Cristiano Ronaldo y Messi, en los instantes previos a un Barcelona-Real Madrid.
Es frecuente y hasta saludable buscarle el punto dramático a cualquier Clásico. Este llega guionizado por los seis puntos de ventaja con los que comparece el Madrid, distancia que eleva el tono del encuentro. Llevado al extremo y apenas estrenado diciembre, el debate es si quedará Liga tras un posible triunfo blanco. Ese es asunto para el domingo.
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“Ningún jugador es tan bueno como todos juntos”, le gustaba decir a Di Stéfano, que fue lo uno y lo otro: el mejor de su tiempo y el mejor intérprete del fútbol cooperativo. Cristiano y Messi le alejan de esa verdad irrefutable. Son los dos máximos anotadores del campeonato, los dos que más disparos registran por partido en el campeonato (6,2 el portugués, 4,8 el argentino) y dos de los tres que ayer fueron elegidos para inaugurar el trono de ‘The Best’ de la FIFA. Pero tras los datos se ocultan picos y valles. Cristiano se ha ido sin marcar en más de la mitad de los partidos que ha jugado, alternando la sequía y el chaparrón. Ahora anda en época de lluvias, con cinco goles en los últimos dos partidos. Messi ha estado mejor en la Champions que en la Liga y aunque su gol le dio un punto milagroso al Barça en Anoeta, no dejó nada más que merezca ser recordado.
El Barça llega al completo, que no es lo mismo que en plenitud. El estado de necesidad obligará a Luis Enrique a poner a Iniesta, ausente desde el 22 de octubre. La decisión obedece a la falta de respuesta de un banquillo caro e ineficaz.
