrisa y el balón. Y durante esos minutos lo movió con criterio y alegría. Ya con sprintadas de Vrsaljko por la derecha, cabezazos de Godín o un disparo de Grizi tan potente que si encuentra la red la rompe.

Pero no entró y todo lo anterior se diluyó. Justo después Ceballos empezó a encontrar amigos con los que jugar. Escribía Rubén Darío que la mujer convierte la prosa en poesía y al bético le pasa lo mismo con el balón. Cada vez que tocaba uno era un taconazo, un giro o una asistencia imposible. Sobre su talento creció el Betis. Un Betis sólido y bien plantado frente a un Atleti que sólo una vez, en esta primera parte, pisó área bética: un cambio de juego de Koke para diagonal de Saúl que detuvo Adán. Segundos después, Moyá espejaba ante Rubén Castro.

La primera parte acabó con el foco de nuevo en su portería (remate de Durmisi) y eso sería una constante en la segunda. El Betis tenía el balón pero no el tino. Todas sus ocasiones, siempre de Rubén Castro, ya de falta, de cerca o lejos, acababan en Moyá.

El Atleti, con un Griezmann tan espeso como Koke, Saúl y Gabi por el centro, lo intentaba a fogonazos que inquietaban más pero terminaban igual: Adán. Lo intentó luciendo Torres zancada en un mano a mano y también Carrasco, en el disparo a bocajarro en el que convirtió la primera pelota que tocó. Por la izquierda, por cierto, el lugar que le gusta (ayer cedió el técnico). Su entrada tumultó, pero no dio claridad a un Atleti que veía el reloj acercarse al 90 mientras los nervios, y los pitos crecían en la grada y el Atleti le concedía una última ocasión al Betis que podía ser letal: una falta lateral lanzada por Joaquín que sobrevoló el área de Moyá a cámara lenta y música de Psicosis antes de irse fuera. Final muy Calderón: sufriendo pero ganando. Feo pero efectivo. Como tantas veces antes en estos 50 años.